Aldo Duzdevich, escritor, contó los detalles del momento en que el papá de Cristina Kirchner fue víctima de un grupo guerrillero que quiso “condenar a muerte” a la gerencia de su línea de colectivos. Las revelaciones del caso en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (FM 101.9).
Ayer se publicó en el diario Perfil, en el suplemento El Observador, una nota suya que relata cómo el padre de Cristina Kirchner, Eduardo Fernández, fue amenazado por unos militantes de las Fuerzas Armadas Peronistas, en el marco de una discusión por aumentos de salarios y condiciones laborales, siendo él gerente de Recursos Humanos de la línea de colectivos, lo que nos sorprendió, porque teníamos presente que el padre de Cristina era colectivero.
Es una anécdota común de las que podían suceder en el año ‘75. No tendría trascendencia periodística hoy si Cristina Kirchner no hubiese sido vicepresidenta. Esto le ocurría a mucha gente que tenía participación en la política, en el sector empresarial, en el periodismo, entre otras actividades.
Eduardo Fernández, padre de Cristina, era colectivero. Las empresas, en aquellos años, nacían de esta manera, personas que compraban un colectivo, luego otro, se constituían como cooperativa y luego eso se transformaba en una empresa. Así eran las empresas de colectivos de La Plata. Él llegó a tener tres colectivos y, por lo tanto, era socio de la línea 520.
En 1975 se produce un conflicto gremial, salarial, pero con una particularidad. En esas épocas, las organizaciones guerrilleras habían empezado a intervenir en los conflictos gremiales. Cuando se producía un conflicto secuestraban a un propietario o a un gerente de fábrica, lo tiroteaban o ponían una bomba, con la finalidad de que accedan a los reclamos de los trabajadores.
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Esto era cuestionado por los mismos trabajadores, e incluso por los mismos partidos de izquierda, por ejemplo por el PST, que tenía mucha militancia entre los delegados de base. Según el concepto marxista, son los trabajadores quienes tienen que dar la pelea contra el patrón para obtener sus reivindicaciones.
Por eso criticaban esta intervención, como una suerte de superhéroes, que secuestrando una persona o un gerente resolvían el conflicto desde afuera, e incluso eso generaba que la represión caiga sobre los delegados de base porque la policía entendía que alguien de los que estaba en el conflicto podía ser cómplice o vínculo de la organización guerrillera.
El padre de Cristina tenía tres colectivos y empleados. Es decir, no se trataba de un cuentapropista, tenía un patrimonio de cierta relevancia.
Sí, claro. Secuestran al gerente de la línea 520, que era su socio, Juan José Flores.
Cuando lo secuestran, le piden las direcciones de todo el resto de los propietarios de las líneas, y allí, como era típico en la época, la organización guerrillera hace una suerte de juicio y condena a muerte a todos los patrones de las líneas de colectivos.
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Es decir que Fernández no es amenazado con nombre y apellido, sino comprendido dentro de las generales de la ley. Es como si yo dijera que todos los socios de Perfil están condenados a muerte, bueno, estará Fontevecchia y el resto de los accionistas de la empresa.
¿Cómo era la relación ideológica entre el padre de la vicepresidenta y quien sería su yerno, Néstor Kirchner?
Eso lo cuenta ella misma en su biografía. Dice que la relación era muy mala.
El padre lo comparaba con esos delegados de la UTA de la Juventud Peronista por su aspecto, y porque era un militante universitario de esa tradición.
FM JL