OPINIóN
HOLLYWOOD

El fin del club de la gente cool

El cachetazo de Will Smith a Chris Rock puede ser ligado a varias temáticas, como la violencia, el bullying, las vida de varias familias tipo afroestadounidense o la decadencia de la Meca del Cine.

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Secuencia. El desarrollo de la escena que culminó en una bofetada “que se escuchó en todo el mundo”. | afp/cedoc

Con la habitual agudeza e ingenio de sus titulares, el New York Post (sí, el Post, no el Times) resumió el alcance del ya célebre episodio del 27 de marzo en el Dolby Theatre de Los Ángeles en una sola frase: el bife que le propinó Will Smith a Chris Rock fue “una bofetada que se escuchó en todo el mundo”.

Es que, justamente, para aquellos que quisieron escuchar, la bizarra reacción del protagonista de “Independence Day” a una broma del brillante comediante que intentaba ponerle un poco de onda a la aburridísima velada es el reflejo de una sociedad preocupantemente acostumbrada a la violencia, de una industria del cine que se transformó para siempre, enterrando de paso a las grandes estrellas y de una comunidad negra que sufre más que otras -de otros “colores”- los dolores de la violencia y la disfuncionalidad familiar.¨

Historia

De la cachetada en vivo ya queda poco por decir, en especial desde que se convirtió en meme y el hashtag #SlapChrisRock arrasó en Twitter.

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De todas maneras, no viene mal un resumen: el comediante hizo un chiste bastante flojo sobre el parecido de la esposa de Smith, Jada Pinkett, con la caracterización de Demi Moore para la película “G.I. Jane”, de 1997. El filme de Ridley Scott trataba de una joven que quería romper barreras y entrar a las exigentes filas de los Navy Seals estadounidenses.

Para eso, la mujer (la teniente Jordan O’Neil en la ficción, Demi en la vida real) se rapó la cabeza. Jada, la esposa de Smith, también apareció calva en la ceremonia de los Oscar, pero por culpa de una enfermedad, la alopecia, no porque, a los 50 años de edad, esté tratando de entrar a la fuerza de operaciones especiales de la Marina norteamericana.

Rock, que cada tanto baja el nivel desde sus originales y punzantes observaciones sobre racismo y sociedad en Estados Unidos a cargadas personales contra otros actores y actrices, se lanzó con un “Jada, no puedo esperar a G.I. Jane 2” que, al parecer, estaba fuera del guion para la velada.

En un primer momento, las cámaras mostraron a Will Smith riendo de mala gana con el chiste. Luego se vio a Pinkett poniendo cara de “qué mamerto que es Chris Rock”. Y después el desastre. Smith dejó de reír cuando vio que su esposa no reía, se subió al escenario y le puso un soplamocos al hombre de la voz de la cebra Marty en “Madagascar” (serie de películas en la que también trabaja Pinkett, que hace hablar a Gloria la hipopótamo).

Según las versiones que estuvieron circulando en los días posteriores a la ceremonia del Dolby Theatre, los encargados de seguridad de la velada le habrían pedido a Smith que se retirara del lugar, pero el protagonista de “Men in Black” se quedó en la sala, donde poco después fue llamado a recibir el galardón al mejor actor por su papel de Richard Williams, el padre y entrenador de las hermanas tenistas Venus y Serena Williams, en “King Richard”.

Mediocridad

Con el Oscar para Smith, la fiesta de Hollywood terminó de ponerse de rodillas. El premio por su trabajo en un mediocre filme “inspirador” y “basado en hechos reales” es apenas un poco menos insólito que la estatuilla para Rami Malek por haberse puesto unos dientes ortopédicos para personificar a Freddy Mercury en la insulsa “Bohemian Rhapsody”, del 2018.

“Quiero ser un recipiente para el amor”, dijo Smith en su discurso al aceptar el premio en el mismo escenario donde había golpeado a un humorista por hacer un chiste malo.

Después de pegarle a Rock, Smith había sido “consolado” por dos colegas que suelen trabajar de “duros”, Denzel Washington y Samuel L. Jackson. Dos actores que (spoiler alert) no son realmente “duros” ni tienen entrenamiento militar ni matan gente a tiros sin pestañear.

En cierta manera, fue bastante ridículo ver a tres señores grandes (Smith, Washington y Jackson) celebrar con abrazos el bife que recibió Rock, un artista que a menudo alimenta su material con historias de una infancia y una adolescencia de víctima del bullying (muchas de las cuales están retratadas en la muy interesante serie “Everybody Hates Chris”).

(Uno de los mejores memes post-cachetazo muestra al hercúleo Dwayne Johnson haciendo el chiste de “G.I. Jane 2” en lugar de Rock y a Smith riendo resignado, sin ninguna intención de subir a boxear al ex luchador del World Wrestling Entertainment, una especie de sofisticado y multimillonario Titanes en el Ring norteamericano en esteroides).

Bullying

Increíblemente, unos cuantos famosos y celebridades salieron a respaldar a Smith, incluso mujeres con argumentos machistas del tipo “qué bien Will, cómo defendió el honor de su mujer”.

¿Por qué esos espejismos de la sociedad estadounidense que son Hollywood e internet salieron a ponerse del lado del actor agresor? ¿Los años de presidencia de Donald Trump anestesió a los norteamericanos frente a la violencia, verbal y física?

Esta es una industria del cine que existe en un país donde las estimaciones oficiales (que se pueden chequear en StopBullying.gov) señalan que alrededor del 20 por ciento de los estudiantes de 12 a 18 años de todo el país sufrieron alguna vez acoso en las escuelas.

