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MODO FONTEVECCHIA
Transición ideológica

Laura Alonso: “El PRO es un proceso de construcción permanente”

Lanzado en 2005 y con referentes como el expresidente Mauricio Macri, el espacio amarillo buscó consolidarse como una fuerza moderna, centrada en la gestión y la comunicación directa con la ciudadanía. Ahora enfrenta el desafío de preservar su identidad, en un escenario donde varios de sus dirigentes migraron hacia La Libertad Avanza (LLA), atraídos por su discurso liberal y disruptivo.

Laura Alonso, dirigente política argentina
Durante su gestión en la Oficina Anticorrupción, tuvo un perfil mediático fuerte y una posición cercana al macrismo | Prensa de Propuesta Republicana (PRO)

La irrupción de La Libertad Avanza (LLA) alteró el mapa político y planteó un desafío a las fuerzas tradicionales, que buscan redefinir su rumbo y adaptarse a un escenario cada vez más competitivo y fragmentado. Ante este panorama, Laura Alonso, ex titular de la Oficina Anticorrupción durante el gobierno de Mauricio Macri, sostuvo en el programa Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190), que el espacio que integra, Propuesta Alianza (PRO), “es un proceso de construcción permanente”, orientado a recuperar liderazgo, reafirmar su identidad y fortalecer su presencia política en el nuevo contexto nacional.

La dirigente política argentina Laura Alonso fue exdiputada nacional por el PRO (Propuesta Republicana) y ex titular de la Oficina Anticorrupción durante el gobierno del expresidente Mauricio Macri, cargo que ocupó entre 2015 y 2019. A la par, licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y con estudios de posgrado en el Reino Unido, se destacó inicialmente como directora ejecutiva de la Fundación Poder Ciudadano, una organización no gubernamental dedicada a promover la transparencia institucional y la participación ciudadana en los asuntos públicos. Después de dejar el cargo, continuó participando en el debate público desde una postura liberal.

En los cuatro años del gobierno de Mauricio Macri, su figura encarnó un proceso decisivo: la transformación del Propuesta Republicana (PRO) en Cambiemos, etapa en la que el partido adoptó una identidad más centrista y una impronta republicana. Aquella coalición marcó una evolución política, con el PRO abriéndose al diálogo y sumando al radicalismo y a la Coalición Cívica. En ese marco, a ella le tocó ejercer un rol de contralor interno, velando por la transparencia institucional. Con este nuevo escenario electoral, ¿cómo analizás el resultado que dejaron las elecciones legislativas del 26 de octubre?

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Hoy comienza un nuevo juicio por corrupción, que remite a aquella etapa en la que, desde la Oficina Anticorrupción, trabajamos para fortalecer la institucionalidad. Argentina atraviesa un proceso de transformación profundo que se intensificó en los últimos años, aunque sus raíces se remontan a décadas atrás. La sociedad cambió: su composición demográfica es otra. Más del 40% del padrón electoral está integrado por jóvenes que comenzaron a votar en los últimos diez o quince años, la generación nacida y formada durante los veinte años de kirchnerismo. Es un grupo distinto, marcado por la velocidad de la tecnología, que redefine las formas de aprender, comunicarse y participar.

La sociedad está cambiando a fondo, en Argentina y en el mundo, y eso naturalmente impacta en la política. La democracia, como canal de ese cambio social, todavía está girando esa rueda. Por eso seguimos sorprendidos con los resultados electorales recientes: las categorías con las que analizábamos el voto ya no alcanzan.

Se observó un desplazamiento geográfico y social en el voto de Milei: dejó de concentrarse en el sur de la Ciudad y ganó fuerza en las zonas del norte, donde predomina un electorado de mayores ingresos.

Así es, hubo un desplazamiento real, también económico. Eso refleja que un sector de la sociedad tiene una mirada hacia el futuro. El pasado queda atrás. Ningún proceso político se da por cerrado, pero hay una tendencia clara hacia el capitalismo, la apertura y la libertad. Desde el PRO, interpretamos que esa elección de la sociedad por estabilidad, previsibilidad y apertura es un dato relevante. Nada es permanente —porque la sociedad y sus demandas cambian—, pero empieza a surgir una nueva generación que busca algo distinto, y eso es positivo. Los argentinos solemos movernos en los extremos. Lo importante ahora es mantener el equilibrio para consolidar un país normal: capitalista, abierto, con oportunidades y sensatez, sin volver a los vaivenes que tanto nos dañaron.

