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Discurso extremo mata gobernabilidad

Me parece importante llamar a que la población reflexione ante estos discursos, ya que la carga de contenido que estos manifiestan, es completamente antagónica con la realidad que vive la mayoría de los argentinos.

Alberto Fernández Mauricio Macri
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Hace mucho tiempo, que en Argentina, le prestamos mucha atención a las declaraciones de los candidatos, y últimamente, vienen siendo tendencia en la región, que la notoriedad la tomen los discursos que caen en el extremismo. Obviamente se entiende la lógica que recorren las declaraciones políticas, cuando el fin pasa a ser la visibilidad mediática, o el proyecto de gestión futura o simplemente los candidatos, siendo parte del cotidiano acto humano que es equivocarse. Pero de todas maneras los distintos “issues” que promueven determinados políticos se instalan, por medio de lo discursivo, y les dan “representatividad” en algunas temáticas, con una gran visibilidad mediáticas, pero muy distantes de la realidad.

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Es aquí, donde encuentro la dicotomía de lo discursivo. Por un lado, comprendo que el extremismo tiene la capacidad de generar una identificación, en la sociedad, a corto plazo.  Ya que ante un contexto adverso, quien te dice que va a hacer todo lo contrario a lo que sucede en el presente, genera en las personas una sensación de alivio o de posible solución. Más allá que de su contenido discursivo, no explique el cómo se van a hacer y el porqué de las propuestas. Y por otro lado, esa representación, que cada vez tiene más adeptos, provoca en los candidatos, que por medio del relato mediático, se olviden para quien y donde van a gobernar.

 Argentina es un país  que tiene un 50 % de pobreza, el 36% de su población entre 25 y 64 años tiene completo el nivel secundario y por último 1 de cada 3 argentinos cuenta con formación terciaria o universitaria.  Datos que reflejan, entre otros, una realidad crítica.  En donde las propuestas políticas deberían promover consensos que permitan buscar a largo plazo soluciones para todos los argentinos. Es un reto para toda la cúpula política, hablar y proponer sobre lo que realmente sucede en la Argentina, asumiendo que pronunciarse sobre determinadas realidades no tendrá la visibilidad mediática, que si tienen los discursos extremistas. Pero a que a fin de cuenta, quien resulte victorioso en los comicios deberá enfrentarse, a través de la gobernabilidad a lo que realmente sucede en el país.

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Entonces, me parece importante llamar a que la población reflexione ante estos discursos, ya que la carga de contenido que estos manifiestan, es completamente antagónica con la realidad que vive la mayoría de los argentinos. El extremismo discursivo, como un limitante de gestión de la realidad, pero con un gran poder de provocar identificaciones ante contextos adversos, y ante la posibilidad de que su representación sea cada vez más masiva, va a permitir que el discurso electoral sea un fracaso de gobernabilidad. Y esto es lo que tenemos que entender por qué nuestra realidad requiere de un diálogo complejo a largo plazo, desde lo político con la sociedad, que permita encontrar soluciones, y no discursos heroicos que solo llevan a la mediatización, provocación e identificación cortoplacista del electorado.

*Licenciado en Relaciones Publicas.