MODO FONTEVECCHIA
JUICIO A LA CORTE SUPREMA

Beatriz Sarlo: "No me fui del país con la dictadura pero podría hacerlo si hay un juicio político a la Corte"

La periodista y columnista de Perfil se mostró firmemente en contra del juicio político a la corte. "Vivir mis últimos años en una dictadura es una prueba a la que le pediría a Dios que no me sometiera, si fuera creyente", afirmó.

Beatriz Sarlo
Beatriz Sarlo | Telam

La prestigiosa escritora Beatriz Sarlo opina que el presidente, quizás ilusoriamente, cree que tiene posibilidades de ir por su reelección. Además, habló del desorden en la coalición opositora. "La alianza con el PRO, al radicalismo, no lo favoreció en términos ideológicos y políticos", afirmó en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (FM 101.9).

¿Cómo viste al Presidente y su discurso?

Su discurso es lo que se llama "Estado de la Nación", es el discurso de protocolo. Salvo que ese país esté atravesando una guerra o una peste, el Estado de la Nación tiene que tener cierta perspectiva optimista, aunque sea una realista, que fue más o menos lo que hizo Alberto Fernández.

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No nos vamos a enterar del estado del país siguiendo ese discurso, sino leyendo las noticias.

¿Lo viste despidiéndose o preparando el camino para un prólogo de un intento de un nuevo periodo presidencial?

Él piensa que puede tener otro mandato, sobre todo, porque no abundan las figuras ni las esperanzas de depositar confianza en un nuevo nombre que no haya pasado ya por la Casa de Gobierno. No sé si esto es verdadero o no, pero, creyendo eso, el Presidente piensa que tiene una posibilidad de seguir otros cuatro años con esa relación extraña que tiene con Cristina Kirchner.

Es como esas relaciones familiares en las que un hijo está muy alejado de su madre pero no rompe con ella.

Del lado de la oposición tampoco aparece mucha claridad... ¿verdad?

La alianza con el PRO, al radicalismo, no lo favoreció en términos ideológicos y políticos, aunque pueden haberlo hecho electoralmente en algunos distritos. 

Pero no benefició en lo que el radicalismo supo hacer históricamente, que es clarificar algunos problemas en términos comprensibles para sus votantes en el espacio económico, político, etc. Quizá es algo que haya que atribuirle a sus dirigentes, pero así son las cosas.

El fenómeno Milei

¿Cómo ves a Javier Milei?

Milei es lo que la gente te dice por la calle.

Las personas repiten ese discurso, pero no sé si es porque lo aprendieron de él, diría que no porque ese es el discurso de su espontaneidad. Por tanto, está sintonizando una zona de la ciudadanía o una zona del pueblo que es la más desengañada de la política que no es tanto por responsabilidad de los políticos, sino que por el estado de la opinión pública

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Este discurso de que todos roban, de que son todos iguales, ¿es distinto hoy que en el 2002? ¿Cómo evoluciona ese 'son todos una porquería'?

Es muy distinto que en el 2002, porque ahí persistían algunas esperanzas.

En principio, Néstor Kirchner ganó las elecciones y se sostenían algunas ilusiones en el interior del Justicialismo.

En el 2001, hubo un momento de gran desesperanza, pero luego se salió de ese momento y fue por la operativa de partidos políticos como el Justicialismo, por un lado, y la Unión Cívica Radical, por el otro. Eso fue valioso y hoy no existe.

Al mismo tiempo que la desesperanza es mayor no existe la furia que había en el 2002. Por ejemplo, un corte de luz como el de ayer, que dejó largas colas y no podía volver a sus casas porque no andaban los trenes, en un contexto de malestar social podría ser lo que encienda la mecha en sucesos parecidos a lo del 2002, ¿por qué no se producen hoy?

No existen dirigentes de base que puedan encender algunas de esas mechas.

Encontré dirigentes que, estemos de acuerdo o en desacuerdo, ha conducido las calles. Muchos de ellos dejaron de ser parte de la política y los que siguen siendo parte les cuesta mucho organizar para poner la gente en las calles.

No existen la movilización que tenía en sectores importantes el empuje de la política. 

El futuro electoral de la Vicepresidenta

¿Cómo imaginás el futuro político de Cristina Kirchner?

Ella no se va a retirar. Tiene que garantizar no ser procesada y una de las formas es estar en la esfera pública. No creo que se retire y quizá también fantasee en un regreso. 

¿No creés que lo que pasó con Lula da Silva la pueda entusiasmar?

Es muy probable, porque ella no creo que se detenga a caracterizar las diferencias de los dirigentes que rodean a Lula de aquellos que son cercanos a ella. 

En tu anterior columna hablaste de un golpe cívico en relación a la iniciativa del Gobierno de llevar adelante un juicio político a la Corte...

Totalmente. 

No me fui del país con la dictadura pero podría hacerlo si hay un juicio político a la Corte. Si pasa desestabilizaría todo nuestro político y todo nuestro sistema de garantías. Si esos magistrados no tienen esas garantías, qué se puede esperar de nosotros. 

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Esta fuerte opinión que expresaste, que no te fuiste durante la dictadura pero podrías irte si avanza el juicio político a la corte, ¿podrías desarrollarla?

La dictadura fue el momento más duro que vivimos los que permanecimos en Argentina, y que además conversábamos mucho con los exiliados, de quienes hoy soy gran amiga.

Nunca hice una partición entre exiliados y residentes en Argentina, es una división torpe como también quienes la practicaron. 

Hay mucha gente que no puede vivir en la clandestinidad. Por mi militancia política anterior, sabía vivir en la clandestinidad, por lo que esas son las diferencias.

Si tomás un intelectual que no estaba habituado a vivir en esos términos, lo más lógico es que se fuera de Argentina, pero si contempás la situación de uno que estaba acostumbrado a vivir de esa forma y que sabía que tenía que cambiarse el color de la remera cada vez que cruzaba la calle, es probable que se quedara.

Era probable que me pasaran cosas terribles, o también que zafara, salvara mi vida, aún cuando me buscaron. 

¿Sería peor la situación ahora porque no sería alguien que te va a buscar, sino que sería la pérdida de una calidad institucional que trasciende a algo que se pueda cambiar? 

Sería eso, y sería algo que me sucede en una edad próxima a la muerte. Vivir mis últimos años en una dictadura es una prueba a la que le pediría a Dios que no me sometiera, si fuera creyente.

BL JL