A raíz de la gira del presidente Alberto Fernández para renegociar la deuda con el FMI y con el Club de París surge la impresión de dejà vu: la película del coyote y el correcaminos. La corremos de atrás, pedimos deuda para pagar intereses, eludiendo atacar las causas. Buscamos apoyo para sobrevivir, pero los problemas siguen igual, sólo que estamos más endeudados. Y crece el riesgo país y se socava la confianza. Y el coyote nunca alcanza al correcaminos.
¿Cómo se sale de esta trampa y se crece? Estudié seis países: Chile, China, Irlanda, Noruega, Corea del Sur y Alemania, que recorrieron el camino inverso al argentino. En los últimos 50 años crecieron y mejoraron sus indicadores económicos y sociales. No hubo magia en sus recorridos: apostaron a instituciones económicas fuertes, optaron por la libertad para hacer negocios, ejercieron una fuerte disciplina fiscal y abrieron sus economías al mundo.
Y me animo a sugerir un plan con seis elementos, imitando lo que hicieron otros: una reducción del tamaño del Estado; estabilidad macroeconómica; apertura, libertad económica y competitividad; fortalecimiento de las instituciones políticas y su eficiencia; transformación del Poder Judicial y una revolución educativa.
Reducir el tamaño del Estado es una quimera, pero debe darse para bajar el gasto. Se podría prescindir de 2 millones de empleados y crear un Fondo de Transformación para financiar sus despidos y su reinserción laboral. Hay que eliminar gran parte de los planes sociales y que el Fondo de Transformación pueda apoyarlos por un tiempo limitado y reinstaurar el valor del trabajo. Este Fondo se apalancaría con préstamos internacionales de largo plazo. Sería la última vez que la Argentina se endeudaría, con el ambicioso objetivo de transformarse a largo plazo, no de llegar a fin de año. Por supuesto que para lograr esto hace falta un plan coherente con consensos básicos. Hoy el contexto es propicio: sobra plata en el mundo, con tasas de interés cero.
Respecto de la macro, es necesario anular el déficit fiscal y establecer impuestos máximos, a nivel del promedio latinoamericano. Frenar la emisión es otro requisito para estabilizar la macro. Finalmente creo importante el armado de un Fondo Soberano, para ir repagando el Fondo de transformación y para construir un colchón de emergencia frente a futuras crisis globales. Abrir gradualmente la economía y liberar al sector privado de regulaciones es el camino. Salvo las casos esenciales, sugiero una privatización bien hecha para fomentar la sana competencia y eliminar también los privilegios y los monopolios de los sindicatos. Asimismo, estimular la innovación y la competitividad, dos herramientas que los seis países que analicé le pusieron foco.
Un cambio así requerirá de instituciones fuertes y eficientes. Hay que alargar los períodos presidenciales a seis años y tener elecciones legislativas cada tres para evitar el desgaste que conllevan elecciones constantes. El Congreso debe tener un rol central y debemos dotar al Estado de digitalización, para ganar rapidez, eficiencia y mejor acceso a la información. Algo similar aplica al Poder Judicial.
Por último, se deba dar una transformación estructural de la educación, analizando cómo hicieron los países que lograron mejorar y actualizar el sistema para responder a un nuevo contexto.
Todo esto requiere esfuerzo, consistencia y acuerdos: los mismos que aplicaron los seis países mencionados, que adoptaron medidas sostenibles en el tiempo, a pesar de los traspiés. No fue algo de suma cero: todos estos países beneficiaron a la gran masa de sus pobladores, superaron intereses particulares y sectoriales con crecimiento para todos.
No son países extraordinarios ni poblados de superhéroes: se animaron a desafiar el “no se puede”, “acá somos distintos” y aplicaron con racionalidad y responsabilidad medidas que Argentina, porfiadamente, sigue evitando. Llegó la hora de pensar seriamente en cambios estructurales y duraderos: de nosotros como pueblo argentino depende.
*Fundador de Inversor Global, Totallia, Poket y South Ventures. Licenciado en Administración de empresas y economista.
Autor de “Argentina Potencia: como volver a ser el país más rico del mundo”