OPINIóN
Ciudad de Buenos Aires

La desinformación socava la solidez de la ciudadanía porteña

En términos generales la desinformación desalienta el involucramiento del ciudadano medio en aquellas cuestiones que irrumpen en el debate público.

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Desinformación. | Shutterstock

Que la Ciudad Autónoma de Buenos Aires sea el distrito del país con mejor Producto Bruto Interno (PBI) per cápita y ostente el mejor nivel educativo de la Argentina no la inmuniza contra la desinformación, un fenómeno que puede llegar a ser un obstáculo considerable para el fortalecimiento democrático.

En los últimos meses la circulación de contenidos dudosos implicó un desafío para la práctica profesional del periodismo porteño.

Un caso de desinformación a considerar es la muerte de Lucas González, un adolescente jugador de las divisiones inferiores de fútbol del club Barracas Central, quien en noviembre de 2021 fue baleado por miembros de la policía de la Ciudad cuando se encontraba en compañía de amigos.

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La desinformación y los desafíos del fact checking

Las primeras informaciones daban cuenta de un enfrentamiento entre delincuentes y las fuerzas de seguridad en el barrio de Barracas. Las fuentes oficiales de la policía sostenían que González y su grupo de amigos habían iniciado un tiroteo sobre los agentes, quienes se vieron obligados a contestar el ataque. Siempre de acuerdo a esa versión, González  fue muerto cuando intentó escapar.

Por considerar a la fuente policial como sólida, o por comodidad, gran parte de los medios reprodujo inicialmente el informe oficial sin cuestionamientos. Pero una vez puesto en marcha el trabajo periodístico mostró otra realidad. González y sus amigos fueron atacados por los policías y no a la inversa; no tenían armas ni eran delincuentes. Los jóvenes habían intentado huir por temor a enfrentarse a hombres armados que no llevaban puesto un uniforme. La policía había rematado a González y colocado luego un arma en el lugar para simular un enfrentamiento.

A pesar de las pruebas que comenzaban a darse a conocer, fue difícil de revertir la estigmatización generada por la primera versión difundida. Las opiniones en medios y redes por momentos se anclaron, sin considerar el caso concreto, en una oposición delincuencia vs. policía. Clasismo y, por qué no, racismo oscurecieron  los intercambios de quienes debatieron en las diversas plataformas.

Es tiempo de frenar la desinformación

La desinformación también es promovida muchas veces sin intencionalidad. Esto puede suceder cuando los medios no cuentan con profesionales idóneos para considerar un tema técnico. Esta faceta asomó en torno al proyecto de urbanización de los terrenos junto al Río de la Plata ocupados por el predio denominado Costa Salguero. El proyecto oficial combinaba áreas de espacio público con otros para desarrollos inmobiliarios. La iniciativa recibió apoyos por parte de sectores vinculados con los inversionistas en edificios y un furibundo rechazo por parte de ONGs ambientalistas y organizaciones ciudadanas que aspiraban a que todo el predio en cuestión fuera destinado a parque público.

Desde diversos sectores se acusaba a quienes no compartían sus posiciones de difundir fake news y generar desinformación. Las divergencias se fundaban en las hectáreas que se otorgarían para diseñar parques públicos y cuan extenso sería el frente libre sobre el río. Cada sector involucrado enarbolaba números diferentes con la finalidad de apoyar su visión. Las redes y los medios de comunicación se convirtieron en canales para argumentar la posición de cada sector.

El problema al que se vieron enfrentados los medios es el reducido número de periodistas especializados en temas de urbanismo. La controversia suponía conocer criterios técnicos que muchos profesionales de los medios no llegaban a dominar en plenitud. Era difícil chequear si las diversas argumentaciones eran correctas o no. Ante la ausencia de periodistas con conocimiento profundo del tema, en gran parte de los medios se hicieron cargo de él los cronistas que cubrían la política del distrito o estaban orientados hacia el ambientalismo en general.

La peligrosa estrategia de desinformar 

El hombre común de la ciudad se mantuvo relativamente apartado del debate ya que no le era clara la información a la cual accedía. No llegaba a formarse una opinión cabal de la cuestión en juego. La controversia se convirtió entonces en una puja sectorial entre grupos reducidos (políticos, ambientalistas, arquitectos, paisajistas, asociaciones vecinales) con poca participación del ciudadano medio.

Este tipo de conflictos sin un tratamiento adecuado por profesionales sólidos conllevan el efecto no deseado de ahuyentar la voz y participación ciudadanas. De hecho, en este caso, los actores con voz se concentraron en pequeños grupos que ejercieron lobby en favor o en contra de sus intereses. El proyecto terminó aprobándose sin que el grueso de los habitantes de la ciudad supiera si el resultado final redundó en un mejor o peor acceso público a la costanera del Río de la Plata.

En términos generales la desinformación desalienta el involucramiento del ciudadano medio en aquellas cuestiones que irrumpen en el debate público. Es por ello que una buena formación del periodista es relevante para jugar un rol que acompañe el fortalecimiento de la sociedad civil. En este sentido son muchas las organizaciones que promueven actividades para un mayor conocimiento y concientización. Por caso, FOPEA ha desarrollado, con financiamiento de la Unión Europea, un material didáctico pensado para las escuelas primaria y secundaria con el fin de dar lugar en las aulas a este tema tan vigente (Colección Educativa: Medios, periodismo y procesos de desinformación). La alfabetización en medios (Media Literacy) no está impulsada en la Argentina como se debiera. Es muy bueno que existan programas como el mencionado que introduzcan la cuestión de la calidad de la información ya desde temprana edad. La solidez ciudadana se promueve así desde el período de siembra.