Y sí, Piazzolla tenía razón. Hoy tienen ese qué sé yo además de contenedores de basura, volquetes, colectivos, automóviles, motos, bicicletas, patinetas eléctricas y unos kamikazes que se denominan delivery.
Y sí, la ciudad es un organismo vivo, cambiante, aunque no nos demos cuenta a veces. En este mismo momento que escribo estas frases, está cambiando el modo de estacionar en CABA, nuevas normas.
Cuando yo estaba estudiando la orientación de urbanismo en la facultad de arquitectura -allá por los 70- ya se discutía sobre metrópolis, conurbación (fusión de varias ciudades preexistentes), megalópolis y área metropolitana. Pero más allá de los términos, la ciudad es un sistema de relaciones y tensiones constantes y en cambio permanente.
Pero por supuesto, cuando aparece un “cisne negro”, los cambios se aceleran vertiginosamente. Y el COVID 19 generó exactamente eso. Uno podía salir a caminar por nuestra ciudad antes de marzo del 2020, y no veía mucha gente en los balcones -parezco Bladomero Fernández Moreno-.
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Pero a partir de esa fatídica fecha, los balcones, patios y demás espacios antes poco usados se convirtieron en gimnasios, salones de fiesta y cien usos más. En algunos casos un inmueble con un pequeño balcón había aumentado su valor un diez por ciento.
Mucha gente se mudó a su casa de fin de semana y la transformó en permanente, el teletrabajo vació las oficinas y el centro de la ciudad. En la emblemática calle Florida no quedaron ni los famosos “arbolitos” con su susurro: “dólar, dólar. . .”
Las callecitas de Buenos Aires
Pero vamos a los números. En CABA se registran patentados un poco menos de un millón de vehículos, pero todos los días entran un millón y medio desde provincia. El resultado es obvio: colapso.
Hay ciudades que optaron por mejorar sus redes de transporte público, ejemplo el metro de París, Londres o Madrid. En otros casos mediante trenes elevados, caso Kuala Lumpur. Otras ciudades generaron grandes playas de estacionamiento en la periferia de la ciudad y desde allí se usaba en transporte público, y en otros casos directamente se prohibió el acceso de automóviles.
Podemos discutir hasta el hartazgo si la pandemia cambió o simplemente aceleró situaciones que en algún momento iban a suceder. Pero la realidad es que la ciudad tiene mucho de caótico. Pero el caos siempre viene seguido de ideas innovadoras: la ciudad de los 15 minutos.
Ciudad de los 15 minutos
Hace unas semanas atrás estaba discutiendo sobre el particular con colegas de la Universidad de París. No es algo nuevo, de hecho, en cátedras de diseño de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Belgrano se viene trabajando en ello desde hace años.
¿Qué es esto de los 15 minutos? En síntesis, que una persona pueda tener su trabajo, esparcimiento, sanidad, educación, etc., a no más de 15 minutos a pie o en bicicleta. Como siempre la biblioteca se encuentra dividida en dos partes y la mitad argumenta que es factible, ecológica, saludable; y la otra mitad sostiene que es una utopía.
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Ahora bien, ¿quiere decir eso que si vivo en Pilar y trabajo en el centro me tengo que mudar o conseguir trabajo en Pilar? Ya hay muchas empresas que permiten el home office algunos días a la semana y otras, en algunos trabajos específicos, toda la semana.
Cuando yo era estudiante, hubo una época en la que, por tema de combustible, los martes no circulaban las patentes pares y los jueves las impares. Y les cuento que esos días se notaba la ausencia del cincuenta por ciento de autos.
En algún momento habrá que tomar una decisión política sobre el particular, mientras tanto la situación parece no cambiar, sigamos caminando con Astor por las callecitas y a ver si encontramos al pintado con medio melón en la cabeza.
* Director del Centro Emprendedor de la Universidad de Belgrano