La noticia del hallazgo de una descomunal reserva de agua en la Luna sacude a los astrónomos. El análisis de muestras enviadas desde una nave china permite estimar que nuestro satélite contiene 270.000 millones de toneladas de agua, mucho más de lo que se creía hasta hoy.
Hace dos años, la sonda Chang’e 5 aterrizó en el Oceanus Procellarum, una enorme mancha oscura visible desde la Tierra, y usó un brazo robótico para tomar muestras. Después de empaquetarlas, las envió al módulo orbital que sobrevolaba la Luna, desde donde se despacharon de vuelta hasta acá. Las muestras contenían vidrios de impacto: granos de colores formados tras el choque de meteoritos, que a su vez guardaban pequeñas cantidades de agua.
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Cuando el sol impacta a esos granos sobre la superficie lunar, libera vapor de agua, que tiende a permanecer en los lugares más fríos y oscuros. En esas regiones, en especial el polo sur, aterrizarán -quizá a fines de esta década- las misiones tripuladas que lo usarán como sustento de colonos y materia prima para el combustible de cohetes, con los que más adelante se buscará llegar a Marte.
Otros mundos
En contra lo que muchos creen, el agua es un elemento abundante en el universo. El hidrógeno se creó en el Big Bang y el oxígeno se genera en los núcleos de estrellas masivas. Hay enormes cantidades de agua en estado sólido y gaseoso en los viveros estelares de nuestra galaxia, en asteroides, cometas, lunas y planetas.
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A fines del año pasado, un equipo de la Universidad de Montreal encontró dos exoplanetas (planetas fuera del sistema solar), Kepler-138 c y Kepler-138 d, que podrían estar compuestos casi en un 50% por agua líquida: mundos acuáticos tres veces más grandes que la Tierra.
Encélado (la luna de Saturno), Ganímedes, Calisto y Europa (de Júpiter) son otros ejemplos. El año que viene se lanzará la misión Europa Clipper, que buscará conocer más detalles sobre la atmósfera, la superficie y el interior de esa última. Acaso lo más importante sea revelar su potencial de habitabilidad: una serie de requisitos que incluyen una fuente de energía (solar, térmica o química) y componentes químicos como carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, fósforo y azufre. El futuro depara más sorpresas.
BL JL