INTERNACIONAL
"Estado de la Unión"

Trump y un discurso largo, aburrido y predecible

En su balance sobre el primer año de gobierno, el presidente estadounidense se mostró más calmo y moderado que de costumbre.

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Donald Trump | AFP

Si usted no vio anoche el discurso sobre el Estado de la Unión de Donald Trump, no se preocupe. Fue largo, aburrido y escaso en noticias. La mayor parte de lo que dijo era predecible. En la previa al discurso, se había especulado mucho sobre qué tan “presidencial” sería su actuación, un tema de debate frecuente alrededor del grotesco y a veces volátil líder mundial.

Como hizo un puñado de veces desde que se convirtió en político, anoche Trump fue, de hecho, presidencial. Improvisó un poco con sus queridos superlativos y sus aseveraciones en plan de falsa confidencia, pero en general habló en tono tranquilo, claro, casi aburrido. Como experimentado performer, su manejo de los tiempos fue impecable, pero casi no hubo lugar para las emociones en su discurso.

La mayor parte del contenido también estuvo dentro de lo esperable. Luego de prodigar elogios a la reacción nacional ante tragedias como el huracán Harvey o la masacre en Las Vegas, Trump dedicó un buen tramo de la primera parte de su discurso a promocionar logros de su administración en el primer año de gobierno: una lista que puede resultar alentadora o deprimente, dependiendo de la adscripción partidaria de cada cual.

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Mencionó el crecimiento del empleo, la mejora en los mercados de valores, los recortes de impuestos, la derogación de parte del Obamacare, la eliminación de regulaciones federales y otros puntos. Se entiende la idea. Si usted quiere curiosear sobre el resto, puede acceder a la transcripción completa de su discurso. Esa parte fue, también, la que se sometió con más rigurosidad a chequeos de datos.

A partir de allí, Trump se explayó acerca de su visión sobre el próximo año y el resto de su mandato. Quiere una inversión en infraestructura por 1,5 billones de dólares (aunque gran parte de esa cantidad teóricamente provendrá de gobiernos locales y estatales y del sector privado, según se prevé en el proyecto de ley actual). También aspira a seguir bajando la tasa de desempleo, aunque no mencionó políticas concretas para lograrlo.

Y luego Trump abordó la cuestión migratoria, que había sido el tema más caliente en Capitol Hill y en los titulares mediáticos durante las semanas previas. Fue lo que causó que el gobierno cayera en un shut down durante tres días a mediados de enero. Ni los partidos demócrata y republicano ni la Casa Blanca pueden decir exactamente cómo resolver los problemas relacionados con los dreamers (inmigrantes indocumentados que llegaron a los Estados Unidos a temprana edad, y a quienes la gestión Obama dio un estatus legal temporario), el muro en la frontera con México, las deportaciones de sin papeles, el sistema vigente de lotería de visas y la “inmigración en cadena” (como se conoce al supuesto mecanismo por el que inmigrantes utilizan su estatus legal o ciudadanía para llevar a familiares de segundo grado residentes en el extranjero a los Estados Unidos).

“Los estadounidenses también son dreamers, fue quizás la frase más destacada de la noche, síntesis simbólica de la retórica de la derecha que prioriza la seguridad y prosperidad de los ciudadanos estadounidenses por encima de los inmigrantes indocumentados. Trump también pasó una cantidad desproporcionada de tiempo hablando de la pandilla criminal MS-13, e insinuó sutilmente que los miembros de la banda que cometieron crímenes violentos no son tan distintos de cualquier otro sin papeles.