OPINIóN
Informe Unsam

Consumos culturales y audiencias en pandemia

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Según un estudio los más chicos fueron los más afectados por la pandemia | cedoc

Una de las cuestiones centrales en la agenda de la pandemia y la cuarentena en Argentina –y en el mundo– es la transformación de la vida cotidiana, el impacto del aislamiento en nuestras prácticas culturales y en las formas de relacionarnos con otros y con el mundo más allá del hogar. ¿Qué rol juegan las prácticas culturales en la reinvención de un mundo social dentro de casa? ¿Cómo cambiaron los hábitos informativos con la necesidad de saber qué ocurre sin salir del hogar? Para explorar estas preguntas realizamos una investigación desde el Núcleo de Estudios en Cultura y Comunicación de la Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam).

En la etapa de mayor confinamiento, quienes no fueron considerados trabajadores “esenciales” debieron quedarse en casa. En ese período le dedicamos más tiempo a ver series y películas, a las redes sociales, a leer libros y escuchar música. Esos consumos culturales se acompañaron y retroalimentaron con los comentarios en redes sociales –en especial Twitter– colaborando así para crear una convergencia de miradas sobre algunos títulos, que quedaron anclados a momentos de la pandemia: Poco ortodoxa marcó los primeros meses de cuarentena, luego vino Gambito de Dama. En televisión, primero Bake Off y después MasterChef Celebrity concentraron las conversaciones; fueron programas que conectaron con la situación de miles de personas aisladas, cocinando en sus casas y aprendiendo recetas nuevas. La cocina amateur fue una práctica que creció en cuarentena y que se asoció al consumo de videos y tutoriales por Youtube, con Paulina a la cabeza de todos los rankings.

Otras prácticas culturales se mediatizaron y en cierta medida, se reinventaron, como la salida al teatro y a los conciertos, las más presenciales y performáticas de las artes. El teatro exploró el streaming con Teatrix y otras alternativas, hubo también muchas obras liberadas, lo que para algunas personas facilitó un primer acercamiento a un consumo que les resultaba ajeno. Las clases de gimnasia se volvieron virtuales, algunas a través de zoom y otras con la subida de videos a Youtube: las rutinas de Fausto Murillo se viralizaron durante el 2020. Más adelante, cuando se abrieron las plazas y parques, muchas de estas actividades se retomaron en forma presencial al aire libre.

Para las familias con niños y niñas, la pandemia trajo más tiempo de pantallas y juegos en red como Fortnite, Brawl Stars o Minecraft. Las reglas y límites horarios se relajaron frente a la necesidad de entretener a los chicos encerrados, sin escuelas y durante meses, sin parques ni plazas. Las videollamadas, el chat y los juegos en red resultaron formas de sostener a la distancia la sociabilidad con amigos. Con el tiempo y la reorganización de las rutinas, los adultos intentan volver a instalar límites a las pantallas.

En relación al consumo informativo, al inicio del aislamiento la demanda de noticias sobre el covid-19 aumentó hasta un 200%. Con el tiempo, el interés fue cayendo, tal vez por cansancio sobre el tema; en la encuesta que hicimos a mediados de 2020, registramos una sensación de saturación: el 72,3% dijo que los medios sobreinformaron sobre el coronavirus, mientras que el 12,2% dijo que informaron lo suficiente y un 15,5% consideró que los medios subestimaron el tema. Quizás también colaboró a la caída del interés la acumulación de experiencias directas sobre la enfermedad. Si al comienzo de la pandemia nuestra principal fuente de información sobre el coronavirus eran los medios, luego se volvió una experiencia cotidiana propia o de vínculos cercanos que se fueron contagiando.

Por último, los datos de la encuesta muestran que la confianza en los medios de comunicación a nivel nacional también varía de acuerdo a la posición política de quien responde, pero no es tan claro el sentido de esta correlación. En términos generales, se observa un nivel bajo de confianza sobre los medios, más marcado entre los votantes de Macri que entre los votantes de Alberto Fernández. Así, el 56% de los votantes de Macri manifestó baja o nula confianza en los medios nacionales, contra el 32% de los votantes oficialistas, que concentran sus respuestas en una confianza “media”, con el 45%.

Así, este panorama en relación con los consumos culturales y los hábitos informativos muestra la transición de ciertas prácticas, la reinvención de algunas y la aceleración de otras, en especial aquellas vinculadas con los avances tecnológicos.   

*/**Pofesoras e investigadoras del Necyc-Idaes-Unsam/Conicet.

Producción: Silvina Márquez.