Tres años después de que terminara su obra magna, La balsa de la medusa, un alienista, es decir un psiquiatra, llamado Étienne-Jean Georget le encargó que retratara a diez de sus enfermos.
El encargo Georget no solo buscaba la estética, sino la didáctica, y así lo cuenta el Doctor Burgos en su libro Geografía de la locura. Por aquel entonces estaba muy en boga una pseudociencia conocida como fisiognomía. Ésta sostenía que los rasgos faciales podían revelar información sobre la mente que había tras ella: el tamaño de la nariz, la curvatura de las cejas, las proporciones de la frente. Básicamente se asociaba la fealdad con la enfermedad y el vicio y, bajo esta premisa, Georget pretendía que Géricault plasmara el rostro de la locura retratando a una decena de sus pacientes, para ayudar a que otros psiquiatras la diagnosticaran.
Sin embargo, la mitad de esos retratos se perdieron en algún momento y, hasta hace dos años, solo conocíamos cinco de las monomanías pintadas por Géricault: la envidia, la cleptomanía, la ludopatía, la fijación obsesiva y la pedofilia. Por suerte, hoy mismo se ha anunciado la octava. Y es que, en estos dos años, un científico sin formación artística dio en poco tiempo con tres de los cinco retratos perdidos.
Una familia descubrió que tenían dos retratos de Rembrandt valuados en millones de dólares
En 2019, el doctor Burgos, un aficionado más a la obra de Géricault, encontró la primera pista. Navegando en internet una madrugada, dio con una exposición que reunía en Rávena multitud de obras relacionadas con la salud mental y, entre ellas, había una extrañamente familiar. No conocía el cuadro, pero sí su estilo y encajaba a la perfección con la serie de las monomanías.
Había encontrado al hombre melancólico de Géricault, aquejado de una enfermedad que, por aquel entonces, se conocía como “lipemanía”. Ni siquiera el mismo doctor Burgos esperaba que, unos meses después, fuera a encontrar la séptima monomanía. A raíz del artículo publicado en la revista The Lancet, un galerista en Versalles se puso en contacto con él para decirle que creía tener otro retrato de la misma serie. Tras volar a París, el doctor Burgos pudo constatar que estaba, efectivamente, ante la séptima monomanía, la de un alcohólico.
Ahora, algo menos de un año después de que anunciara el descubrimiento del alcohólico, acaba de sumar una octava monomanía a la serie: El Hombre de Vendeen, que está expuesto en el Louvre. Vale decir: el Louvre no ignoraba poseer una obra de Géricault, pero ésta no estaba, en los catálogos, enmarcada dentro de la serie de monomanías.
Siguen quedando otras dos monomanías por ser descubiertas.
MVB JL