Sin oposición, ni debate ni votación, el Congreso del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), creado por el difunto Hugo Chávez en 2008, ratificó a su presidente, Nicolás Maduro. Y, por extensión, legitimó su candidatura presidencial para 2024.
La autoproclamación de Maduro, al mejor estilo de la continuidad de la dictadura cubana, era tan predecible como la impresión de un modelo personalista, antes fraguado en la figura y estampa de Chávez.
El “presidente pueblo”, como se hace llamar Maduro, conserva a su mujer, Cilia Flores, como la primera combatiente revolucionaria y a Diosdado Cabello como vicepresidente del PSUV, así como a los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez, como altos mandos, entre otros jerarcas del régimen. Le quedan dos años de campaña, propaganda y viceversa.
JL PAR