Con la excusa de la guerra de Ucrania, el primer ministro de Hungría, Viktor Orban, estrenó su cuarto mandato consecutivo bajo el estado de emergencia. Lo aprobó el Parlamento, donde su partido, el ultranacionalista Fidesz, cuenta con una amplísima mayoría tras las elecciones del 3 de abril.
Esta medida excepcional, contemplada en caso de conflictos armados, guerra o desastre humanitario en un país vecino, le permite gobernar por decreto sin necesidad de consultar al Parlamento. Orban, en el punto de mira de la Comisión Europea por su deriva autoritaria, extiende de este modo el estado de emergencia en vigor por la pandemia de coronavirus, que expira el 31 de mayo.
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No es novedoso que el gobierno ultraconservador apele a este régimen especial. En 2015 también decretó el estado de emergencia por la ola de sirios que cruzaban Hungría para trasladarse a otros países europeos, especialmente Alemania, que acogió a más de un millón de personas.
Si bien Orban condenó la invasión rusa, se niega a enviar armas a Ucrania o permitir que las de otros países atraviesen su territorio.
JL PAR