MODO FONTEVECCHIA
Situación laboral

Daniel Ménendez: "La mitad de los argentinos trabajan precarizados"

El referente político de Barrios de Pie caracterizó el trabajo informal como una "situación estructural" y rechazó las medidas de Larreta sobre los planes sociales en la Ciudad. "Es una doble estigmatización para el que recibe un plan", afirmó.

Daniel Menéndez
Daniel Menéndez | Telam

El secretario del Consejo de la Economía Popular, Daniel Menéndez, opina que Larreta es demagógico cuando plantea que los movimientos sociales no tienen por qué administrar los planes sociales. "El desafío es establecer nuevos derechos e instalar debates profundos en Argentina en cuanto al trabajo", aseguró en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (FM 101.9).

Ayer, Horacio Rodríguez Larreta dijo que si es presidente terminará con la intermediación de los planes sociales. ¿La administración de éstos se haría a través de algún sistema automatizado, creés que la tecnología hoy en día pueda hacer posible eso? ¿Las organizaciones sociales tendrían un rol que cumplir en la sociedad como representantes de esas personas sin administrar quienes reciben un plan social?

Completo diciendo que Juan Carlos Schmid planteaba que, a su juicio, los trabajadores que no tienen un empleador, igualmente debería integrarse a la CGT y ser parte de un movimiento sindical de trabajadores.

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Hay una demagogia que suena bien, a veces, queda agradable, sobre en todo épocas electorales, pero detrás de esas palabras hay una enorme falacia. 

En Argentina hay un modelo de desarrollo, que es un problema en el mundo, porque el universo del trabajo varió. La mitad de los argentinos trabajan precarizados, sin derechos y sin convenios colectivos que le permitan tener la dignidad de derechos ya adquiridos durante el siglo pasado, ese es el gran desafío que tenemos en el mundo del trabajo. 

El gran debate del país es cómo construimos derecho de aquellos que trabajan en condiciones donde existe autoexplotación a niveles importantes, baja productividad, magros ingresos. Hay una cantidad de tareas por realizar que cuando uno escucha la clase política pensar y estigmatizar a la ayuda social como el elemento de explicación a las dificultades.

Es una mirada muy corta, efectista. A veces, Larreta cae en esta situación de decir lo que la gente quiere escuchar, pero que en realidad eso nos va a llevar a no resolver los problemas de fondo, después la intermediación es un gran debate en Argentina. Hay una forma que es la más lógica para resolver el problema de la intermediación que es lo que propusieron las organizaciones sociales que tiene que ver con universalizar la política social, es decir, que haya un ingreso básico para todos los trabajadores que desarrollan su labor sin derechos y que tienen sueldos magros puedan acceder a la canasta básica a partir de recibir la mitad del salario mínimo y que eso no esté sujeto a cupos ni arbitrariedades de ningún tipo.

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Esas discusiones, que implican de qué formas se realiza una modificación del presupuestario de Argentina para poder acceder, hacer frente a ese gasto, son los debates que hay que dar.

Hace 25 años que existen organizaciones comunitarias en los barrios populares de Argentina y eso no se resuelve en cuanto a si se tiene o no acceso a otorgar un beneficio del Estado. Eso existe porque hay un sujeto, que son los trabajadores que están por fuera de los convenios colectivos y se organizan. 

Lo charlamos muchas veces con Schmid y con distintos sectores de la CGT. El mundo del trabajo vino para cambiarse, la revolución tecnológica, las dificultades que hay y que este martes se plantearon en el acto de la CGT y tiene relación con el reparto de horas o la baja sobre la cantidad de horas que se trabajan semanalmente. Son debates que son interesantes, porque tienen que ver con el nuevo mundo que hace mucho tiempo está consolidado y muchos no lo quieren ver. Estos planteos berretas no dan cuenta del desafío que existe.

¿Cuál es tu propia visión de cómo será el futuro de las organizaciones sociales de aquí a diez años?

