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Arranca lo más difícil, pasar del qué al con quiénes y cómo

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Cómo llegan los argentinos economicamente a las elecciones presidenciales | Freepick

Javier Milei, ya en su rol de presidente electo, ha manifestado reiteradamente su voluntad de eliminar el déficit fiscal, de corregir las distorsiones de precios relativos, de resolver el desafío de las Leliq, de eliminar los controles y trabas cambiarias, de liberar el comercio, de honrar los compromisos asumidos, de defender la propiedad privada y de avanzar rápido con los cambios estructurales. Lo que parece confirmar que su hoja de ruta apunta en la dirección correcta. Pero tan importante como los objetivos de su programa son su diseño y su implementación. Pasar del terreno del qué a los dominios del cómo es el desafío durante estas semanas de transición y lo será también durante los primeros días de gestión del nuevo presidente.

Otras experiencias de reforma económica y cambio estructural exitosas muestran que la clave del éxito ha sido la combinación de cinco ingredientes imprescindibles: voluntad de enfrentar los inevitables y numerosos conflictos que traerá consigo el cambio al máximo nivel del Ejecutivo y de sus representantes parlamentarios; una buena dosis de mística, fundamental para dejar a un costado los egos, privilegios e intereses personales o sectoriales; un equipo de gobierno solvente e idóneo, capaz de trazar los lineamientos generales del programa pero conocedor a la vez de los “detalles”; cierta cuota de flexibilidad, que permita ir ajustando la velocidad del programa sin descuidar cuáles son sus objetivos últimos o fundamentales, y por último capacidad para decir no a la complacencia y resistir la tentación de pensar que está todo hecho cuando aparecen las primeras señales de alivio. La voluntad de cambio y de enfrentar los conflictos parece estar presente, la mística también. Es el momento ahora de conocer el equipo. Y de la mano del equipo, el cómo.

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Ministerio de Economía. Foto: Télam

Javier Milei tiene la capacidad para convocar y rodearse de los mejores (tal como lo sostuvo en recientes entrevistas) y van apareciendo muchos nombres en esa dirección. Pero la impresión es que el armado del gabinete y de los respectivos ministerios no parece responder a un patrón dictado por la existencia de un equipo. No al menos en el concepto más tradicional, que presupone la existencia de un grupo interdisciplinario de expertos que se conocen de antemano y que comparten diagnósticos y soluciones trabajadas, debatidas y consensuadas largamente en la previa. Tampoco parece que se trate de un gabinete que haya surgido de un acuerdo político o programático, que encuentre luego una vía parlamentaria aceitada para la aprobación de legislación clave. Obvio que el equipo puede ir conociéndose en la cancha y que la llegada de exfuncionarios con experiencia de gestión facilitará el desembarco de la nueva administración. Pero el recurso más escaso es el tiempo. El mismo presidente electo nos ha alertado sobre lo necesario que resultará abordar los problemas y resolverlos rápidamente. Y para ello, como dijimos más arriba, el conocimiento de los detalles importa, y mucho.

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En 2005, Gurcharan Das publicó un libro, a la postre famoso, con el título La India crece de noche. El libro explora la transformación económica y social de la India desde su independencia, en 1947, hasta la década de 2000. La tesis de Das es que el crecimiento económico de la India se produjo mientras la burocracia y los funcionarios públicos descansaban o, en otras palabras, que el crecimiento en la India se dio a pesar del Estado y no gracias al él.

Lamentablemente, la Argentina no tuvo la misma suerte. La sucesión de pésimas políticas macroeconómicas y el peso muerto del Estado, de sus excesos en materia de intervenciones y regulaciones, ha sido tal que nos ha condenado a no crecer. En los últimos cincuenta años habremos tenido dos períodos de 15 años (1976-1990; 2010-2024) en los que el PBI habrá permanecido constante. Justo cuando el crecimiento del mundo (y de nuestros vecinos) se aceleraba, la Argentina experimentaba un fenómeno divergente. En lugar de experimentar un aumento generalizado del bienestar y un fuerte crecimiento de las clases medias, en la Argentina el fenómeno ha sido el inverso. El empobrecimiento ha sido generalizado y las clases medias ya no son lo que alguna vez fueron, que nos diferenciaba del resto del mundo emergente y de los países de la región.

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Foto: Télam

Es obvio que no se podrá revertir esta dinámica empobrecedora si no se estabiliza la macro. Pero atención: un plan de estabilización bien diseñado y consistente puede no ser efectivo si el componente estructural es insuficiente o se demora en el tiempo. El esfuerzo por recomponer la estabilidad macroeconómica tiene que ser acompañado de un programa de reformas institucionales, económicas, políticas y sociales que hagan de la Argentina un país moderno, con un Estado más chico y eficiente, donde haya igualdad de oportunidades y expectativas de progreso, donde se respeten el derecho de propiedad y los derechos individuales y donde, en definitiva, valga la pena vivir.

Milei ha hecho hincapié en que “no hay lugar para el gradualismo, no hay lugar para la tibieza, no hay lugar para medias tintas”. No es algo dicho al pasar. Es un diagnóstico y, a partir de allí, una guía para el cómo se deberían enfrentar los problemas y diseñar las soluciones. Si el ajuste fiscal, la corrección de precios relativos y del tipo de cambio, el arreglo del balance del BCRA y las reformas estructurales lucen insuficientes o incompletos, la estabilización y el cambio de régimen económico podrían verse comprometidos. La buena noticia es que ya falta poco para poder saberlo.

 

*Director de Perspectiv@s Económicas.