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MODO FONTEVECCHIA
Masacre en Brasil

Especialista brasileño en violencia policial explica por qué “bandido bueno es bandido muerto”

“El bandido bueno, bandido muerto, siempre fue dicho por personas del campo político de Bolsonaro”, señaló Helio Augusto, referente comunitario de San Pablo. Y explicó que “cuando el delito es en el centro financiero no hay tiros, pero cuando es en la periferia el resultado son muertos”

Brasil Operación Contención en la Favela Vila Cruzeiro 28102025
Agentes de policía escoltan a presuntos delincuentes arrestados durante la Operação Contenção (Operación Contención) en la favela Vila Cruzeiro del complejo Penha, en Río de Janeiro, Brasil. | AFP captura de pantalla

“En la Faria Lima, que es la alta burguesía, el sistema financiero, no hubo un tiro. En la periferia, parece que está liberado”, dijo Helio Augusto, referente comunitario de San Pablo. “El discurso del gobierno anterior era más violento, apuntando a las periferias como la origen del crimen. Aquí hay una expresión que es ‘bandido bueno, bandido muerto’, siempre dicha por personas del campo político del Bolsonaro”, explicó el residente de la favela Dailha en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (AM 1190).

Helio Augusto es residente de la favela Dailha, en la zona este de San Pablo. Participa activamente en movimientos populares y pastorales desde los 14 años, promueve la formación de jóvenes de la periferia y organiza un grupo que lucha contra la violencia policial llamado Nombre de los Números.

¿Cuál es la relación entre la pobreza y el narcotráfico en Brasil?

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La relación de la pobreza con el narcotráfico es, sobre todo, de necesidad. Y uno ve esas estructuras del crimen arrojadas hacia la periferia, porque es un lugar donde encuentra espacio para desarrollarse. Sin una fiscalización real del Estado. Y encuentra personas que están en situación de exclusión, que no tienen ingresos, que no tienen una educación sólida, con falta de estructura. Son personas capaces, tan capaces como las otras. Pero a veces no tienen acceso a una escuela con más recursos. Las escuelas están deterioradas, la infraestructura del barrio, la infraestructura de salud y las casas son precarias. Y esa situación de exclusión termina llevando a las personas a quedar expuestas ahí.

¿Cuál es la diferencia entre las comunidades de San Pablo y las comunidades de Río de Janeiro?

La presencia de personas de la periferia, son semejantes. Yo creo que no solo en San Pablo, sino también en Río. Son personas cuyas familias, a lo largo de la historia, estuvieron en capas sociales más bajas. Muchas personas negras. Personas cuyas familias vienen de un histórico de exclusión social, de exclusión de la educación, de acceso a buena información, a una buena formación. Eso termina colocándolos en una situación de trabajo más precaria. Eso hablando de la población. Ahora, hablando de la organización del crimen, ya hay algunas diferencias de origen, de cómo se organiza, de la forma en que encaran al Estado y cómo el Estado los encara.

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¿Cambió algo entre la presidencia de Bolsonaro y el regreso de Lula en relación al combate del narcotráfico y la violencia policial?

Cambia, sobre todo, el discurso. Aquí hay una expresión que es: “bandido bueno, bandido muerto”, que siempre fue dicha por personas de ese campo político de Bolsonaro. El campo progresista, que terminó eligiendo al presidente Lula por primera vez, y a la presidenta Dilma, ya tiene otro enfoque. Tanto en una cuestión de inteligencia, y cuando hablo de inteligencia no hablo del carácter intelectual de la persona, sino de la forma de tratar, de colocar un proceso de investigación, de mapear de dónde viene el recurso, cómo combatir el recurso. Y combatir las estructuras del crimen, no solo del tráfico, sino en otras áreas también.

Durante los gobiernos del PT surgieron varias herramientas de transparencia del Estado que ayudaron a encontrar crímenes dentro del propio Estado. Cuando se ven las crisis de corrupción que hubo, fueron a partir de herramientas creadas por el propio gobierno, que investigaba a sí mismo al punto de encontrar los escándalos que se encontraron. Eso no quedaba solo en el gobierno.

