MODO FONTEVECCHIA
DEABTE MUNDIAL

Pablo Alabarces, la polémica sobre Lionel Messi y la "vulgaridad" de Mauricio Macri

El escritor reflexionó sobre los límites de la grosería en el lenguaje y resaltó que "tenemos un ex presidente de lo más vulgar, cuya mayor riqueza metafórica consiste en pensar en una pelota". El debate sobre el rol de la Selección Argentina.

Pablo Alabarces
Pablo Alabarces | Captura de pantalla

El sociólogo Pablo Albarces, afirmó que “hay una equivocación en llamar ‘vulgar’ a las expresiones”. “Uno no puede derivar ‘malo’ de ‘vulgar’, y, si lo hace, está mostrando clasismo”, afirmó en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (FM 101.9). Los ejemplos en el fútbol y en la política argentina.

Vos fuiste uno de los que salió a defender a Lionel Messi tras aquella expresión al final del partido contra Países Bajos. ¿Por qué?

Lo defendí a Lionel Messi, pero también a Cristian Grosso, que fue quien criticó a Messi más duramente. Me parecía que se estaba siendo injusto con Grosso, que es un muy buen periodista deportivo y escritor. Es un tipo muy reflexivo, que ha hablado muy bien de Messi en toda su carrera.

La defensa de Messi era bastante obvia. No me parece que ninguno de sus gestos haya merecido un reproche especial. Después de 50 años viendo fútbol, he visto cosas tan horrorosas, que lo de Messi me parece un juego de jardín de infantes.

"¿Qué mirás, bobo", "Andá, andá para allá, bobo": Messi, capitán de País Alto, dejó una frase eterna

La conducta francamente reprobable durante el partido fue el pelotazo de Paredes al banco de suplentes de Países Bajos, que además me pareció un gesto de una irresponsabilidad mayúscula. Todo lo demás es fútbol. Esas cosas pasan. Se provocan, se molestan y dicen cosas. No me parece que hubiera algo preocupante.

Hay una equivocación fiera en llamar “vulgar” a las expresiones. Si vulgar significa ordinario y común, también significa popular, que es una palabra más simpática. Uno no puede derivar “malo” de “vulgar”, y, si lo hace, está mostrando clasismo. Y eso está muy mal.

Una foto muestra que desde el banco de Países Bajos le tiraron una lapicera a Nahuel Molina

Supongo que esto se relaciona con aquello que decía Castoriadis, que la civilización fue el pase de la ruralidad a las urbes, y que las normas de cortesía eran las que hacía ciudadanos a los ciudadanos.

Claro. Normas de cortesía que han variado de una manera infinita, inclusive al interior de las mismas clases, que las codificaban como formas de distinción. Esas formas de cortesía son institucionalizadas en determinado momento, a partir de determinadas relaciones de poder, y eso permite establecer relaciones de distinción.

Estas normas están sometidas a una continua variación. Que de pronto irrite como “vulgaridad” lo que en general no irrita, llama la atención. Tenemos un ex presidente de lo más vulgar, cuya mayor riqueza metafórica consiste en pensar en una pelota. Macri circula por el mundo haciendo gala de una leve capacidad metafórica para convertir todo en fútbol, eso es vulgar.

No recuerdo críticas de Grosso hacia el ex presidente. Me parece mucho más grave el gesto de Cristian Ritondo en la cámara de diputados hace 10 días, que fue, no una vulgaridad, sino una grosería. Con la grosería no hay discusión. Lo vulgar podemos discutir si remite a cuestiones de clase. Lo grosero remite a la genitalidad.

Video: los groseros gestos de Cristian Ritondo a Cecilia Moreau en la sesión de Diputados

En tus libros y en tus clases hablás mucho de la violencia y de la cultura popular. ¿Cómo encontrás un límite entre folklore y ofensa? ¿Cómo se consensúa en cada época qué es lo que cruza el límite?

En la misma pregunta está la respuesta, depende de cada época. Los consensos son variables. Lo que Ernesto Santos Discépolo podía mostrar en la película El Hincha como un cierto lenguaje consensuado, hoy es un anacronismo.

Por supuesto que esto tiene límites. Hice recién una referencia a la grosería. Cuando aparece la genitalización, es un límite que no se puede pasar. Sin embargo, es un límite que el lenguaje cotidiano y el lenguaje del periodismo deportivo está violando todo el tiempo.

Hay un ejemplo que me parece fenomenal. En la Copa América del 2021, ese magnífico arquero, el “Dibu” Martínez, se pasa de rosca en el festejo de los penales que le ataja a Colombia, haciendo el gesto del coito. “Te voy a comer”, en un lenguaje popular, dicho de forma muy elegante, quiere decir “te voy a hacer objeto del acto sexual".

En fotos, Dibu Martínez expresó su sentimientos tras el triunfo de Argentina

Él se da cuenta que se pasa de rosca, entonces deja de repetir el gesto. Sin embargo, la pantalla de TyC Sports titula: “El Dibu se los sigue comiendo”. En este caso, lo que encontrás, es más inteligencia por parte del jugador que por parte del periodismo.

El periodismo argentino, muy marcado por la irrupción del lenguaje de Marcelo Araujo y el diario Olé de los años ‘90, ha cruzado continuamente ese límite de la gastada sexual y genitalizada. El problema es que eso te mueve el límite del consenso.

La utilización de las malas palabras como un efecto retórico también está presente en el periodismo político. El propio Jorge Lanata fue un promotor de cruzar los límites de la utilización de palabras que estaban prohibidas en esos ámbitos.

Sin duda. Me acordé mucho de Lanata por una anécdota. Mi hija menor, en su fiesta de egresados, se sacó una foto con sus compañeras haciendo el gesto de “fuck you”, que Lanata popularizó de manera escandalosa en televisión. Creo que el arte de la puteada es parte de las posibilidades del español, pero, cuando te desbarrancás, estás demostrando un mal manejo de la lengua, no atinado.

FM JL