OPINIóN
Elecciones 2023

El horror de las encuestas

Javier Milei es el último ejemplo de la diferencia que existe entre el error y el horror estadístico.

bunker de Milei 20230813
bunker de Milei. | Milei

Se sabe de la complejidad actual del trabajo trabajo del encuestador. Los sondeos presenciales son muy costosos y los digitales, más baratos, no ofrecen aproximaciones certeras. 

Además, las personas ya no quieren contestar y si contestan, no necesariamente dicen lo que piensan, quizá por vergüenza, y si lo piensan y lo dicen, después pueden cambiar y volver a cambiar antes de llegar al instante de sufragar. 

Pero cuando las diferencias entre las proyecciones y la realidad son tan extremas como en este caso, surge la duda de si se trata de simples errores muestrales o de mala praxis inducida por candidatos que pagan las encuestas y consultoras que aceptan poner su sello a resultados amañados a la medida del cliente. 

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Guerras de encuestas y los resultados electorales PASO 2023: ¿cómo les fue?

Ninguna de las trece encuestas conocidas en las últimas semanas le daba ganador a Milei. Doce lo daban tercero. Una, de la firma Opinaia, segundo con 22%, igual que Unión por la Patria y lejos del 30% de los candidatos de Juntos por el Cambio. Hubo un encuestador que lo ubicó 18 puntos más abajo que el primero, tres que lo dieron 17 puntos abajo y otros tres que lo ubicaron 15 puntos por debajo del primero. 

El promedio de todas las encuestas más recientes, otorgaba al candidato de La Libertad Avanza el 18,73% de los votos. Muy lejos del primero (JxC, 32,7%) y también del segundo (UxP, 30%). 

Además del error masivo de las encuestas para prever la excelente elección del libertario, hay que sumarle que en las últimas semanas prevaleció la idea de estos especialistas sobre la supuesta caída que venía sufriendo Milei a partir de numerosas denuncias en su contra. 

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Milei, Trump, Bolsonaro. Uno de los pocos que venía diciendo lo contrario fue Jaime Duran Barba. Lo viene escribiendo en PERFIL desde hace tiempo: cuanto más es castigado el candidato de LLA por el establishment político y mediático, más crece él. 

Quienes hablamos en privado con Jaime, sabemos que advierte desde hace un año, que existe una importante porción de la sociedad para la cual la extravagancia de este hombre, su violencia verbal y gestual, su discurso antipolítica, calza justo con su deseo de castigar a la “casta”. 

Un fenómeno similar al que ocurrió con Bolsonaro en Brasil y con Trump en los Estados Unidos. Líderes castigados por el pensamiento políticamente correcto, pero funcionales al hastío de ciertos sectores. Incluyendo a personas de los distintos estratos socioeconómicos.

Por qué fracasan las encuestas

Tampoco en esos casos las encuestas supieron anticipar el crecimiento de sus candidaturas.Por eso, la elección de Milei no es sólo un cachetazo a los encuestadores, sino también al sentido común que indicaría que en la Argentina no puede ganar (o conquistar una porción significativa de votos), alguien como él. Impulsor de la compra-venta de órganos, el libre uso de armas de fuego, la privatización de la educación y el cierre del Banco Central. Un candidato que cerró su campaña con el mismo mensaje que dio ayer tras conocerse su triunfo. Le agradeció a su perro muerto después de que un libro periodístico revelara que mantiene diálogo fluido con su fallecido mastín inglés a través de una médium; de la misma forma que recibe consejos de economistas muertos a través de sus otros perros (vivos). 

La interpretación de Duran Barba es que la mayoría de los votantes no conoce ni les interesa conocer lo que el candidato dice que piensa o va a hacer. Lo que les interesa es que esa figura que grita, estalla e insulta transmite sensaciones cercanas a lo que siente una parte de la población. 

El loco

Larreta vs. Bullrich. El error masivo de los encuestadores sobre el caso Milei se repitió, aunque en menor medida, en la proyección del resultado de la interna entre el jefe porteño y la exministra de Seguridad. De las diez encuestas más recientes a nivel nacional, hubo dos que le daban el triunfo a Larreta por entre dos y tres puntos, y una que marcaba un empate en 16 puntos. 

Las siete encuestas restantes sí dieron vencedora a Patricia Bullrich, pero en algunos casos por el doble de la diferencia que terminó existiendo. 

En la columna de la semana pasada en PERFIL, citaba a un encuestador cuyos datos le daban ampliamente ganadora a Bullrich y que explicaba de esta forma por qué otros colegas sostenían lo contrario: “Puede pasar que la diferencia entre una encuesta y otra sobre un candidato sea de 2 o 3 puntos, pero cuando hay diferencias que llegan a 15 puntos entre lo que señalan unos y otros encuestadores, ahí solo se explica porque en alguna de ellas hay corrupción”. 

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Ya sea por errores metodológicos o premeditados, el recurrente fallo de las estadísticas políticas plantea el dilema de qué va a pasar con ellas en las próximas elecciones.

Duran Barba explica que las encuestas ya no sirven para lo que fueron inventadas. Recuerda que antes sí podían ser capaces de anticipar cómo iba a votar una sociedad, pero ya no: “Las herramientas de la ciencia para estudiar estos fenómenos se alteraron con la nueva sociedad”.

“¿Significa esto que las encuestas ya no sirven para nada?”, se pregunta. Su respuesta es que seguirán teniendo muchos usos, pero ya no para anticipar si un candidato ganará o perderá por dos puntos. 

Los consultores, políticos y medios podremos seguir recurriendo a esta suerte de astrología electoral. 

Pero ya no habría que llamarlas encuestas.