Durante casi medio siglo, el fútbol argentino estuvo gobernado por dos hombres: Julio Humberto Grondona, el patriarca absoluto, y Claudio “Chiqui” Tapia, heredero de un sistema que sobrevivió a los escándalos globales y se recicló en versión doméstica. Estilos distintos, épocas diferentes, pero una matriz similar: opacidad, negocios paralelos, operadores en las sombras y patrimonios que no se explican con los ingresos declarados.
El documento analizado para esta investigación traza un puente incómodo entre ambos: un modelo que parece más preparado para garantizar la supervivencia del poder que para transparentar el fútbol.
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La AFA estuvo marcada por dos ciclos de conducción hiperpersonalista. Grondona construyó un gobierno vertical, paternal, respaldado por la FIFA y un sistema aceitado de favores. Tapia, en cambio, se apoyó en operadores políticos y territoriales, pero heredó herramientas que la estructura nunca desactivó: ausencia de auditorías, contrataciones discrecionales y cajas paralelas.
El resultado es el mismo: crecimientos patrimoniales súbitos, entornos económicos que florecen sin explicación contable y decisiones que atraviesan al arbitraje, los negocios y la política nacional.
El legado Grondona: dinero negro del sistema FIFA y un imperio familiar
Las revelaciones del FIFAgate no sorprendieron al ambiente del fútbol, pero confirmaron lo que era vox populi. La Justicia de Estados Unidos determinó que Grondona fue beneficiario directo del circuito global de coimas por derechos de TV. Baldazos de dólares que salían de Torneos y Competencias, y terminaban, vía Suiza u offshore, en manos del presidente de la AFA.
- Según el testimonio de Alejandro Burzaco, Grondona recibió al menos US$ 15 millones solo por contratos de Copa América y Libertadores.
- En Tribunales se lo mencionaba como “El Árbitro”: el hombre que decidía a quién cobrarle, a quién salvar y a quién hundir.
- Pandora Papers reveló que parte de su herencia pasó por una estructura offshore en Belice, abierta por su hijo Humberto.
- Se detectaron cuentas en el Julius Baer vinculadas al manejo de fondos provenientes de FIFA.
El impacto patrimonial fue inmediato: desde el clan Aversa (su yerno, Genaro, creció de vendedor minorista a desarrollador inmobiliario) hasta sus hijos, todos mostraron incrementos patrimoniales incompatibles con el salario formal de un dirigente.
La conclusión del expediente es contundente: hubo enriquecimiento indirecto altamente probable y un sistema que operó sin controles reales durante décadas.
Tapia: un ecosistema financiero paralelo y bienes imposibles de justificar
La gestión Tapia no replica el circuito transnacional de Grondona, pero construyó un universo doméstico donde conviven financieras investigadas, sociedades fantasma y bienes cuyo valor no coincide con los ingresos del titular de AFA.
El actor clave del esquema actual es Sur Finanzas, encabezada por Ariel Vallejo, un operador señalado como articulador económico del entorno de Tapia.
- La Justicia investiga un circuito de $6.000 millones por presunto lavado y manejo irregular de cheques. - La financiera tuvo un crecimiento exponencial justo cuando aumentaron sus vínculos con actores cercanos al fútbol.
- En paralelo, Tapia y su círculo acumularon propiedades de alto nivel: una vivienda en Los Cardales valuada en US$ 450–500 mil, un departamento premium en la Ciudad de Buenos Aires estimado en más de US$ 350 mil y vehículos de gama alta.
El patrón se repite: empresas sin actividad real aparecen en contrataciones, intermediarios informales operan eventos, logística y marketing, y la trazabilidad económica es prácticamente inexistente.
La Justicia aún no probó enriquecimiento ilícito, pero el ecosistema económico sin explicación contable es evidente.
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El arbitraje, la política y la caja: las herramientas del poder que no cambiaron
Ni Grondona ni Tapia resignaron la herramienta más eficaz de control interno: el arbitraje. Con Grondona, históricas denuncias por designaciones “a medida”. Con Tapia, la llegada del VAR multiplicó las sospechas y las tensiones.
En ambos modelos aparecen constantes:
- Contratos sin licitación pública.
- Publicidad no bancarizada.
- Empresas interpuestas.
- Torneos diseñados para habilitar nuevos negocios.
- Alianzas políticas determinantes: Grondona conservó poder negociando silenciosamente; Tapia se alineó abiertamente con distintos gobiernos y convirtió a la AFA en un actor político relevante.
El problema no es quién preside la AFA, sino quién la controla
Argentina ganó dos mundiales bajo estas gestiones y una colección de títulos que enmascaran un problema más profundo: la institución no está construida para transparentar sus cuentas, sino para blindar a quien la conduce.
A 45 años del inicio del ciclo Grondona y casi una década del ascenso de Tapia, la pregunta sigue siendo la misma: ¿quién audita al poder que maneja el fútbol argentino? Mientras esa respuesta no exista, los nombres podrán cambiar, pero el modelo seguirá intacto.
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