COLUMNISTAS
opinión

Frente a la pandemia, la guerra y la desglobalización

2023_02_05_celac_cedoc_g
Celac. Renovó el compromiso regional por fortalecer el multilateralismo y una mejor gobernanza global. | cedoc

La pandemia y la guerra en Ucrania, en un escenario internacional de por sí alterado por la competencia estratégica entre Estados Unidos y China, generaron una reconfiguración geopolítica y económica global, y sus impactos son básicamente negativos para economías en desarrollo como la nuestra.

Si empezamos por la guerra, que involucra a una potencia nuclear, no se le ven perspectivas claras de resolución a corto plazo.

A eso hay que agregarle un movimiento de desacople económico de Occidente respecto de China, sea por decisión geopolítica de Estados Unidos y sus aliados o porque el gigante asiático, por la pandemia y por propias tendencias demográficas negativas, perderá fuerza como locomotora global que fue durante los últimos 20 años. La economía mundial ya acusa recibo de esto, en términos de menor crecimiento y de mayor inflación que la acostumbrada.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

El proceso globalizador en su faceta de creciente integración productiva transfronteriza se encuentra en pausa y con señales de haber iniciado un camino de reversión, aunque su alcance, probablemente, termine siendo parcial. 

China perderá fuerza como la locomotora global que fue durante los últimos 20 años

Ahora, las iniciativas regionales o plurilaterales con base en grupos de afinidad desplazan en centralidad y atención al papel que instituciones multilaterales como la Organización Mundial del Comercio (OMC) solían tener en la definición de reglas de juego y de su interpretación.

Ese desacople de China, que aparece como una decisión bipartidista inexorable en Estados Unidos, no encuentra tanto eco en Europa. Las señales de Bruselas dicen que más bien buscará maniobrar los eventuales conflictos con Beijing con otra lógica, como indica la reciente visita del canciller alemán, Olaf Sholz a suelo chino. 

Igualmente, la política industrial –otrora maniatada por disciplinas multilaterales– vuelve a ocupar el centro de la escena, como evidencian los incentivos de la Inflation Reduction Act para promover la fabricación de vehículos eléctricos en Estados Unidos: incentivos condicionados a que tengan componentes locales, prohibidos expresamente por la OMC, pero que hoy lucen reivindicados como instrumentos para promover un combate eficaz al cambio climático.

Este clima de época quedó muy bien retratado, incluso, por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, anfitrión de la reciente reunión de los “three amigos” norteamericanos, con el estadounidense Joe Biden y el canadiense Justin Trudeau: “Acordamos fortalecer nuestras relaciones económicas y comerciales”. ¿Cómo? Sustituyendo importaciones en América del Norte para ser más autosuficientes a nivel regional. 

Crisis y oportunidades. Fragmentación, regionalización e introspección en aumento marcan un escenario en el cual deberemos movernos rápido también en esta parte del globo, porque se está haciendo cada vez más difícil y se dificultará aún más el acceso al mercado para algunas de nuestras exportaciones tradicionales.

También es cierto que se abren continuamente nuevas oportunidades y no hay que perder el foco y apostar por aquello que el mundo demanda de nosotros y en cantidades crecientes: servicios, energía, minería y alimentos en particular.

Pero, mientras tanto, el costo directo e inmediato de la guerra en sí mismo ha sido un golpe duro para Argentina y para otros países en desarrollo. 

En 2022, según el Indec, pese a un aumento en las exportaciones del 13%, el superávit comercial se redujo aproximadamente a la mitad respecto de 2021. Esa caída se explica exclusivamente por el aumento en las importaciones de combustibles –en particular, por el aumento en el precio del gas comprado en invierno– que insumió poco más de 7 mil millones de dólares adicionales. 

Por otro lado, crece menos China. Un 3% de crecimiento en 2022 es el peor registro en décadas, sin contar 2020, que fue el año del frenazo global por efecto de la pandemia. 

Los países desarrollados directamente no crecen, se estima globalmente para este grupo un crecimiento menor al 1% en 2023, lo que es estancamiento en términos per cápita.  

Inflación y proteccionismo. La invasión a Ucrania y su impacto en los precios de los alimentos y la energía agudizaron las tendencias inflacionarias que ya venían expresándose por cuellos de botella en la oferta, en la mayoría de los países.

Persiste la necesidad de actuar con prudencia para fortalecer la macroeconomía

Mayor proteccionismo en el mundo y políticas monetarias restrictivas para enfrentar la inflación, con tasas de interés muy altas y la perspectiva de que se mantendrán elevadas por un tiempo, configuran un panorama muy desafiante en materia de financiamiento y gestión de deuda para los países en desarrollo. 

En la reunión de Davos de este año, la encuesta del World Economic Forum reveló que dos terceras partes de los economistas jefes que asistieron al foro prevén como escenario más probable una recesión global en 2023. Y, con alta inflación, se incrementará la desigualdad global medida por ingresos.

Esta compleja crisis nos lleva a navegar aguas inexploradas, y las respuestas no serán, con toda probabilidad, las convencionales.  

Afortunadamente el canje de deuda implementado exitosamente por el presidente Alberto Fernández y aceptado por el 99% de los bonistas a mediados de 2020 y el acuerdo rubricado con el FMI de marzo de 2022, que extendió 10 años el plazo de repago de la deuda contraída por el anterior gobierno, nos ubican en una mejor posición para enfrentar este escenario.

Sin embargo, persiste la necesidad de actuar con máxima prudencia buscando fortalecer la macroeconomía en estos tiempos difíciles que toca enfrentar.  

Desde Argentina, y con otros países como durante la reciente cumbre de la Celac en Buenos Aires, seguiremos bregando para fortalecer el multilateralismo en pos de una mejor gobernanza global, participativa e integradora.

Con la cooperación como prioridad sobre la competencia, el respeto a reglas convenidas y aceptadas por toda la comunidad internacional nos dará más probabilidades de obtener buenos resultados que resignarse a una situación de fragmentación o de anomia.

* Embajador de la Argentina en los Estados Unidos.