Pensando en la transformación del electorado entre 2023 y 2025, ¿podemos hacer una proyección hacia el año 2027?

Quizás. Aunque lo de Mandani en Nueva York, por ejemplo, responde principalmente a la política local de Estados Unidos, con apenas dos millones de votantes, en Argentina hay algo que destacar: el electorado argentino es muy inteligente. Siempre está un paso adelante de los dirigentes y nos obliga a estar a la altura. Hubo un fuerte pedido social de acompañamiento al presidente Javier Milei, no tanto por su persona, sino por lo que representa: una salida hacia el futuro. No es la mirada del pasado, hoy sentada en el banquillo por causas de corrupción, sino una apuesta por un país liberal, abierto, competitivo y sin inflación. El mensaje fue claro: “no me quiten esta oportunidad”.

Por eso hablo de un crédito, no de un cheque. El cheque se cobra y se acaba; el crédito hay que devolverlo. Ese crédito se sostiene con hechos, gestión y respuestas concretas. En la Ciudad de Buenos Aires, acompañamos a Jorge Macri con un trabajo muy cercano: reuniones semanales por barrios y contacto directo con los vecinos. Esa cercanía permite resolver y escuchar. Es un ejercicio exigente, pero fortalece el vínculo entre el gobierno y la ciudadanía. A nivel nacional, la distancia es mayor y las respuestas son más generales; por eso, la cercanía de intendentes o gobernadores explica muchas veces su reelección. La proximidad genera confianza.

El PRO enfrenta ahora el desafío de mantener su identidad frente a La Libertad Avanza (LLA). ¿Cómo se percibe esta situación desde el interior de la fuerza política?

Lo vemos como una etapa natural en el crecimiento institucional de un partido. El PRO nació entendiendo la política moderna, muy centrada en las figuras y en la comunicación directa con la gente. Desde Mauricio Macri hasta las nuevas generaciones, entendimos que debíamos formar líderes preparados. Hoy trabajamos con la tercera y cuarta generación del PRO. A través de la Fundación Pensar y convenios con universidades, seguimos formando dirigentes y apostando a la gestión pública. Creemos en los equipos, en la organización y en que el PRO sigue siendo un proyecto en construcción. El día que un partido crea que ya terminó de construirse, empieza a morir.

Estamos en una fase de liderazgo fundacional. Nuestro líder fundador, Mauricio Macri, es una persona activa, joven y competitiva. Debo decirlo, aunque a él no le guste que se destaque, porque su competitividad es una característica distintiva. Es alguien de palabra y con convicciones firmes. Si se hubiera animado a postularse en 2023, la oferta electoral habría sido distinta, en lugar de Bullrich. Sin embargo, él decidió no hacerlo. Considerando lo que Rodríguez Larreta pensaba, es difícil responder a esta pregunta contrafáctica sin contradecir mi formación en Ciencias Sociales. Pero, por lo que lo conozco y hemos hablado, creo que en este momento de su vida siente que puede tomar otro camino, y eso me parece un acto de transparencia absoluta. Postularse para presidente —o para cualquier cargo— implica un compromiso total: personal, familiar y extendido. El costo para quien lo asume es altísimo.

Se dice que el presidente Javier Milei no tiene familia. Un presidente sin hijos, en otra época, hubiera sido considerado un problema. Se suponía que a la persona le faltaba algo, para decirlo de alguna manera, en una mirada familiera que tienen los argentinos y que, en general, se da mucho. De hecho, comentábamos que el jefe de Gobierno, Jorge Macri, va a ser papá. Y vos me decías —esto lo agregaba yo— que fuiste una de las avanzadas que, hace veinte años, decidió no tener hijos. ¿Percibís alguna tendencia particular en la generación más joven de esos votantes, justamente?