Cuando se ve la actuación junto al crimen organizado, también hoy se ve la actuación de la Policía Federal, que tiene libertad para actuar e investigar. Recientemente tuvimos una operación inmensa aquí en San Pablo llamada Operación Carbone. Encontraron sectores en la Faria Lima, que es nuestro centro financiero, donde empresas hacían lavado de dinero del crimen organizado, tanto de una gran facción de San Pablo como de otras.

Y vemos la diferencia de actuación. Esa operación en la Faria Lima, que es la alta burguesía, el sistema financiero, el sistema bancario, no tuvo un solo tiro. Ni un tiro. Imaginen si pasara algo semejante en la periferia. No deseo la muerte de nadie, pero si se rompiera una ventana en la región de la Faria Lima, no necesitamos imaginarlo. Basta recordar las manifestaciones que hubo hace un tiempo, cuando la gente tiraba una piedra a la vidriera de un banco y era cazada como un animal. Ahora, en la periferia, ya sea en Río o en otros lugares del país, parece que está liberado. Se llega ahí como si el gran traficante estuviera allí.

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Hoy mismo está ocurriendo una operación en San Pablo, diferente a la de Río, intentando atacar donde se lava el dinero. Encontraron varias empresas del sector de aire acondicionado, algunas con agujeros de más de 400 millones, y no se escuchó hablar de un solo tiro. Ni un tiro. Y más que una diferencia geográfica entre San Pablo y Río de Janeiro, hay una diferencia de cuenta bancaria, de clase social. Estas operaciones no fueron en la favela: fueron en empresas, en empresarios, y ahí no se disparó un tiro.

Un exdiputado llamado Roberto Jefferson, recibió una orden de prisión. Cuando la Policía Federal fue a buscarlo a su casa, él los recibió con una ametralladora, con granadas. Tiró una granada sobre el auto de la policía, una agente salió herida. Y cuando el equipo entró a la casa, tomó café con él. Él salió cuando quiso, sin esposas.

Muy diferente de lo que pasa en Río de Janeiro, donde la periferia está compuesta por negros, pobres, personas con dificultades, y el gobernador informa que las únicas víctimas fueron cuatro policías. Es lamentable perder la vida de los policías, pero ni siquiera se identificaron los muertos.
Hoy por la mañana, la mitad de los cuerpos aún no habían sido identificados. Y apostar a que los 134 muertos eran traficantes, es lamentable.

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Aquí en Argentina se habla de las intenciones electorales del gobernador de Río de Janeiro, dado que Río es la ciudad más bolsonarista. ¿Existe alguna diferencia entre el gobierno de San Pablo, que también es de derecha, y el de Río de Janeiro, así como hablamos de la diferencia entre Lula y Bolsonaro?

Hay una diferencia en la política de Río y San Pablo. Desde la redemocratización, a comienzos de los años 90, casi todos los gobernadores que pasaron por el gobierno de Río de Janeiro están presos o estuvieron presos, con excepción de dos o tres. Una de ellas es Benedita da Silva, una concejala negra que vivió en un morro y también gobernó el Estado, y no tuvo problemas. Ahora, los otros gobernadores, todos tuvieron problemas con el crimen organizado: sea en el cuello blanco, por desvío de dinero, o directamente involucrados con la milicia.El más reciente fue aquel que era juez, y también está preso.

El gobernador de San Pablo, Tarcísio de Mota no es paulista, es de Río de Janeiro. En el espectro político, pertenece a la misma línea del grupo de allá. Pero en San Pablo el grupo que lo apoya tiene otras personas, no solo la figura de Tarcísio. Evaluar la política sólo por la figura del gobernador, sea Tarcísio o Castro, es un error, porque hay todo un grupo a su alrededor que influye en la política que llevan adelante.

Aquí en San Pablo también tenemos una política de enfrentamiento hacia las periferias, como si la periferia fuera un crimen. Recientemente hubo operaciones en la Baixada Santista, donde murieron muchos. No llegó a más de cien como en Río de Janeiro, pero también murieron muchas personas en la favela, bajo el pretexto de combatir el crimen. Pero el crimen no se fabrica en la favela. Allí no se fabrican fusiles, no hay laboratorios para producir drogas. Entonces, el verdadero poder del crimen no está allí. Y quienes reciben los tiros son los nuestros.