El secretario de la Sociedad Argentina de Medicina, Luis Cámera, comparó la pandemia con una guerra. "Estamos transitando una especie de posguerra, los países centrales se deberían haber juntado para reacomodar la economía globalmente, sin embargo, lo hicieron individualmente", dijo en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (FM 101.9).
¿Desde el aspecto humanista del médico, qué siente al escuchar el audio del presidente Alberto Fernández anunciando que habría un aislamiento social, preventivo y obligatorio?
Fue una decisión muy dura, no había ninguna experiencia nacional ni referencia bibliográfica. Había hipótesis de hacer cuarentenas, de hacerlo sólo en las ciudades grandes y no en todo el país.
La idea era ralentizar el desarrollo del virus hasta que esté la vacuna. Al mismo tiempo, me preocupaba las dificultades económicas y sociales que podían devenir de la cuarentena y que la gente lo pudiera cumplir.
En retrospectiva, ¿qué reflexión le genera los consejos que fue dando y toda su postura en aquel momento?
En un momento dado se perdió la confianza de la gente. Y eso hizo que, por cuestiones políticas o malos asesoramientos, perdieran los cuidados y eso hizo que el virus se propague más rápido. Hubo un grupo poblacional muy grande lo veía como algo muy negativo y eso no ayudó.
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Cerca de fines del 2020 la gente se relajó al perder la confianza y, consecuentemente, hubo un rebote y un verano dificultoso. El comienzo de una segunda ola fue sumamente dañino. Mientras duró la cuarentena estricta, el virus se pudo controlar.
¿Cuál es su visión al respecto de lo que hizo China, el hecho de continuar con las cuarentenas de manera prolongada, incluso durante años?
No sólo China, sino Nueva Zelanda y Australia, por ejemplo. Hay una diferencia muy grande en el impacto que hubo en Occidente, más del oeste que del este. Y los países asiáticos han logrado tener resultados exitosos a partir de cuarentenas draconianas.
Veían al virus como enemigo, mientras que en occidente muchos creían que el hombre lo estaba creando. Por tal motivo, de este lado del mundo hubo mucha resistencia: si cerrar o no, si barbijos si o no, si las escuelas abiertas o no, entre otras cosas.
Para colmo, a lo largo de 2020 y 2021 se perfeccionó en hacer variantes más infecciosas.
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Los efectos sociales de la pandemia
Hoy entrevistamos al especialista en consumo, Guillermo Oliveto, y sostenía que la gente tenía una especie de apetito de consumo luego del coronavirus. ¿En la medicina que cambió luego del mismo?
Claro, una demanda contenida de placeres. A nivel medicinal, se puso la salud como prioridad y como tema de conversación de todos los gobiernos.
En el medio, surgieron avances tecnológicos con las nuevas vacunas, lo cual es muy importante. Al mismo tiempo, se generó una gran desconfianza de parte de la población a ciertas medidas terapéuticas que se estaban haciendo. Y, también, se observa una tendencia muy ambiciosa, desde lo económico, para conseguir nuevos fármacos.
La pandemia ha generado ganadores y perdedores económicos. Por ejemplo, los que fabrican vacunas y antivirales han ganado cantidades estratosféricas de dinero.
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Por otro lado, si bien la pandemia terminó, dejó secuelas psicológicas y económicas gigantes. Si lo comparamos con una guerra, este sería el periodo de posguerra. Uno hubiera esperado que los países centrales se hubieran juntado para reacomodar la economía globalmente, sin embargo, lo hicieron individualmente, y están gastando mucho dinero en la guerra.
Es un cambio de era, las consecuencias sociales, políticas y económicas que va a traer son de gran envergadura. Y los países deberían encararlas como tal.
AO JL