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MODO FONTEVECCHIA
Tensión en la AFA

Román Iucht: “Se están devaluando los premios en el fútbol argentino”

El periodista Román Iucht señaló que las decisiones recientes de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) rompen principios básicos de la competencia. “Están discutiendo por poder, pero poder en tanto verbo y también como sustantivo”, advirtió.

Román Iucht
Román Iucht | Instagram (@romaniucht)

El periodista Román Iucht sostuvo que la gestión de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) rompió reglas esenciales del deporte al otorgar un título "retroactivo" a Rosario Central, y describió cómo la multiplicación de campeonatos y distinciones afecta la legitimidad de las competencias. "Se están devaluando los premios en el fútbol argentino porque se les baja el precio", declaró en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (AM 1190).

Román Iucht es un reconocido periodista deportivo, conductor y comentarista con una extensa trayectoria en diversos medios de comunicación. Es conductor y comentarista en TNT Sport Argentina, participando de la cobertura del fútbol argentino. Forma parte del equipo de Radio AM 630 del histórico programa La Oral Deportiva. Además, conduce el programa Cueste lo que cueste de lunes a viernes en Bravo TV y el canal de YouTube de Perfil.com.

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Cómo se extraña esa sintaxis perfecta que prácticamente no tiene nadie, no en el periodismo deportivo, en todo tipo de periodismo oral y televisivo. Y sé que a vos no te gusta el tema de la política del deporte, sino el deporte en sí mismo, y conocés mi ignorancia a pesar de los cursos que vos me has dado. Me gustaría mucho compartir con nuestra audiencia la opinión que vos tenés, desde la perspectiva deportiva, sobre lo que se está diciendo alrededor del Chiqui Tapia y todas sus controversias.

Mi sensación ante la situación es que tiene un doble análisis con una palabra y el doble significado de la misma. Están discutiendo por poder, pero poder en tanto verbo y también como sustantivo. Aquí la dirigencia del fútbol argentino tomó una decisión, bastante habitual en la historia y en los últimos años, y es la del poco apego por las reglas, por lo que está escrito. Un año atrás borraron con el codo lo que habían escrito con la mano. Descensos y títulos son la esencia de una contienda deportiva. Cuando te va bien, ganás, sos campeón, recibís trofeos y das vueltas olímpicas. Cuando perdés, probablemente puedas perder la categoría y tener que iniciar nuevamente tu camino para volver a la elite.

Y este año se superaron, porque hay que reconoce que su ambición y su creatividad les permite superarse, e hicieron algo también a contramano de lo que ellos mismos habían dicho. No quiero extenderme en esta parte técnica para no aburrirte ni aburrir a la audiencia, pero el fútbol argentino se juega esta temporada con dos campeonatos. Son 30 equipos, dos zonas de 15 cada uno, que se enfrentan todos contra todos dentro de cada zona y un clásico: a River le toca con Boca, a Racing con Independiente, etcétera. Se decidió que se juegue de esta manera porque los calendarios no alcanzan, porque son 30 equipos para un torneo anual en donde jueguen todos contra todos ida y vuelta. Los primeros ocho de cada zona se clasifican para una especie de segundo torneo eliminatorio en donde vuelven a enfrentarse de acuerdo con su ubicación y se van eliminando a un único partido.

Esto implicó que la mayor parte de los equipos que forman parte de una zona no van a jugar a lo largo del año contra todos los equipos de la otra zona. Sin embargo, aun con esta decisión, también se armó lo que se llama una tabla anual, en donde vos acumulás los puntos obtenidos a lo largo de todos los partidos tuyos en la temporada, y la dirigencia entendió y determinó que al que hiciera más puntos en toda la temporada le tenían que dar una distinción. Y ahí entramos en una cuestión semántica.

