“El periodismo atraviesa uno de los tiempos más desafiantes que tiene la comunicación de la información”, afirmó Javier Calvo en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (AM 1190), al hacer un balance de fin de 2025 sobre el estado de los medios. En un escenario marcado por la expansión de las redes sociales, la competencia por el tiempo de atención y la irrupción de la inteligencia artificial, el periodista sostiene que el mayor desafío sigue siendo “honrar nuestro trabajo, nuestra profesión, tratando de ir detrás de los hechos, tratando de verificarlos”, aun cuando “la manera de cómo nosotros conocimos el periodismo o las redacciones no tiene nada que ver con lo que es hoy”.
Javier Calvo es un periodista con una extensa trayectoria en medios gráficos y televisivos. Se desempeña como jefe de redacción de Diario Perfil, ha trabajado estrechamente con figuras como Jorge Lanata, quien editó en Perfil. Es columnista político en el Diario Perfil y participa en programas de análisis político en canales como Ahora Play en YouTube. Es especialista también en análisis de actualidad política argentina, cubriendo temas relacionados con el gobierno de Javier Milei y el peronismo.
¿Qué sentis al ver el periodismo como está hoy: los canales de streaming, YouTube, la desintegración del sistema de medios como lo conocíamos hasta hace muy poquito por múltiples fuerzas que tienen que ver con aspectos intrínsecos de los propios medios de comunicación, sus fragilidades, la aparición ya hace diez años de Google y de Facebook absorbiendo un enorme porcentaje de la publicidad, las propias crisis económicas de la Argentina, los propios castigos de Javier Milei? ¿Qué balance hacés del periodismo en estos años, al final de este 2025, y de qué forma puede ser una especie de espejo lo que le pasó a la política?
Me parece que el periodismo atraviesa uno de los tiempos más desafiantes que tiene la comunicación de la información, no de la divulgación simplemente, sino de la investigación periodística, de los periodistas estando detrás de los hechos, detrás de la información. Y me parece que eso es un proceso que viene dándose desde hace varios años. Primero con la irrupción de internet, después con la irrupción de las redes sociales, ahora con la irrupción de otros formatos de difusión, y la última novedad, que es la inteligencia artificial, nos enfrenta siempre al desafío de honrar nuestro trabajo, nuestra profesión, tratando de ir detrás de los hechos, tratando de verificarlos, forzándonos por ser honestos intelectualmente.
Me parece que ahí sigue habiendo más oportunidades que clausuras, aunque es cierto que la manera de cómo nosotros conocimos el periodismo o las redacciones no tiene nada que ver con lo que es hoy. Y creo que nuestra obligación como comunicadores es tratar de adaptarnos lo mejor posible a ese desafío, porque nunca tanta gente, nunca tantos millones de personas consumieron tantas noticias como ahora.
El tema es cómo las consumen, desde dónde se informan, a través de qué plataformas, a través de qué medios, porque lo que nos encontramos ahí es una revolución desde el punto de vista de la cantidad de gente que hoy accede a información, mucho mayor que la de hace unas décadas, pero a través de canales que no son los tradicionales: la televisión, la radio, los diarios, las revistas. Me parece que el periodismo tiene que encontrarle una vuelta para adaptarse a eso, y no terminamos de encontrarle la vuelta porque van apareciendo nuevos desafíos. El último es la inteligencia artificial, pero yo no diría que es el último: es el más reciente.
Van a venir cada vez a más velocidad y más frontalmente nuevos desafíos que nos van a encontrar con ver de qué manera nosotros adaptamos esas viejas capacidades que teníamos para chequear información, para buscar información, para contar las cosas en estos nuevos formatos. Lo que pasa que ahí chocamos también con un viento de época, llamémoslo así, que es que no todo el mundo quiere informarse de una manera imparcial. También los sesgos de confirmación... si uno consume medios de otros países de Latinoamérica, de Estados Unidos, de Europa, se encuentra con que el sesgo de confirmación, y que yo me informo de acuerdo a lo que yo espero encontrar, y lo que quiero leer o lo que quiero escuchar, y no quiero escuchar lo que no se adapta a esa creencia mía, ese pensamiento mío, es algo muy extendido y contra lo cual también los periodistas nos significa un desafío.
