OPINIóN
Opinión

¿Darlo todo en el trabajo? El alto costo del malestar emocional en las empresas argentinas

¿Quién paga el precio del malestar emocional en una organización? Todos. La empresa, que pierde productividad sin notarlo. El equipo, que opera en piloto automático. Y la persona, que se desconecta, se enferma o se va.

30-5-2025-violencia laboral
Malestar laboral. El costo invisible de "aguantar". | CEDOC PERFIL

En mayo de 2025, un estudio del Ministerio de Capital Humano de la Nación, reveló que las licencias por enfermedades mentales son cada vez más comunes en los trabajos argentinos. Según el informe, la inasistencia por problemas de salud mental promedia 5,2 días por trabajador al año.

Este dato se suma a la creciente preocupación por el bienestar emocional en el ámbito laboral. La salud mental dejó de ser una cuestión íntima o clínica para convertirse en una variable estratégica que impacta directamente en los números de una organización.

Cada vez más empresas contratan psicólogos para sostener el bienestar emocional de sus empleados

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Según datos difundidos por la Consultora Mercer Argentina, en mayo de 2025, el ausentismo laboral alcanzó en abril su pico más alto desde 2019: un 8,2% mensual, impulsado principalmente por trastornos emocionales. Pero lo más inquietante no es quien falta, sino quien está presente y no puede rendir. En ese sentido, la consultora Randstad reveló que el 63% de los empleados asiste a su puesto de trabajo sin poder concentrarse ni cumplir sus funciones con normalidad.

El costo invisible de “aguantar”

¿Quién paga el precio del malestar emocional en una organización? Todos. La empresa, que pierde productividad sin notarlo. El equipo, que opera en piloto automático. Y la persona, que se desconecta, se enferma o se va.

Así, solo el 16% de las empresas argentinas ofrece hoy programas integrales de bienestar emocional, según un relevamiento del Ministerio de Trabajo de la Nación (abril 2025). La paradoja es que la mayoría de los líderes reconoce el problema, pero no sabe cómo abordarlo. Las soluciones parecen costosas, lentas o ajenas. Sin embargo, lo verdaderamente caro es no hacer nada.

Porque en el fondo, el bienestar no es un bonus. Es infraestructura emocional para sostener el trabajo del futuro.

En este escenario emerge una pregunta clave: ¿cómo pasar de contener a nuestros equipos a realmente acompañarlos? ¿Qué herramientas permiten gestionar emocionalmente una empresa sin medicalizar ni minimizar el malestar?

Allí es donde nuevas prácticas como el coaching ontológico, la psicología organizacional y la sociología del trabajo empiezan a ser parte de la conversación. No como recetas, ni como manuales, sino como propuestas que habilitan otro tipo de escucha. A diferencia de enfoques tradicionales que buscan corregir conductas o “levantar el ánimo”, estas disciplinas parten de una idea simple pero disruptiva: el lenguaje no solo describe lo que pasa, lo crea.En otras palabras: si las empresas no cambian sus conversaciones, no cambiarán sus realidades.

El estrés laboral le cuesta a la Argentina más de $1,5 billones al año

Por caso, estas disciplinas, en especial, el coaching ontológico, proponen mirar al ser humano como un todo: cuerpo, emoción y lenguaje. Y ofrecen un espacio para detenerse, hacer conciencia y recuperar capacidad de acción. No se trata de dar consejos, sino de abrir preguntas. Preguntas que muchas veces la urgencia productiva no permite formular:

  • ¿Qué estás sintiendo y qué estás necesitando?
  • ¿Qué sentido tiene hoy lo que hacés?
  • ¿Qué vínculo hay entre tu estado emocional y tu manera de trabajar?

En contextos organizacionales, estas prácticas se convierten en herramientas poderosas para abordar lo que no se dice, pero se siente. Para desactivar el automatismo del “aguantá un poco más” y reemplazarlo por una cultura más consciente, más saludable y, por cierto, más rentable.

Entonces, no se trata de convertir a las empresas en centros terapéuticos, ni a los líderes en psicólogos. Se trata de entender que las emociones también gestionan. Que no hay productividad sostenible sin cuidado. Y que el bienestar no es un privilegio, sino una estrategia de supervivencia organizacional.

Porque lo que está en juego no es solo cómo trabaja la gente, sino cómo vive mientras trabaja. Por eso, la pregunta ya no es si podemos hablar de las emociones en el trabajo sino cuánto más estamos dispuestos a perder por no hacerlo.

(*) Yamila Martorell es psicóloga, Master Coach y Vicepresidente de la Asociación Argentina de Coaching Ontológico Profesional –AACOP.