El presidente peruano, Martín Vizcarra, enfrentará ahora diez meses decisivos de su gestión, luego de sobrevivir el viernes a un pedido de destitución en el Congreso en gran parte gracias a su popularidad entre la población, coinciden analistas.
Invocando apego a la verdad y transparencia, el mandatario se labró un perfil que l ayudó a librarse del proceso de destitución que lo tenía contra las cuerdas por inducir a mentir a dos colaboradoras en unas investigaciones del Parlamento y la Fiscalía por unos cuestionados contratos a un cantante.
Su imagen ha quedado mellada y su poder debilitado, pero sobrevivió a la moción de destitución cuando le restan 10 complejos meses al frente del país.
De haber sido cesado, habría tenido un destino parecido al de su predecesor Pedro Pablo Kuczynski (2016-2018), quien no pudo culminar su periodo al verse forzado a dimitir por presiones del Parlamento. Vizcarra, quien era su vicepresidente, le sustituyó en marzo de 2018.
Puentes. Sin partido político ni bancada en un Congreso controlado por una oposición populista, Vizcarra ahora estará obligado a tender puentes y evitar nuevos choques con el Parlamento. “El presidente va a requerir ajustes en el gabinete, manteniendo a su primer ministro (el general retirado Walter Martos), porque esta crisis ha demostrado lo necesario que es tener a alguien vinculado a las fuerzas armadas en el gabinete”, dice el analista político Augusto Álvarez Rodrich.
Para Alvarez Rodrich, Vizcarra se salvó “gracias al sólido respaldo de la gente de a pie, pues un sondeo de Ipsos mostró que ocho de cada diez peruanos creen que debe continuar como presidente”.
En 30 meses de gestión, Vizcarra, de centroderecha, ha tenido cotas de aprobación por encima del 50% impulsado por sus reformas para prevenir la corrupción en un país donde los cuatro anteriores presidentes están salpicados por los aportes y sobornos de la cuestionada constructora brasileña Odebrecht.
De 57 años, este ingeniero provinciano sin lazos con la élite limeña asumió para gobernar hasta julio de 2021 para completar el mandato de cinco años del renunciado Pedro Pablo Kuczynski. “Es mucho más cuidadoso en la administración de su imagen” y “mucho más ubicado políticamente”, afirma el analista Fernando Tuesta, al compararlo con Kuczynski.
Crisis. Mientras el proceso que condujo a la destitución de la mandataria brasileña Dilma Rousseff en 2016 demoró ocho meses, en Perú la causa contra Vizcarra tomó apenas ocho días.
“La rapidez con la que se ha hecho este proceso refleja una crisis de las instituciones, que desprestigia más ante la gente el sistema democrático”, explica Alvarez Rodrich.
En esta pugna entre Vizcarra y el Congreso no había diferencias ideológicas, ya que tanto el mandatario como la mayoría de bancadas son de centroderecha, y tampoco estaba en discusión el manejo de los grandes problemas de Perú: la pandemia y la recesión.
“Acá no gana nadie, pierde el Ejecutivo y el Congreso, porque la gente percibe que hay dos poderes del Estado en una pugna política mientras hay una pandemia matando peruanos y un desempleo espantoso, que recién se recuperará en cinco años”, concluye Álvarez Rodrich.