La muerte de Rodrigo Andrés Gómez, soldado del Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín, sacudió al ámbito militar y a la Casa Rosada. El joven, nacido en Formosa y con apenas cinco meses de servicio en la custodia presidencial, fue hallado sin vida en una de las garitas de la Quinta de Olivos, en un hecho que es investigado como un presunto suicidio.
La causa quedó a cargo de la jueza federal Sandra Arroyo Salgado, quien ordenó una serie de peritajes para reconstruir las circunstancias del episodio. En el puesto donde Gómez prestaba servicio se habría encontrado una carta de despedida, en la que el soldado agradecía al Ejército por su reciente promoción y hacía referencia a problemas económicos.
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Un ingreso reciente y una rutina exigente
Gómez había realizado el núcleo de instrucción básica entre el 7 de mayo y el 17 de julio de este año. Luego, se incorporó formalmente al Regimiento de Granaderos el 7 de julio, y su primera guardia en Olivos fue el 13 de julio de 2025. Vivía en Derqui, partido de Pilar, y se trasladaba diariamente hasta la residencia presidencial para cumplir con su turno de custodia.
Cinco meses de servicio. Gómez se había incorporado al Regimiento de Granaderos en julio y llevaba poco tiempo en la custodia presidencial.
Tenía 21 años recién cumplidos y, según trascendió, su historial crediticio mostraba deudas por al menos 1,8 millones de pesos, aunque la Justicia intenta determinar si ese monto era mayor y si guarda relación directa con el contenido de la carta hallada en la garita. Sus padres, que viajaron de urgencia a Buenos Aires, mantuvieron un encuentro con la jueza y expresaron su dolor por el tratamiento mediático del caso. También señalaron que no tenían conocimiento de una situación económica extrema que pudiera anticipar el desenlace.
Uno de los interrogantes centrales de la investigación es por qué no se escuchó la detonación del arma, un fusil FAL, cuyo disparo suele ser ensordecedor. Fuentes del Ministerio de Defensa explicaron que Gómez estaba apostado en un puesto ubicado sobre Malaver, casi Maipú, a unos 60 metros del destacamento militar donde descansan otros soldados. Las garitas de custodia están cerradas con vidrios blindados (blindex) y, en este caso, se encuentran próximas a una avenida de alto tránsito, lo que habría atenuado o disimulado el sonido del disparo, evitando que fuera advertido de inmediato por otros efectivos.
Contención interna y contexto sensible
Tras el episodio, desde el Ministerio de Defensa se activaron medidas de contención para el personal. Voces del ámbito castrense reconocen que los suicidios en unidades militares son una problemática recurrente y de alto impacto interno.
Puesto clave. La ubicación de la garita y el tránsito de la zona explican por qué no se oyó el disparo.
En ese marco, se recordó que desde 2023 se adoptaron medidas para mejorar las condiciones de los soldados destinados a la custodia presidencial, como alojamiento completo sin costo, refacciones en cuarteles y renovación de uniformes. También se remarcó que quienes son asignados a Olivos son seleccionados por sus condiciones personales y profesionales y reciben supervisión permanente.
El caso se produce, además, en un contexto de fuerte debate por la cantidad de bajas en las Fuerzas Armadas, que superan las 18 mil desde diciembre de 2023, en muchos casos vinculadas a ingresos bajos y desgaste laboral.