Sobre todo aquellos periodistas que no adherimos a una causa, que no adherimos a una ideología por encima de lo que nosotros consideramos que es nuestro trabajo profesional. Y también significa un gran desafío, sobre todo en muchos países como las regiones que nombré recién, incluida la Argentina, en donde desde los poderes de los Estados muchas veces se premia o se castiga a los que están de esta vereda o de los que están en la otra vereda, lo cual también distorsionala provisión de información, que es pública y que los medios tenemos un poco como el deber de ir detrás de ella, no solamente para ser voceros, sino para tener ese espíritu crítico que debe tener el periodismo para analizar la información que proviene desde el Estado, para que acceda a toda la comunidad y pueda sacar sus conclusiones respecto a todo eso. Creo que son todos factores que alteran en gran medida nuestro trabajo, que tanto amamos hacer.
Sabés que cuando la producción me colocó a las 10:40, me aparecía en la rutina, y no puedo dejar de compartir con la audiencia lo que siento: ¿Qué hacemos nosotros dos a esta hora hablando por televisión, cuando hace 20 años, nos sentábamos a discutir en la clásica reunión de las 12 del mediodía del diario Perfil, qué íbamos a publicar? Y probablemente lo que esté sucediendo es que todo es audiovisual. Es decir, inclusive internet, inclusive lo que se ve en cualquiera de las plataformas digitales, tanto la web como las alternativas de las redes sociales.
Siempre insisto que no hay que hablar de gráfica, televisión, radio, internet, que en realidad todo se construye a partir de los sentidos que tenemos, a partir de la voz, a partir de los ojos, lo que podemos escuchar, lo que podemos ver, lo que podemos leer, y los atributos de quienes tienen capacidad de comunicar con cada uno de estos sentidos en mayor proporción. Y lo que yo percibo, a ver si a vos te pasa lo mismo, cuando uno abre en un buscador que la inteligencia artificial ya amenaza con dejarlos obsoletos pronto, pero que uno abre el primer scroll, son todos videos. Entonces, ¿qué pasó con todos los periodistas de gráfica? Todos tuvieron que hacer televisión de alguna u otra manera y nosotros dos somos el mejor ejemplo 20 años despuéso, ¿qué hacemos hablando por televisión vos y yo?
El otro día me sorprendía, ratificaba un poco el sesgo de confirmación, en este caso de tipo profesional. Creo que era la encuesta anual del Reuters Institute, o alguna parecida, en el capítulo argentino de cómo se informan los argentinos. Bueno, un abrumador porcentaje de gente decía que trataba de mantenerse informada, pero decía que el 70% utilizaba para informarse las redes sociales, y entre las redes sociales que utilizaba ese 70%, la primera era Instagram; después estaba Facebook y después estaba TikTok, que también es básicamente audio y video. Creo que cuarta era la actual X.
Creo que también, 20 años después se está dando esto de que nosotros estemos hablando, en vez de una reunión de editores para ver de qué manera hacíamos una edición papel, estemos hablando en un formato que es más audio, más video, pero siempre trabajando de periodistas, que es finalmente lo que nos gusta, lo que amamos y lo que creemos que es nuestra contribución social, en este caso en la Argentina, a nuestra comunidad desde nuestro trabajo. Me parece que poder habernos podido adaptar a ese cambio de formato sin renunciar a hacer periodismo es uno de los valores más esenciales que nos permiten seguir enamorados de esta profesión que de tantos desafíos que tiene muchas veces entra en una crisis de identidad, entra en una crisis de monetización.
“Filtraciones”, el libro que explica cómo cambió el periodismo en la era de la desinformación
Cuando me meto en los buscadores y veo que la primera respuesta es de inteligencia artificial, querés ampliar la respuesta y la segunda respuesta también es inteligencia artificial, y recién en la tercera te da la opción de ir a los medios que son fuente de esa información, lo cual le agrega de alguna manera ahí el click al medio que tuvo como fuente el buscador, digo: “Estamos en problemas”. Para que nuestro trabajo no solamente se note y llegue, sino también para poder mantenerlo sostenible en el tiempo y en lo que requiere esta comunidad. Que una comunidad sin periodistas es un mundo peor.
No digo que con periodistas es un mundo mejor, pero indudablemente sin periodistas o sin gente que haga periodismo es un mundo claramente peor. Y por eso me parece que tenemos que seguir dando batalla para que, en el soporte que sea, en el formato que sea, con letras, con audio, podamos hacer nuestro trabajo y queramos hacer nuestro trabajo.
