El Zócalo, la principal plaza de la ciudad de México, reunió este domingo a decenas de miles de mexicanos que se oponen a las reformas electorales dispuestas por el presidente, Andrés Manuel López Obrador.
Desde el comienzo de su gestión, en diciembre de 2018, López Obrador insiste en que el Instituto Nacional Electoral (INE) representa un gasto excesivo para la democracia.
El INE, sucesor de otros órganos electorales desde la publicación de la Constitución de México de 1917, se convirtió en una institución imparcial con funciones de máxima autoridad electoral después de los comicios fraudulentos de 1988, ganados entre gallos y medianoche por el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
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Una dudosa caída del sistema de conteo de votos le arrebató la victoria al candidato por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), Cuauhtémoc Cárdenas, de izquierda, hijo del presidente que nacionalizó los ferrocarriles en la década del treinta, Lázaro Cárdenas.
López Obrador, enrolado en otra izquierda, la de su partido, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), en alianza con el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Verde Ecologista, acusa al órgano electoral de mantener algo así como una burocracia dorada, razón por la cual impulsa una reducción de su presupuesto y una reforma electoral que llama Plan B.
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La oposición, dispuesta a llevar el caso a la Suprema Corte de Justicia, sostiene que pretende dinamitar el INE. Las reformas consisten en reducir salarios, el financiamiento de las oficinas electorales locales y la capacitación de ciudadanos que operan y supervisan los centros de votación.
También disminuirán las sanciones contra candidatos que no reporten sus gastos de campaña. López Obrador dice que las críticas son elitistas.
JL