OPINIóN
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El mensaje universal de la Unidad Alemana

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Simbolo. Tres décadas atrás, la multitud congregada ante la Puerta de Brandemburgo, festejando la reunificación de Berlín, ya sin el muro, y de las dos Alemanias. | cedoc

“Vivimos el día de hoy como afortunados. Esta vez la historia nos ha dado un regalo a los alemanes”

Estas palabras conmovedoras fueron pronunciadas por el Presidente Federal alemán Richard von Weizsäcker exactamente el 3 de octubre, 30 años atrás, durante la ceremonia del Día de la Unidad Alemana en Berlín. Aquel día, nosotros, los alemanes, culminamos en libre autodeterminación nuestra unidad en paz y en libertad. 

Aún hoy se pone la piel de gallina cuando se observan las imágenes de aquellos meses. Las imágenes de las manifestaciones de los días lunes en Leipzig,  del compromiso de ciudadanas y ciudadanos de Alemania Oriental. Las imágenes de la noche de la caída del Muro, el 9 de noviembre de 1989, cuando personas completamente desconocidas se abrazaban y lloraban. Las imágenes del mar de banderas negro-rojo-oro el 3 de octubre de 1990, cuando finalizaba definitivamente la división alemana. La revolución pacífica fue un éxito.

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En 1989 y 1990 la historia fue benévola con los alemanes. La reunificación trajo mucha felicidad a nuestro país. Y no debemos olvidar que, tanto la caída del Muro como la Unidad Alemana, sólo fueron imaginables y viables en el contexto de la reunificación europea. Fue el producto de la valentía de millones de ciudadanos de Europa Central y Oriental. Ellas y ellos derrumbaron la Cortina de Hierro en Europa y la Guerra Fría llegó a su fin. 

Una vez finalizado el conflicto Este-Oeste, pudimos orientarnos al futuro con optimismo. El mundo se unió – tanto en lo político como en lo económico. Cientos de millones de personas lograron dejar atrás la pobreza. Cada vez más se consolidó la conciencia de que debemos proteger a nuestro medio ambiente, el único que tenemos, de que respiramos el mismo aire y que bebemos la misma agua. Como nunca antes parecían tangibles los ideales de la Organización de las Naciones Unidas, tal como los expresa la Carta de las Naciones Unidas – una vida digna para todos los seres humanos, paz, relaciones amistosas entre los pueblos, la resolución conjunta de tantos desafíos globales. Muchos hasta soñaban con un final de la historia – una marcha irrefrenable de la humanidad en dirección a la libertad y a la democracia. 

Este sueño terminó –en cambio, la historia no termina. Por el contrario: en muchos sitios estamos viendo el avance de regímenes autoritarios, de ideas nacionalistas y racistas, de  diferencias profundas y de discriminación – entre naciones pero más y más también dentro de los países. 

Pero, si bien la historia no termina, tiene que repetirse? Las tensiones crecientes son una gran preocupación para mí como para todos. Por este motivo, el Gobierno alemán defiende la democracia, el Estado de Derecho, el libre comercio, las instituciones consolidadas, un orden internacional abierto y basado en normas, que preserve a los derechos humanos individuales y al Derecho Internacional.  Esto lo llevamos a la práctica en el marco de las Naciones Unidas, en el marco de la Unión Europea, cuyo Consejo presidimos hasta diciembre, o en el marco de la Alianza por el Multilateralismo, que hemos constituido con Francia y en la que hoy ya participan más de 60 Estados, entre ellos también la Argentina. 

Mientras que en el pasado nos dedicábamos a hablar de nuestras convicciones, hoy se nos pide que los defendamos con toda nuestra fuerza.

La necesidad de alianzas fuertes es, por cierto, uno de los aprendizajes más importantes de la reunificación de Alemania. Sin la confianza de nuestros socios en una función positiva de Alemania, no se hubiera producido la reunificación y, sin ella, tampoco la reconciliación. Los verdaderos progresos nunca se obtienen unilateralmente - y los problemas raras veces pueden resolverse en forma unilateral.

Esto se observa especialmente en la crisis del Coronavirus que estamos atravesando y se aplica tanto a la ciencia, para hallar tratamientos y vacunas – en las circunstancias actuales tenemos que comprender ambos como bienes comunes globales, lo antes posible – como a la actividad económica para que retornen lo antes posible los puestos de trabajo, el comercio y las inversiones. 

Además, las consecuencias a largo plazo de la falta de cooperación internacional en la lucha contra la pandemia podrían ser más graves allí donde su éxito sería más importante: en el cambio de nuestro comportamiento social. Lo que necesitamos es un retorno hacia más humanidad, proximidad y calidez que las pantallas y la comunicación digital no pueden transmitir. Como padre de cuatro hijos, me preocupa cada vez más la alienación que se está extendiendo por todo el mundo, especialmente en lo que respecta a las y los jóvenes, que no ha podido ir a la escuela durante demasiado tiempo para mantener sus amistades y formar otras nuevas, por no mencionar la pérdida que este período de educación limitada significa para la maduración de las sociedades del conocimiento del mañana. Esto también demuestra lo mucho que necesitamos volver a poner la cooperación a la vanguardia de la política exterior – y también al centro de nuestros discursos nacionales. 

“Ahora se une lo que debe estar unido”, manifestó Willy Brandt en la noche de la caída del Muro de Berlín. Muchas cosas se han unido, pero no todas. Aún persisten algunas trincheras. Lo importante es que intentemos cerrarlas, superar divisiones, fortalecer instituciones y contribuir en conjunto y en forma constructiva a la unión y a la unidad.

Este es para mí el mensaje universal de la caída del Muro y de la Unidad Alemana, del 9 de noviembre 1989 y del 3 de octubre de 1990: ¡El mundo no necesita personas que nos dividan sino personas que nos unan!

*Embajador de Alemania en la Argentina.