Hace unos años le preguntaron a Margaret Mead, famosa antropóloga estadounidense ya fallecida, cuándo había empezado la humanidad. Sin poner fechas, dijo que, en su opinión, fue cuando se descubrió que un hombre que se había roto un fémur, fue vendado por sus compañeros, que también lo cuidaron, le proporcionaron comida y lo defendieron de predadores, hasta que se curó.
Dijo que, el acto solidario era lo que nos hacía humanos y nos distinguía de los animales que, habiéndose roto un hueso, no podrían haber sobrevivido. No fue el dominio del fuego, no fue la capacidad para construir herramientas, fue la solidaridad para con el que no había tenido suerte, para con el débil, lo que nos hizo humanos.
La paleoantropología, con el ADN como método de datación, nos dice que todos los homo sapiens descendemos de una sola Eva (mal llamada así, pero se impuso el nombre por la facilidad de comprensión). La Eva mitocondrial vivió hace unos 200 mil años. La ubican en el sudeste de África y todos descendemos de ella. Es decir, todos los homos sapiens somos parientes relativamente cercanos.
Si acordamos con ambos conceptos, descubrimos que, en nuestro país, millones de personas, y sobre todo la juventud -sector humano que más debería preocuparnos- no encuentra hoy un espacio político coherente para que nos llamemos parientes y solidarios.
Alrededor del 50 % de la población que no va a votar lo atestigua, lamentablemente.
Es que, las instituciones más importantes que supimos conseguir, brillan por su deshonestidad o por la mala política.
En primer lugar, por el gobierno en ejercicio del poder que posee una extraordinaria imaginación para suprimir derechos solidarios contra los más débiles, como jubilados, trabajadores, niños y discapacitados. Pero mucha capacidad para repartir grandes fortunas entre pocos cientos de multimillonarios, tanto extranjeros como los fondos de Black rock o nacionales como Galperín etc.
Dinero que se escurrió como agua entre los dedos después de que tuvimos en el 2024 un superávit de balanza comercial de 19 mil millones de dólares, un blanqueo de 32 mil millones de dólares, cosechas envidiables con su liquidación inmediata en el 2024 y 2025. Préstamos del FMI y traslación de ingresos de los asalariados a los no asalariados. Si tomamos el período Macri, Fernández, Milei la traslación de ingresos fue de alrededor de los 125 mil millones de dólares.
Fortunas inmensas despilfarradas en un puñado de fondos buitres y empresas. Por ejemplo, se acaban de pagar 4 mil millones de dólares de intereses, sólo intereses, de la deuda externa. Es importante destacar también, que tuvieron ganancias extraordinarias y hasta las duplicaron en algunos casos, varias grandes empresas: Aeropuerto 2000, Pampa Energía, Banco Macro, Arcor etc. mientras 10 mil pymes cerraron sus puertas.
Se le creyó a este presidente que iba contra la casta y defraudó fatalmente. Buena razón para que la mitad de la población no vaya a votar.
En segundo lugar, por las instituciones como la justicia decadente y politizada en el mal sentido, que es capaz de condenar a la que es, quizás, la mujer política más destacada de América Latina de los últimos 20 años, con un juicio que no pudo probar ni el desfalco a Vialidad ni su participación.
Según el cronista Raúl Kollmann, que siguió al milímetro todo el juicio, no hubo pruebas que justifiquen ningún delito. Y aunque gente muy “progre” está a favor del encarcelamiento de Cristina Fernández de Kirchner, es menester responderles que los juicios son concretos y con pruebas y si no hay pruebas, no hay delito por esa causa.
A Al Capone, sólo se le pudo probar que no pagaba impuestos y fue a la cárcel por ese delito, sólo por eso. A Cristina, hasta hoy, no se le pudo probar ni eso.
Pero no solo está condenada a 6 años de prisión y prohibida su participación política para siempre, sino que además se la humilla con controles de visitas y tobilleras de preso común. Ni los asesinos de la dictadura con prisión domiciliaria tienen esas exigencias.Buena razón para creer que votar no sirva de nada.
El partido mayoritario opositor, el peronismo, ya no grita como hace unas décadas… “la vida por Perón”. Lógico, dirán algunos, Perón ya no vive. Ahora gritan … “la vida por un puesto”. Así se los ve en las permanentes rencillas para confeccionar las listas. Pero, ¿con qué programa?, ¿para hacer qué? Con la frase… “para ser mejores que antes” ya lo dijeron en el 2019 y la repulsión al gobierno de los Fernández terminó en el gobierno actual.
Y ahí nuevamente la indignidad de la política. ¿Cuál es la propuesta de la oposición mayoritaria?
Nadie sabe qué van a hacer si ganan las elecciones: ¿pagará la deuda multimillonaria que se llevaron un puñado de empresas y pagamos todos?
Cristina, la dirigente máxima del Partido Justicialista, dijo hace pocos días que, frente al problemón que enfrentamos y seguiremos enfrentando todos los argentinos por décadas y décadas de deudas con el FMI, que algo había que pensar respecto de este tema.
Respuesta-propuesta …”no sabe, no contesta”. Para rematar esta falta de política frente a los dramas de hoy, aquí y ahora, la propuesta es votarlos en el 2025 y cantar Volveremos para el 2027. O sea, hasta el 2027 aguantar el chaparrón. Y con la capacidad de daño de este gobierno podemos imaginar qué será de Juan Pueblo dentro de 2 años.
Es evidente que con la denuncia no alcanza, hay que tener propuestas concretas frente a los dramas concretos.
Y esto parece que es otra buena razón que explica la falta de representatividad de la mitad de la población.
Los jubilados en Argentina: olvido, miseria y manipulación
Los llamados dirigentes gremiales, la CGT peronista, en su historia de luces y sombras, vemos que atraviesa un período nocturno, por demás lamentable porque debieran representar a las mayorías necesitadas de trabajo, salud, comida etc. Y su accionar es tan grotesco que convocó a una marcha religiosa por San Cayetano como respuesta a la gravedad de los acontecimientos. Por eso, cabe decir que, de oposición no tiene nada.
Hay que ser inhumano para dejar sin apoyo, a su propia suerte, a los empleados- médicos, enfermeras, técnicos, administrativos-nada menos que del Garrahan, con cientos de niños a su cargo en condiciones de vulnerabilidad extrema.
Hay que ser colaboracionista para no mover un dedo por los jubilados y discapacitados.
Hay que ser muy canalla para no defender con todas sus fuerzas a la máxima dirigente de su partido, pidiendo y exigiendo por su libertad inmediata.
Y para cerrar el círculo de este grandioso país, no se entiende qué haría la izquierda si se la votara. Se la ve carente de consignas que sean entendidas por los castigados del gobierno, más allá de la propuesta de que hay que salir a la calle.
Por eso y seguramente más razones, el 50 % de la población desconfía. No se siente representado y no va a votar, que es solo un símbolo, una expresión más, pero destacada, de la crisis de la política en su etapa más indigna que vivimos los argentinos hoy día.
Propuestas, se necesitan propuestas concretas, a los dramas concretos, para que se vislumbre un camino posible a transitar. Para volver a creer.
Pero si no aparecieran, recordemos que el 2001 se llevó adelante sin propuestas positivas, solo rugió con una consigna por la negativa… “que se vayan todos”.