OPINIóN
Literatura

Atlas del Eclipse: la pintura de una Nueva York en un instante único

El escritor argentino Reinaldo Laddaga presenta su libro en Argentina y explica cómo nació este texto que funciona como un registro de lo que le pasó a La Gran Manzana en el inicio de la pandemia.

Ciudad de Nueva York
Ciudad de Nueva York | Agencia Afp

Una caminata con un caleidoscopio. Una ciudad desnuda y expuesta en la carnalidad de sus íntimos recodos que se ofrece a ser redescubierta. Eso es lo que se encuentra cuando nos sumergimos en Atlas del Eclipse (Galaxia Gutemberg), el libro-¿ensayo-narrativa?-de Reinaldo Laddaga que no es más que un recorrido por una Nueva York impensada e inconcebible, despojada, en el inicio de la pandemia, de su hechizo luciferino, desmembrada de la versión que supieron entregarnos el cine, la literatura, las obras de arte, las imágenes de los grandes fotógrafos y video documentalistas, las series y los catálogos que nos invitaban a viajar: todo eso que encajaba con la idea del sitio donde confluía todo (o sea Nueva York), en este libro está diluido y dosificado en la prosa de un testigo angustiado y fascinado a la vez. Si algo tiene el texto de Laddaga -rosarino, residente en la metrópolis hace 30 años- es demoler lo que nuestra imaginación construyó sobre La Gran Manzana durante los muchos años
que soñamos conocerla, o anhelamos volverla a visitar.

“Me propusieron hacer un libro tras caminar por Manhattan al inicio de la pandemia. Iban a ser dos o tres crónicas. Tomé como periplo un mapa que publicaba la web del Departamento de Salud y terminé en un viaje con el que compuse en seis meses el libro”, dice Laddaga, vestido con una impecable prenda de cuello cerrado, recién llegado a Barcelona, algo cansado tras la presentación del libro en Madrid.

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“Es cierto que hay una recolección de datos y una escritura inmersiva, a través de la cual, yo mismo redescubrí otra ciudad. Fue terapéutico porque pude canalizar mi angustia ante eso que se sabía poco”, admite. El texto abreva en detalles históricos, crónicas policiales, descripciones arquitectónicas, pinceladas de la segmentación poblacional y de sus respectivas reacciones -distintas por cierto- ante los sucesos que asombraron a los habitantes del archipiélago antes y luego, con el Covid. Laddaga encuentra un anclaje en el contexto social -el crimen de George Floyd, entre otros hechos- y el repaso de la improvisada gestión de los políticos de turno que el autor resume en una frase: “el virus encontró extensos campos de pastoreo”.

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La presidencia de Trump solo quería gestionar la crisis de manera de provocar el menor daño electoral posible. Al contrario de otros gobernantes que son capaces de ocultar su ignorancia, Trump no lo hizo en absoluto. Pero ni el gobernador del estado, ni el alcalde que eran demócratas hicieron algo diferente. Nos sentíamos desamparados”, afirma Laddaga, quien vivió su propio drama releyendo a un autor clásico de terror. Las citas de Edgar Allan Poe son como una aguja que enhebra la estructura del libro a través del trasvasamiento con el contexto fantasmal de la Nueva York que describe Laddaga. “Releí uno de los textos menos conocidos de Poe, “El enterrado prematuro” (o el enterrado vivo) que se adecuaba a cómo yo vivía la situación. Concluí que la mayoría de la obra de Poe sucede en ese espacio entre la muerte y la vida. Éramos todos ignorantes: yo me contagié por eso. La ciudad estaba desbordada en los hospitales, en los cementerios y en los caminos que hacíamos donde veíamos camiones frigoríficos, había una sensación de anarquía. Tampoco era posible detectar una instancia que fuera capaz de ordenar la situación, no se sabía cuál era el rumbo”.

En Atlas del Eclipse, los objetos son antropomorfizados a través de fotografías en blanco y negro, la mayoría sin presencia humana, casi desoladoras. “Era una experiencia de la ciudad vacía que se ofrecía solamente para mí; la experiencia de un momento horroroso pero también precioso y me sentía un espectador privilegiado”, dice Laddaga respecto a la transformación de la ciudad que dejó al autor en sintonía de trance a la hora de hacer esos registros. “Lo cotidiano se me había hecho invisible y, de repente, en esa ciudad petrificada surgía un mundo donde los objetos cobraban un tipo de vida ante la ausencia de las personas”.

Ciudad de Nueva York

Las imágenes se cuelan y van salpimentando el texto. Son las fotos de un amateur que aquí adquieren el significante de eternizar un instante único. El foco está fuera del usual registro periodístico–los hospitales, los funcionarios justificando sus acciones, los contagiados- que realizaron los medios en su momento.

La foto de una publicidad en la entrada de Hudson Yards, un complejo inmobiliario que acababa de inaugurar con imágenes de gente riendo y que, de repente, pierde todo su sentido ante la cámara del autor. La imagen es de una conocida tarjeta de crédito que adelanta “Tiempos extraordinarios humanos” y otro similar indica, “Revisen las expectativas”.

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“Esas fotos cobraban un significado imposible de predecir, una especie de distorsión del tiempo y de la realidad difícil de explicar y que para mí funcionaron como una especie de autoanálisis”, explica el autor, convertido en un caminante tenso que sentía que tenía una misión -él mismo lo admite-que no entendía muy bien cuál era.

“Después de Atlas del Eclipse nació para mí una ciudad diferente. Una Nueva York que funciona como gran archipiélago que tiene su centro más allá de Times Square y no en Manhattan sino en barrios como Jackson Heights o similares. Para mí, este no es un libro sobre el Covid sino sobre “Nueva York revelada o surgida por el Covid”. Una ciudad que ya estaba allí probablemente y que emergió para mí, haciéndome entender por qué los ancianos viven en tal lugar, los locos en tal otro y porqué moría la gente en ese lugar que murió”.