El desafío es establecer nuevos derechos e instalar debates profundos en Argentina en cuanto al trabajo, con cámaras empresariales, la Unión Industrial Argentina, las PyMEs, la CGT, entendiendo que hay un sujeto social que está cada vez más excluido de condiciones básicas de derechos del trabajo y que hay una subjetividad en el país que comenzará a cambiar. Así como generaciones anteriores entraban en su primer trabajo y, si querían, podían laburar 40 años en la misma fábrica y estaba la familia telefónica, ferroviaria, metalúrgica. 

Hoy esto quedó achicado y vemos que el ingreso al mundo del trabajo se da por aplicaciones, con chicos de clase media pedaleando, entregando cosas con una autoexplotación y niveles de precariedad enormes, o en el comercio con informalidad, o los sectores populares con las changas, trabajando en un taller familiar o con distintas intermediaciones del Estado, a través de tareas sociocomunitarias, mantenimiento de los barrios, etc. 

Todo eso va a gestar peleas por transformar esas condiciones, así como en Europa se da la lucha por el ingreso básico universal. Peleas por cómo se integra a aquellos que están por fuera del mercado del trabajo. Más tarde o más temprano, en Argentina, vamos a salir de la tontería del plan social, cuando podamos madurar, entendamos que fracasó y tengamos una mirada productiva de quienes está en los márgenes de cómo el mundo del trabajo formal construyó su lógica productiva. 

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Lo que hay que hacer es invertir para adoptar lo de mayor productividad, tecnología, derecho, acceso a la salud. Ese mundo de la informalidad hay que trabajarlo en mayores niveles de dignidad, algo que se torna como una discusión compleja cuando la clase política plantea que hay que presentar un curriculum. Al que percibe un plan social se lo doble victimiza, porque se lo excluye a tener acceso a trabajos con derechos. Culpar a aquel que está excluido es una enorme inmoralidad. Yo aspiro a que las organizaciones sociales podamos construir un consenso social que nos permita trabajar en un cambio profundo y real. 

Imaginate que una persona cartonea y saca 100 mil pesos por mes y recibe un subsidio del 20% de ese dinero. Si viene un empleador y le ofrece 20% más de lo que obtiene de la suma de las dos cosas, ¿eso está bien para la sociedad? ¿es útil? ¿no mejora la sociedad en su conjunto, porque, al mismo tiempo de darle un trabajo mejor, quita el costo que tiene para todos los demás el subsidio, que ya no es necesario, y aumenta la productividad del trabajo, que obviamente el cartoneo la tiene, pero un trabajo que supuestamente puede pagarle más dinero que lo que da el cartón es porque es más productivo? Desde el punto de vista de la lógica, no ideológica, sino que una lógica práctica, ¿está bien?

Está bien para esa persona puntual que tiene la posibilidad de acceder a otras condiciones de trabajo. Cuando uno ve la sociedad en su conjunto y lo ve no solamente desde una historia puntual o desde un sujeto, sino desde la estructura social de Argentina, lo que ve es que el proceso y la tendencia, más allá de las políticas que uno puede implementar. 

Coincido. Pero uno podría decir que "el verdadero líder que le toque gobernar Argentina, tiene el desafío de que esa mitad de gente que trabaja sin registro pueda progresivamente beneficiarse pasando a trabajar con registro". Ese es el verdadero desafío que tendrá la dirigencia de la próxima década. 

También es parte de la mala noticia que nosotros venimos planteando hace un tiempo que, en los trabajos con derechos, no entran todos por más que estiremos la productividad y las inversiones.

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Hoy leíamos los diarios del mundo, y uno decía que España tenía un porcentaje de desempleo del 13%. En Argentina es casualmente 6%, por estas otras formas, lo ideal sería poder pasar a tener una economía que tenga una tasa de desempleo aceptable y, al mismo tiempo, un seguro de desempleo, pero que la falta de trabajo sea coyuntural y no permanente.

El gran tema pasa por cómo creamos nuevos derechos en lo que llamamos economía popular.

