La era Draghi duró menos de un año y medio. El primer ministro de Italia, Mario Draghi, perdió el apoyo de gran parte de la coalición que lo sostenía, razón por la cual presentó esta mañana su dimisión.
Se trata del corolario de una jornada caótica que definió, la del último jueves en el Senado, que definió el destino de Italia. Abandonaron el recinto los principales partidos de la coalición gubernamental, la Liga, Forza Italia y el Movimiento 5 Estrellas.
El resultado: Draghi, retenido en su cargo por el presidente de Italia, Sergio Mattarella, después de 17 meses de mandato, decidió hoy su partida. Les pidió a los suyos que no abandonaran el barco, pero no lo consiguió.
Al previsible rechazo del M5S, que desertó de la moción de confianza el jueves de la semana pasada, se sumaron la ultraderechista Liga del populista Matteo Salvini y Forza Italia de Silvio Berlusconi, uno de los promotores de la ruptura.
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El naufragio de Draghi, ex presidente del Banco Central Europeo, se debió a su renuencia a aceptar la profunda reestructuración del gobierno exigida por sus socios.
En vano alentaron a Draghi desde los sindicatos y las patronales hasta la Iglesia Católica mientras crece la crisis económica, política y social en medio de los incendios provocados por las altas temperaturas.
Italia se apresta, una vez más, a volver a la casilla de salida con nuevas elecciones en la última semana de septiembre o en la primera de octubre después de haber recobrado protagonismo internacional por su compromiso con Ucrania frente a la invasión de Rusia y de haber obtenido los fondos del Plan de Recuperación de la Unión Europea, pendientes de reformas.
Como decía el ex futbolista francés Michel Platini, cuando cae el acróbata, suelen entrar los payasos.
CB PAR