Cuando se armó una reunión de comité ejecutivo de la AFA, se comunicó que, a Rosario Central, por haber sido el que más puntos sumó, se le iba a otorgar una distinción. Los dirigentes en general no opinaron, no hubo una votación, simplemente se pensó que era una plaqueta, un detalle, y en la oficina contigua estaban el presidente, el entrenador, el capitán y el símbolo de Rosario Central, que fue el premiado, esperando para poder ingresar y recibir un título y no una distinción, y consagrarlos campeón del año. Esto lo hicieron porque pueden, simplemente porque pueden. Esta es la parte de poder en tanto verbo y después está la parte de poder en tanto sustantivo.

Se discute de otra cosa. Se discute quién maneja al fútbol argentino. Se discute, probablemente, algo mucho más importante que va de la mano de la política y que tiene que ver con cómo manejar a los clubes, como asociaciones civiles sin fines de lucro o como sociedades anónimas, en un contexto en el que en realidad estamos hablando de un eufemismo, porque hay instituciones como Talleres de Córdoba, Deportivo Riestra, o Defensa y Justicia, por mencionarte tan solo tres, que deportivamente hablando están gerenciadas. Por lo tanto, en el ámbito futbolístico ya funcionan como una empresa.

A la distancia, ¿pasa con el fútbol argentino lo que muchos socarronamente dicen que pasa con los Martín Fierro, que primero eran un premio con una cantidad de unidades, luego se multiplicó las unidades, luego se hizo Martín Fierro de cable, después Martín Fierro de Internet, Martín Fierro Internacional? ¿Hay una inflación de copas?

Sí, es muy interesante lo que vos planteás porque habla de cómo multiplicar los peces, los panes y los títulos. Sería en este caso aplicado al fútbol argentino. Es una expresión que utilizan los mismos dirigentes del fútbol argentino, es hacer que después de mucho esfuerzo muchos equipos del fútbol argentino sean campeones, cuando en realidad lo que debería determinar ese título obtenido es la justicia deportiva, la legitimidad y la previsibilidad. Aquí eso es lo que está en el juicio, porque la decisión de darle el título a Rosario Central rompe un precepto básico de la legislación: nadie puede legislar algo con carácter retroactivo. Se legisla hacia adelante siempre, cuando surge una ley se la piensa de ahora en más.

Porque si vos lo pensás hacia el pasado, un montón van a levantar la mano y van a decir: “Yo estoy en las mismas condiciones que aquellos y quiero exactamente lo mismo que le han dado a estos en estas circunstancias”. De hecho, una vez que decretaron a Rosario Central campeón por todo lo que hizo en el año, automáticamente escribieron las reglas diciendo que esa misma situación se iba a aplicar al año que viene, con lo cual a ellos mismos les hacía ruido la circunstancia.

Y esto de darle títulos a tantos equipos, que efectivamente es así, invita a pensarlo. No me voy a meter en el terreno político, y vos lo sabés muy bien, pero es como cuando se dice: “Vamos a darle posibilidades de crecimiento a los políticos. Esto es bueno para los políticos, es bueno para el país”. Esto es exactamente igual: vamos a darle más títulos al fútbol argentino para que haya más campeones. Esto es bueno para los clubes, es bueno para el fútbol. Y esa es la pregunta en donde uno termina pensando que la dirigencia es una especie de corporación que decide de espaldas a los verdaderos actores del fútbol, que son los jugadores, los entrenadores, los socios y los hinchas, que en su mayoría están en desacuerdo con estas decisiones.

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Te digo que me hace dudar. Por ejemplo, los premios Óscar se fueron ampliando, y el argumento es que sirven para que la industria, eh, ayudara a la industria a su desarrollo. Ahora, como cualquier virtud en exceso se convierte en defecto. El aumento contribuye a empoderar, pero hace que pierda valor el premio. ¿Esto sucede también en otras partes del mundo o es un fenómeno local?