Entiendo que la tarea de ustedes siempre va a ser necesaria, porque va a haber una parte que el mercado no va a absorber. El objetivo de ustedes es que representen cada vez menos gente, porque esto indicaría que muchas personas podrían acceder a posiciones de clase media baja. ¿Ese sería el verdadero objetivo de ustedes también o que la cantidad de gente representen sea la misma o cada vez mayor? Intuyo que lo contrario. 

El problema es que no vamos a dejar de representar a aquella personas cuando esas van para arriba, es decir, siguen siendo parte de una organización comunitaria. 

En ese caso pasarían a ser representados por la CGT, porque pasarían a tener un trabajo en relación de dependencia y estarían en una organización sindical.

Pero es parte de la evolución de un proceso social que ojalá podamos ser protagonistas. Lo que quería señalar es que hay un problema estructural, más allá de que las medidas tengan que ver con cómo hacemos para que haya más inversiones, generar más trabajo y que leyes laborales puedan integrar de mejor forma a millones de argentinos.

Hay que construir nuevos derechos que permitan que el mundo de la economía popular sea más digno, sea más chico o más grande el mundo de la economía informal. 

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El trabajo que hizo Juan Grabois con los cartoneros de la Ciudad de Buenos Aires es un claro ejemplo, porque cuando uno miraba en el 2000 a los cartoneros que recorrían la Ciudad, se escuchaba que querían que desaparezcan. En esa tarea, más allá de las dificultades, se pudo avanzar en que se tenga guardería, obra social, puntos de recolección, articulación comunitaria en la venta, mejorar los ingresos. Hay tareas que hay que pensarlas no con la idea de la temporalidad, porque hay una disociación en el país que cuando se crece y hay mejoras macroeconómicas no se incluye todo el trabajo que se necesita. 

Entonces, hay variables estructurales que, por más que tengamos crecimiento de 10 puntos, la generación de empleo que logramos en términos formales no absorbe la masa de trabajadores que que quisieran acceder a estos empleos.

La lucha de ustedes es doble. Por un lado, el éxito de reducirse y, al mismo tiempo, aquellos que no pueden entrar en el mercado laboral en blanco tengan las mejores condiciones posibles. Ahí es un tema de ponerse de acuerdo con los políticos, porque me parece que eso redunda en beneficio de toda la sociedad, del Estado, los privados, etc. 

Sin dudas.

Por eso es tan nocivo cuando, en épocas electorales, se tocan las fibras más sensibles de la sociedad con demagogia para plantear esta doble estigmatización o doble penalización que se le da a quien está excluido y persigue un plan social.

Larreta tendría que arrancar diciendo: "pido perdón porque hace 20 años soy protagonista de la vía pública en Argentina y porque soy parte del fracaso de no haber construido", y no señalando a aquel percibe un plan y decir "lo voy a controlar para que vaya y se integre al mercado formal de trabajo", porque, en realidad, la culpa es de la política y no del que percibe un plan social. 

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Eliseo Verón decía que el discurso tenía tres planos. El paradestinatario, contradestinatario, el protodestinario. En el planteo de Larreta podría haberle hablado a los que reciben planes sociales diciendo que "yo les voy a conseguir laburo".

Lo que se busca es seguir inyectando en la sociedad la idea de seguir estigmatizando, segregando y responsabilizando a los beneficiarios de un plan de esa realidad, porque cuando los sectores medios miran a aquellos que están excluidos de los márgenes de un trabajo digno, les es más tranquilizador que esa persona es culpable de esa realidad y no pensar que estamos ante un problema estructural. Es muy fácil, para sectores de la política, construir ese relato, les muy funcional para quitarse de encima responsabilidades, culpas y autoexigirse de manera más seria las soluciones que necesitamos. 

Esos son parte de los elementos que dificultan y sobre los cuales que hay que trabajar. Está claro que todas estas bravuconadas cesan cuando se llega al Gobierno, porque las dificultades son distintas, la articulación y el corporativismo en argentina es importante, porque después se busca establecer cómo llevar adelante la gobernabilidad en un país tan complejo.

BL FM