En un par de días, el domingo, el mapa de la política de Francia puede cambiar. Será la primera vuelta de las elecciones legislativas. Los sondeos reflejan un empate técnico entre el partido del presidente Emmanuel Macron, Ensamble (Juntos), y el líder la izquierda insumisa, fraguada por Jean-Luc Mélenchon, compuesta por la Nueva Unión Popular Ecológica y Social (NUPE).
De confirmarse estos pronósticos, el partido de Macron perdería su actual mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, de 289 de los 577 escaños, lo cual le impediría impulsar sus reformas durante su segundo y último mandato en el Elíseo. Macron se vería forzado a nombrar primer ministro a Mélenchon con la amenaza de una moción de censura.
Francia no ha tenido una cohabitación, es decir un presidente y una mayoría parlamentaria de diferentes partidos, desde el período comprendido entre 1997 y 2002, cuando el presidente conservador Jacques Chirac tuvo que gobernar con el socialista Lionel Jospin como primer ministro.
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Apenas dos meses después de haber sido reelegido, Macron no parece despertar entusiasmo en el electorado. Los institutos de opinión prevén una abstención histórica de entre el 52% y el 56% que superaría la de 2017, cuando sólo el 51,3% acudió a elegir a diputados.
Macron derrotó a la lideresa de extrema derecha, Marine Le Pen, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del 24 de abril, ganando un segundo mandato de cinco años. Aunque tendrá las manos libres en la política exterior, independientemente del resultado de las legislativas, su agenda nacional de recortes de impuestos, reforma de la asistencia social y aumento de la edad de jubilación depende del resultado del domingo.
¿Qué dicen las encuestas para Macron?
Una encuesta publicada el viernes por el grupo BVA revela que sólo el 35% de los franceses deseaba que Macron tuviera la mayoría en la nueva Asamblea Nacional, lo que refleja la naturaleza marcadamente fracturada del electorado. Mélenchon, el extrotskista que encabeza el partido izquierdista Francia Insumisa, tiene un programa radicalmente diferente que exige reducir la edad de jubilación a 60 años, impuestos sobre el patrimonio y aumentar el salario mínimo un 15%. Dos de cada tres franceses quieren la cohabitación, pero no a Mélenchon como primer ministro. En resumen: no sé qué quiero, pero sé lo que no quiero.