No, no existe como en la Argentina en la medida en que, siguiendo tu lógica de razonamiento, se están devaluando los premios en el fútbol argentino porque se les baja el precio. No solamente porque la cantidad en algún punto ya lo vuelve irrisorio, sino que además se lo decide una vez que el campeonato se termina, y se termina ese campeonato en el cual fueron los mismos que dictaminaron cuáles iban a ser las reglas de la competencia los que decidieron que, para ese al que le dieron un título, no iba a haber un trofeo. Iba a haber un reconocimiento para el mejor de la tabla anual, que era la clasificación para la Copa Libertadores de América del año posterior, pero no entregarle un trofeo, no darle una estrella para poder sumar a su escudo, como se dice en la jerga futbolística.

En la mayor parte de los países normales en donde se practica fútbol, no son los campeones del mundo. La Argentina tiene la selección campeona del mundo y una liga que no es acorde con la selección campeona del mundo. La selección funciona como un oasis, como una especie de isla separada de todo el resto. Tenés un campeón de un torneo regular en donde habitualmente juegan 20 equipos en dos zonas o en dos ruedas, de todos contra todos. Jugás contra 19 de local en la ida, jugás contra otros 19 de visitante en la vuelta, y son 38 partidos. A lo sumo se juega una copa más del país, y tal vez, en el mejor de los casos, una copa más que puede estar sustentada por un sponsor que le pone el naming a la competencia, pero no más que tres campeonatos por año. En la Argentina son esos, son tres. El problema de base, y a partir de allí está todo el descalabro estructural del fútbol argentino, es que en ninguna liga seria se juega con 30 equipos como se lo hace en la Argentina.

¿Este premio a Rosario Central y fundamentalmente a Di María, puede haber ahí una intención natural en premiar a alguien de la selección como para volver a recordar el éxito más importante que tiene esta conducción, que es la selección que salió campeona mundial?

Es que es imposible escindirlos, y ese razonamiento que vos hacés tiene que ver con las alianzas, que en cualquier otro ámbito también se hacen para construir poder. Lo que ocurre es que también aquí hay una historia antes de la historia y en esa es en donde Claudio Tapia, el presidente de la AFA, también selló la relación que tiene con los futbolistas del seleccionado argentino, y me tocó presenciarlo. En 2016 el fútbol argentino era el de la comisión normalizadora, era el de Marcelo Tinelli queriendo ser presidente de la AFA, era el de la votación del 38 a 38, era el de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, en donde el entrenador de aquel momento, Gerardo Martino, recibió la espalda de todos los clubes y no pudo llevar a un Juego Olímpico a los futbolistas que quería, y por eso renunció. En ese tiempo de mucha anomalía y de mucha orfandad a nivel dirigencial, cuya orfandad también se derramaba en la selección nacional, quien acompañaba al plantel, eh, desde el cuerpo dirigencial, quien era la referencia para sostenerlos y quien en algunas oportunidades incluso se hizo cargo de algunas cuestiones económicas, era Claudio Tapia.

Ni yo ni vos sabemos qué podía implicar a futuro ese lugar que él estaba ocupando. Él probablemente sí. Lo que seguramente no sabía era que, desde ese 2016 hacia el futuro, y en poco tiempo, además de él transformarse en presidente de la AFA, se iba a transformar en un nexo tan cercano con los futbolistas que iban a levantar la Copa del Mundo y que iban a saber cuánto pesaba en aquellos inolvidables días de diciembre en Qatar. Y todo esto se produjo a mucha velocidad, como casi todo se produce en el mundo de hoy. La diferencia con otras cuestiones es que resultan efímeras, y esta alianza poderosa que ha llevado, por ejemplo, a que Tapia le pusiera al predio de la AFA en Ezeiza el nombre de Lionel Messi, no solo se sostiene, sino que está sellada casi a fuego en cada uno de los institucionales, como el último que hizo la AFA, en donde aparecen los futbolistas del seleccionado argentino jugando al truco, como uno más de ellos: allí también está el presidente de la AFA.

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