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UN TIEMPO NUEVO

Los cisnes negros

Nadie quiere vaticinar lo que ocurrirá en las elecciones presidenciales de este domingo. Estuvimos acostumbrados a que lleguen a las elecciones candidatos y grupos, cuyo comportamiento era predecible desde el sentido común. En definitiva sobrevolaban las urnas cisnes blancos. Pero a veces, también se presentaba un candidato ajeno a la lógica tradicional, al que se calificaba de outsider o cisne negro. El término fue acuñado por el filosofo Nassim Taleb, para designar a un suceso sorpresivo, de impacto, que una vez superado se explica como predecible, dando impresión de que se esperaba que ocurriera. Estamos en vísperas de las PASO, rodeados de cisnes negros difíciles de comprender, que hacen complicado predecir lo que sucedía.

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| Pablo Temes

La sociedad que nació con la transformación tecnológica tiende a un caos creciente, que se instala tanto en los países desarrollados, como en los más pobres. Los viejos paradigmas del siglo pasado se desmoronaron, y con ellos los gobiernos elegidos en América del Sur los últimos años.

Pedro Castillo pensó que podía transformar Perú con un decreto y terminó preso en una comisaría. Las sociedades son más complejas que las ansias de un dirigente ignorante. Guillermo Lasso tuvo que adelantar las elecciones en Ecuador, Gabriel Boric y Gustavo Petro tienen el rechazo masivo de la población, Lula ha iniciado un descenso dramático. Los países son ingobernables.

Envejeció la antigua izquierda que parecía surgir como alternativa. Sus líderes siguen cantando las canciones de los Inti-Illimani, mientras la mayoría de la población conversa acerca de la Inteligencia Artificial, y las nuevas apps que puede instalar en su celular. Por mucho que Emerenciano Sena ponga retratos del Che Guevara en todas las casas de un barrio perdido del Chaco, su militancia no da nuevas fuerzas a la revolución cubana. Son juegos simbólicos que carecen de sentido en una sociedad en la que en una década, se producen cambios mayores a los que se daban en un siglo. Desparecieron las polémicas propias de la Guerra Fría, que tanto nos entusiasmaron a quienes vivimos nuestra juventud hace cincuenta años. Ningún joven actual menciona siquiera esos temas.

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Cuando los encuestas preguntan a la gente si decidió cómo votar, la respuesta siempre tiene un sesgo

Nadie quiere vaticinar lo que ocurrirá en las elecciones presidenciales de este fin de semana. Estuvimos acostumbrados a que lleguen a las elecciones candidatos y grupos, cuyo comportamiento era predecible desde el sentido común. En definitiva sobrevolaban las urnas cisnes blancos. A veces, también se presentaba un candidato ajeno a la lógica tradicional, al que se calificaba de outsider o cisne negro. El término fue acuñado por el filosofo Nassim Taleb, para designar a un suceso sorpresivo, de impacto, que una vez superado se explica como predecible, dando impresión de que se esperaba que ocurriera.

Estamos en vísperas de las PASO, rodeados de cisnes negros difíciles de comprender, que hacen complicado predecir lo que ocurría.

El telón de fondo es una sociedad en la que los ciudadanos están en crisis. La mayoría de la gente exige un cambio radical, más profundo que solo una nueva opción ideológica. Tienen poco interés en que alguien les proponga hacer algo con el país. En su imaginario eso no existe, su referente es solo su propia vida. No mencionan que el país está mal. El centro de su discurso es que “yo estoy mal”. Los que se preocupan por el país en el largo plazo, son seres fuera de la realidad.

La gente expresa su malestar en dos grandes capítulos: la economía, y la seguridad.

La economía que les interesa a los ciudadanos no tiene que ver con conceptos, ni propuestas programáticas. Les es indiferente lo que pase con el FMI o con la inflación. Les interesa solo lo que afecta a su vida. La palabra que más se repite en las investigaciones cualitativas es “no me puedo dar mis gustitos”. En definitiva, si fuese posible que duplicándose la inflación, pagando o dejando de pagar la deuda externa, yo pueda ir con más frecuencia al cine y dar más helados a mis hijos cuando vamos de paseo, estarían solucionados los problemas económicos que interesan.

El otro tema es la seguridad. La mayoría de la gente quiere tranquilidad, dejar de sufrir. Se sienten abandonados a su propia suerte, en manos de motochorros insensibles, de jueces y policías corruptos. Saben que si un candidato les dice que hay que aguantarse la desgracia, mientras logramos una sociedad justa en la que nadie necesite delinquir, está diciendo disparates. Los delincuentes no matan y roban porque luchan por una sociedad justa. Lo hacen porque quieren comprar paco.

Por qué fracasan las encuestas

La gente demanda algo sencillo, un sueño, la posibilidad de vivir en paz para no tener que irse del país.

Aparece entonces el primer cisne negro: no parece posible la continuidad de un modelo populista, que ha fracasado estrepitosamente según todos los análisis racionales. Está claro que no podemos seguir gastando más de lo que tiene el país imprimiendo billetes. Quienes patrocinan ese juego esperan llegar al mes de diciembre y que el nuevo gobierno vea cómo afronta una circunstancia económica absurda. No parecen tener en su horizonte la posibilidad de que gane las elecciones el ministro de Economía y tenga que afrontar el problema.