Pero si Will Smith le pega a Chris Rock está bien porque hizo un chiste malo que ofendió a su esposa. No, no está bien porque el bullying entre adultos también existe.

Una encuesta del 2017, preparada por la American Osteopathic Association, mostró que cerca de un tercio de los adultos estadounidenses sufrió acoso. Y el bullying, por más que sea un divertido trending topic en las redes sociales a causa del sopapo de los Oscars, no es motivo de risa: tiene severas consecuencias de salud.

El mismo estudio señaló que un 71%de los adultos víctimas de acoso tenía problemas de estrés, un 70% ansiedad o depresión, un 55% reconocía pérdida de confianza y autoestima y un 19% llegó a reportar colapsos mentales.

Polémicas

La agresiva actitud de Smith también hizo estallar una polémica con ingredientes de violencia familiar, raza e infidelidad.

Rindiéndose ante el mal necesario de los chismes de la farándula, hay que recordar que Will y Jada estuvieron envueltos en el 2020 en una serie de rumores de infidelidad que hablaban de un romance entre la actriz y el cantante August Alsina.

La pareja, que muchos aseguran forma parte de la inquietante secta conocida como Iglesia de la Cienciología, primero negó esos rumores, después aseguró que habían abrazado el poliamor y finalmente admitieron que algo pudo haber pasado mientras estuvieron separados.

Y si bien no faltaron aquellos que dijeron que la reacción del actor contra el comediante fue un síntoma de la fragilidad del matrimonio Smith-Pinkett, muchas mujeres afroestadounidenses suspiraron públicamente ante el gesto de un hombre de raza negra “defendiendo” a su mujer, de un verdadero ejemplo de padre de familia, una situación que parecería ser no tan común si se tienen en cuenta las estadísticas.

Datos de la oficina del Censo de Estados Unidos, recogidos por la publicación Afro.com, revelaron que “un número desproporcionado de niños negros menores de 18 años” vivía en hogares monoparentales en el 2016.

“El porcentaje de niños blancos menores de 18 años que viven con ambos padres -indicó el informe- casi duplica el de los niños negros”. Así, “mientras que el 74,3% de todos los niños blancos menores de 18 años viven con ambos padres, solo el 38,7% de los menores afroamericanos pueden decir lo mismo”, completó.

La singular actriz afroamericana Tiffany Haddish, abandonada por su padre a los tres años y crecida en una familia disfuncional y abusiva, pareció venir desde ese frente cuando justificó públicamente a Smith.

El cachetazo del actor contra el hombre que osó bromear sobre su esposa “significó todo para mí”, le dijo Haddish a la revista People. “Tal vez al mundo no le guste cómo sucedió, pero para mí fue lo más hermoso que he visto en mi vida”, aseguró.

“Cuando vi a un hombre negro defender a su esposa, eso significó mucho para mí”, remató la protagonista de la serie “The Afterparty”, de 42 años de edad.

Hollywood

Claro que todo este episodio debe ser colocado en su justo lugar, porque, al fin y al cabo, ¿a quién le sigue importando lo que dicen y hacen los astros de Hollywood?

Si bien repuntó un sorprendente 60% respecto de la audiencia de la ceremonia del 2021, realizada en tiempos de pandemia, la velada del sopapo quedó en el segundo lugar entre las transmisiones menos exitosas de la Academia del Cine desde que comenzaron a ser medidas.

Según los números de Nielsen, marcó 16,62 millones de espectadores y un rating de 3,76 en el segmento de adultos 18-49 años, contra los desastrosos 10,4 millones del año pasado (rating de 2,12).

Lejos, muy lejos quedaron, por ejemplo, los 57,25 millones de televidentes que siguieron la ceremonia de 1998, el año en que arrasó “Titanic” y se premió a leyendas como Jack Nicholson, Robin Williams y Kim Basinger.

Una época muy diferente a la actual, en la que los filmes con historias de seres humanos (y no superhéroes o dibujos computarizados) llevaban millones de personas a las salas de cine y no eran producidos y vendidos por plataformas televisivas como Netflix y Apple TV a un público cautivo en los sillones del living.

Ver un filme en televisión, aunque sea genial, dijo Quentin Tarantino en noviembre del año pasado, es una “experiencia desechable” que no se compara con el fenómeno clásico del cine: “cuando sale una película que te interesa lo suficiente como para verla y te hace salir de tu casa y comprar un boleto”.

“Podrías haber hecho lo que quisieras esa noche -explicó el director de ‘Pulp Fiction’ en el programa de Stephen Colbert-, pero decidiste ir a ver una película”, ir a “sentarte en medio de extraños y tener una experiencia inolvidable”.

Quizás este lento descenso hacia la intrascendencia del “star system” estadounidense como lo conocíamos hasta ahora ayude a explicar un poco más lo que pasó en Los Ángeles entre Smith y Rock.

Y otro poco lo aclaró otra mente brillante de la comedia norteamericana, Jim Carrey, al comentar el discurso con el que el intérprete de “King Richard” aceptó el premio al mejor actor.

Hollywood, opinó el protagonista de “Man on the Moon” (el filme de 1999 sobre la vida de Andy Kaufman, un cómico glorioso y demencial al que Will Smith seguramente querría asesinar, si estuviera todavía vivo) “es una masa débil y sin carácter”.

Cuando se vio la escena del cachetazo, completó Carrey, “realmente sentí que era una indicación muy clara de que ya no somos el club de la gente ‘cool’”.

*Ex corresponsal en Washington, periodista freelance que escribe sobre Estados Unidos, Medio Oriente y nuevas tecnologías.