Lo que sí te puedo decir que hay un concepto de familia distinto. Hay algo que los argentinos hemos logrado como sociedad: no necesitamos constituir esa familia política típica que muestran otros países con democracias más viejas. No quiero decir más consolidadas, porque consolidadas evidentemente no están en ningún lugar, y las democracias son frágiles. En la Argentina nos hemos permitido tener parejas presidenciales, matrimonios presidenciales, personas solteras en la presidencia o en las gobernaciones, personas con hijos o sin hijos. La verdad es que no es un tema. No es, como se dice técnicamente, un issue. Por ejemplo, se decía que Alberto Fernández estaba soltero, siendo quien era, hasta que Cristina lo decide casi ungir como presidente. Y es ella quien le dice que tiene que tener una primera dama. Entonces, la reconciliación de él con Fabiola fue porque tenía que tener una primera dama.

En ese cursus honorum, fuiste parte importante de la campaña de la ministra de Seguridad y actual senadora electa por La Libertad Avanza (LLA), Patricia Bullrich. ¿Cómo se siente hoy dentro del PRO el alejamiento de Patricia y la hipótesis de que se convierta en una figura clave en la reelección de Jorge Macri en la Ciudad de Buenos Aires en 2027?

La realidad es que Jorge Macri ha tenido un año de gran crecimiento, tanto como jefe de Gobierno como en lo personal. Conociéndolo y estando bastante cerca, por las conversaciones y discusiones de mesa chica sobre lo que sucede en la Ciudad y lo que se nos demanda como PRO y como gestión, para Jorge ha sido un gran año, que corona con esta paternidad que venían buscando hace tanto con María Belén. Para todo el equipo, el amalgamiento de trabajo se ha potenciado y acelerado. En la Ciudad tenemos no solo cosas que están sucediendo, sino grandes proyectos y muchas obras para el próximo año. Ya estamos, desde Delepiane hasta el puente de Labruna, trabajando en la conectividad de la Ciudad. Tenemos muchos desafíos para avanzar hacia una ciudad verde y sin ruido. Y cuando digo “sin ruido”, hablo de una ciudad que cambia su transporte para contaminar menos, tanto el aire como lo auditivo.

Esa ciudad sin ruido es la que estamos visualizando. Trabajamos para gobernar cada vez mejor esta Ciudad —que es la más linda del mundo—, pero que siempre puede ser más linda. Y para volver a gobernarla en 2027. Jorge está preparado para ese desafío, y nos encanta que nos desafíen, porque eso nos obliga a mejorar minuto a minuto. El que no asume el desafío de mejorar, bueno, no tendrá lugar en nuestra gestión. Siempre dijimos —y lo dice Jorge— que la competencia es lo mejor que nos puede pasar. Al contrario, nos sirve competir. A nosotros no nos serviría ser Insfrán en Formosa: por eso somos el PRO. Elevamos la vara para que se eleve la competencia.

Nos gustaría competir con todos los que se animen a hacerlo.

¿Y creés, conociendo a Patricia como pocos, que se va a animar a competirles? ¿Imaginás entonces que su objetivo sería ser candidata a vicepresidenta?

Creo que tiene otros intereses. No quiero anticipar nada, porque no lo sé. Me parece que tiene un rol muy importante ahora en el Senado, y que la política nacional es algo que la atrae y le interesa profundamente. Ahora como senadora, obviamente tiene un mandato que trasciende 2027. Eso habría que preguntárselo a ella. No tengo tanto contacto ahora. Sí te puedo decir que Jorge está trabajando con ella personalmente en las cuestiones pendientes del traspaso de las competencias penitenciarias a la Ciudad de Buenos Aires.

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La verdad es que ese trabajo se ha acelerado en las últimas semanas, en el último mes y medio, y están involucrados Jorge y Patricia en esa resolución, lo cual es muy bueno. Es lo que le conviene a la Ciudad y a la Nación. Después, las decisiones que ella tome… Yo te puedo contar cómo veo a Jorge: lo veo muy bien. Veo bien al equipo.Creo que hay algo que se gana con el tiempo: un tiempo de digestión para comprender cómo se administra.

MVS