Este cisne negro tiene una contradicción en la que insisten muchos analistas y periodistas: ¿en qué otro país del continente, un ministro de Economía que ha conducido al país a una inflación superior al 100% tiene alguna posibilidad de ganar las elecciones presidenciales? La respuesta es sencilla: en ninguno, porque no hay otro país con esa inflación.

Si eso es así, ¿porqué Sergio Massa aparece en todas las encuestas como el candidato mejor posicionado para encabezar los resultados de las PASO? La pregunta es de fondo, y tal vez tenga que ver con algunas variables que no nos parecen tan importantes a los analistas, pero pueden serlo para un amplio porcentaje de argentinos. Es posible que para la clase media, especialmente para quienes trabajan en blanco, la situación sea más grave y que la enorme red de subsidios creada por el Gobierno esté atendiendo mejor a amplios sectores más pobres.

Massa es el candidato de las instituciones de la antigua sociedad corporativa. Le apoya el movimiento obrero, se reúne con rectores de todas las universidades, con asociaciones empresariales, con diversos grupos que dicen representar a los argentinos. En el resto de occidente la mayoría de la gente no quiere ser representada y ese tipo de instituciones moviliza pocos votos. En estas elecciones constataremos si en Argentina siguen vigentes y pueden determinar el futuro.

Todos los mecanismos de la política clientelar están activos para respaldar a Massa. Los regalos de objetos por parte de autoridades y dirigentes se encuentran por todo el país, todos los taxis de la provincia de Buenos Aires fueron contratados para llevar a votantes del partido de gobierno a los centros electorales el domingo. Será una ocasión para constatar si siguen volando en Argentina los cisnes negros de la política más reaccionarios, que desaparecieron hace años de los demás países del continente.

Milei es el otro cine negro que aparece en las elecciones, con un desempeño difícil de prever. Por primera vez tiene opción de llegar a la segunda vuelta un candidato de fuera del sistema, respaldado por personas que no toman en cuenta sus propuestas, ni sus puntos de vista, y que votan en negativo. Expresan simplemente su rechazo al sistema. Hemos estudiado este tipo de voto de otros países y sabemos que suele crecer en las urnas, más allá de lo que dicen las encuestas.

El actual votante indeciso no se parece al que existía hace diez años. El antiguo tenía esa actitud por falta de información y de interés en el proceso. Actualmente un porcentaje importante de argentinos no solo que no se decide por alguno de los candidatos, sino que está informado, enojado con un sistema que cree que le coarta sus sueños. Está indeciso entre los candidatos, pero decidido en contra del sistema.

Cuando los encuestadores preguntan a la gente si ha decidido cómo votar, la respuesta tiene un sesgo. Muchos se dicen decididos, aunque no tengan ninguna preferencia. En realidad hay más indecisos o personas con preferencias superficiales propias de la sociedad de la red. Habrá bastantes electores que lleguen a las urnas sin una decisión firme y que en ese momento votarán expresando su bronca, sin fijarse en las propuestas de nadie. Esos pueden votar más fácilmente a Milei. Es probable que el outsider tenga un porcentaje mayor al previsto.

Política superficial de la red

Es mismo fenómeno se producirá con Grabois en el Frente del Gobierno. Obtendrá votos de electores que están con el kirchnerismo, pero quieren una renovación. Desde el inicio del proceso expresé que es posible que los números de Grabois se acerquen al 10%, lo que significaría para él un gran triunfo y lo posicionaría para el futuro.

El tercer cisne negro, de imposible previsión, es Juntos por el Cambio. Por primera vez en muchos años, se da a nivel presidencial una interna competitiva. A nivel de la Ciudad existió otra, entre Horacio Rodríguez Larreta y Gabriela Michetti, interesante, de altura, en un tiempo en que la red no había licuado los principios.

Hoy se enfrentan, por un lado, Horacio Rodríguez Larreta, con el apoyo de un espectro amplio de dirigentes políticos, con la propuesta de realizar un cambio profundo. En su criterio, éste no puede producirse consiguiendo solamente una mayoría en el Congreso, sino que, para ser duradero, debe ser fruto del diálogo con el conjunto de la sociedad. La tarea que él y Mauricio Macri realizaron en la Ciudad, sin tener mayoría propia en la Asamblea Legislativa, sería el modelo exitoso al que apela para señalar un futuro posible.

Por otro lado está Patricia Bullrich, quien ofrece hacer todos los cambios en muy poco tiempo, tomándose las calles con multitudes que exijan ir hacia una sociedad estoica, como la de los peregrinos que fundaron los Estados Unidos. No parecería que en la sociedad lúdica actual exista una mayoría que respalde una opción sufriente, que ofrezca agudizar las penurias de todos por unos años, pero en el paìs de los cisnes negros, todo puede pasar.

Finalmente revolotea por las urnas un mirlo blanco. El país estaría mejor si hubiese una alternativa de izquierda moderna. Desgraciadamente, los activistas de esa tendencia están perdidos entre los delincuentes del Chaco y activistas que controlan las calles de Buenos Aires, para ganarse unos pesos haciendo las tareas sucias del capitalismo de amigos que nos gobierna. Repiten consignas jurásicas.

Cerraron esta campaña con una gran movilización protestando por la brutal represión de la Policía de la Ciudad que ayudó a un activista jubilado subido de peso, que desgraciadamente murió. Mientras vivan en un mundo de mentiras y exageraciones ideológicas, seguirán sacando cuatro votos.

*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.