Me quedaba pensando también que cada formato, sea en la plataforma que sea, cada una tiene una ventaja competitiva, así como nuestros sentidos. Así como fuimos perdiendo el olfato porque no necesitamos ser cazadores, cada uno de los sentidos que nosotros tenemos tiene una ventaja competitiva. Y las letras tienen una mejor posibilidad de explicar lo complejo, porque el nivel de concentración que requiere la lectura permite un nivel de profundidad que lo audiovisual, no permite. Ver que hay una traslación de la sociedad al consumo de audiovisual sobre el consumo de letras, independientemente de la tecnología que sea, me parece que es otra de las explicaciones sobre la simplificación, en términos políticos, que estamos viendo a nivel mundial: hay una correlación entre la preferencia de la utilización de determinadas partes del aparato perceptivo y la correlación política.
Cuando estábamos juntos a mí me tocó hacer un posgrado en filosofía, y uno de los temas interesantes de un filósofo llamado Nagel planteaba una hipótesis de que para que una verdad sea verdad tendría que ser universal. Hasta ahí está aceptado. Ahora, él decía: “Tendría que ser universal para incluso subjetividades de distintas épocas. Una persona que nació en el nacimiento, una persona que nació en la Edad Media, hoy esa verdad, para que sea verdad en sentido kantiano, tendría que cruzar las épocas, cruzar las culturas, cruzar los lenguajes; o sea, ser universal”.
Ahora, planteaba ya un punto más: ¿qué pasa si hubiera, entre comillas,? Y la verdad también tendría que ser para marcianos para ser verdad. Si la verdad es universal, no es simplemente terrícola. Entonces, planteaba qué sucedería si vinieran habitantes de otros planetas con un aparato perceptivo distinto al nuestro. Y ponía el ejemplo de que nosotros evolucionamos de los mamíferos, darwinianamente, evolucionamos de distintas formas de chimpancés. Pero hay otros mamíferos. Podríamos haber evolucionado, por ejemplo, de los delfines, que tienen una especie de sistema radar, o de otro tipo de mamíferos que se comunican a través de un radar. ¿Cómo sería la percepción de la realidad?
Sin mejores condiciones laborales no habrá mejor periodismo
Los sentidos modifican nuestra percepción de la realidad, y lo que yo percibo es que la percepción de nuestra realidad, al pasar cada vez más de letras y lectura a audiovisual, se modifica nuestra relación con la realidad. De la misma manera que decía Bauman, que así como perdimos el olfato, estamos perdiendo la memoria, porque ya la memoria, nadie sabe el número de teléfono de nadie, hay capacidades que se desarrollan en mayor proporción con su uso y otras que, con su no uso, empiezan a quedar anquilosadas. Encuentro cierto grado de relación entre el crecimiento del consumo audiovisual en la mayoría de las redes sociales y el menor crecimiento, inclusive, en la web de letras: quiero ver a Trump y a Milei de alguna manera también resultado de eso. No sé si te parece una conjetura verosímil.
Sí, es absolutamente cierto.Explica también el mundo que hoy tenemos y que, además, nosotros los periodistas además tenemos que competir ya no solamente con otro formato, las redes sociales, adaptarnos a esos formatos, ser menos profundos, ser más rápidos, ser más picantes en poco tiempo para llamar la atención, sino que además competimos con algo que cada vez falta más, que es tiempo. Competimos por el tiempo, para que nos dediquen tiempo, cada vez más corto y cada vez más competitivo en ese plano en donde vos hoy tenés, a través de este aparatito por el que estamos hablando, teléfono celular, no solamente tenés guardada toda tu memoria audiovisual fotográfica. ¿Qué pasa con nuestra memoria visual, no? ¿Qué pasa, como en las viejas redacciones, si se incendia el archivo? Pero además estamos compitiendo en ese tiempo escaso, con plataformas audiovisuales en donde nunca antes en la historia de la humanidad tanta gente vio películas, tanta gente vio series.
¿Por qué? Y porque hoy la tenés en el celular, vas en el subte, vas en el colectivo y ves gente que está viendo una serie o una película o un programa de televisión. Los mensajes en ese sentido son tan fuertes, son tan tentadores, son tan seductores que me parece que le agregan todavía un plus a esta dinámica, que al periodismo casi se le pide lo mismo, o también muchas veces a la literatura, se le pide que compita en una situación muy desventajosa con ese mundo audiovisual, donde todo es rápido, todo es breve, donde todo tiene que suceder a mucha velocidad y donde hay poco tiempo para el análisis, para la profundidad, para poder expresar más que una idea o para poder expresar siquiera una idea. Y me parece que de alguna manera nuestro desafío es adaptarnos lo mejor posible a esa nueva realidad, porque está claro que no es una moda, es una realidad que desde hace tiempo llegó para quedarse y creo, por las señales que estamos viendo, para cada vez profundizarse, cada vez agravarse más esa realidad.
RM
LT