¿Que hacen 140 invitados de 22 países del mundo –políticos, empresarios, militares (casi todos de Estados Unidos y de Europa)– reunidos en un hotel en medio de un bosque austríaco, rodeados de montañas y por un sistema de vigilancia que selló el lugar y sus alrededores, tanto que hace diez días todas las vías de comunicación que llevan ahí están herméticamente protegidas por la policía? Y sobre todo: ¿por qué a los periodistas se le niega rotundamente cubrir el evento?
Bienvenidos a los misterios del Club Bilderberg, el club de los poderosos (de geometría variable, algunos son invitados siempre, otros cada tanto) que se reúne una vez al año a discutir, según dice su comité organizador, de economía y geopolítica, o sea de los destinos del planeta.
Cada año, desde 1954, entre 120 y 150 personas son convocadas a reunirse en lugares tan lujosos cuanto inaccesibles, para tres días de diálogos a puertas cerradas. El nombre del club le viene del Hotel De Bilderberg, en Holanda, donde el club se reunió la primera vez por iniciativa de un político polaco en exilio, Józef Retinger.
Desde el jueves hasta la noche de hoy los invitados del Bilderberg están en un hotel en forma de plato volador, un cinco estrellas de categoría superior, en los alrededores de Telfs-Buchen, un lugar de encanto cerca de Innsbruck.
Algunos de los participantes de esta edición: el secretario general de la OTAN Jens Stoltenberg, Henry Kissinger, el presidente del Eurogrupo Heinz Fischer, el dueño de Ryanair Djelssembloem, tres gerentes de Google, un miembro del Banco central Europeo, el canciller británico y el ex general estadounidense Petraeus (recién condenado).
¿Quien paga? La estadía de los huéspedes es pagada por el país que recibe. El año pasado le tocó a Dinamarca y hubo un gran escándalo porque los costos fueron millonarios.
Después del G-20 y de la Asamblea general de la ONU, Bilderberg es la reunión con más personas poderosas del planeta presentes. Y sigue misteriosa como siempre, se la dotó en las últimas ediciones de una oficina que comunica el listado de los invitados (sigue habiendo invitados que no aparecen en ninguna lista) y los genéricos ejes de discusión. La obligación para los participantes, incluidos algunos periodistas invitados a condición que no cubran el evento, es de respetar la norma conocida como Chatam House,
o sea: se puede referir, después del cierre del encuentro, sus contenidos, pero debe permanecer secreta la identidad y la proveniencia de quien habló.