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El modus operandi de Javier Milei para dirigir

El DNU y la Ley ómnibus expusieron su debilidad pero también su modo de gobernar: él sigue con la retórica mientras su equipo negocia buscando los consensos que necesitará. Pero no se esperaba un frente de tormenta cordobés…

Javier Milei
Javier Milei | NA

Javier Milei construyó su personaje como panelista económico en la TV y en la radio. Su imagen asociada, desde la retórica, al destrato de la política fue creciendo y amplificándose en la medida que su participación televisiva aumentaba. El rating de los programas se incrementaba  con su presencia y por ende su conocimiento público. 

Sin embargo, hay miles de casos en los que personajes mediáticos quieren dar el salto hacia la política arrastrando su popularidad pero terminan fracasando porque su fama no logra ser identificada por un electorado afin.

En el caso de Javier Gerardo Milei, su mensaje mediático siempre fue electoral. Esto dio lugar a que la identificación de su público con su mensaje, siempre estuvo bajo la órbita política. Generando las condiciones necesarias para que ese salto hacia la arena electoral le permitiera conseguir una representatividad importante en las urnas.

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Muchos pensábamos que el 10 de diciembre de 2021, cuando Milei se convirtió en Diputado Nacional, su mensaje electoral no le iba a permitir construir una narrativa suficiente que lo diferenciara del sistema político al que ingresaba.

Sin embargo, su llegada al recinto, el aumento de su exposición pública y un contexto social agobiado por haber vivido 8 años de dos gobiernos distintos,  que no mejoraron la realidad del país, le permitió consolidarse como candidato a presidente, representando una porción de la sociedad en contra de la política.

Su candidatura siempre estuvo condicionada, hasta el día de hoy que es presidente, por su capacidad por obtener gobernabilidad. El bloque de la Libertad Avanza cuenta con un 15% de legisladores en la cámara de Diputados y menos del 10% de representantes en el Senado. Su fragilidad legislativa siempre será el talón de Aquiles de su gobierno. Por lo menos hasta las próximas elecciones de medio término.

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No obstante ya han pasado más de 70 días desde que asumió la presidencia. Desde un análisis macro podríamos resaltar dos hitos políticos que marcaron su impronta en la gestión, el DNU y la Ley ómnibus. Dos hechos que expusieron su debilidad pero también su modo de gobernar. Tal es así que ya sabemos que los representantes del gobierno (ministros y aliados políticos) serán quienes buscarán la negociación y el consenso ante la oposición. En cambio, el presidente por ahora, será el que imponga, maltrate y cuestione a la política. De esta manera se garantizará el libertario (basándose en encuestas de opinión pública) mantener su línea discursiva y la estrategia comunicacional de las propuestas con las que su electorado se identificó y justificó su voto. 

Tengamos presente que el Presidente aún mantiene un 54% de imagen positiva (encuesta nacional de enero, de Pulso Research) un número que le permite aun conservar una cuota importante de poder social.

Ese aire social, sumado a una oposición dialoguista sin intenciones de subirse a la pelea contra el presidente sino de encontrar puntos en común, le permiten seguir consolidando su imagen y su narrativa electoral. Una fortaleza que hoy le funciona, pero su ataque contra los dirigentes de la provincia de Córdoba podría marcar el inicio de la construcción de nuevos frentes enemigos que le condicionen su poder.

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Luego de la caída de la Ley ómnibus en el Congreso, el presidente se desquito y culpo a los gobernadores por el fracaso de la misma. Quien salió más golpeado por las fuertes críticas fue el gobernador de Córdoba, Martin Llaryora. No solamente desde el agravio, sino también desde los movimientos políticos que provocaron renuncias en el gabinete (el apartamiento de Giordano del ANSES, funcionario cercano al entorno del gobernador).

Sin embargo este desquite del presidente no quedó en el olvido y los principales dirigentes de la provincia, de forma orquestada, se subieron a la conversación pública respondiendo con altura y defendiendo los intereses de los ciudadanos que representan.

El primero fue el gobernador, quien cuestionó al presidente afirmando que “sus medidas están tirando al interior al fondo del mar”. El segundo fue el intendente de la Ciudad de Córdoba, Daniel Passerini, quien no dudó en decir que: “Milei quiere volver a los 90, pero pasando por el 2001” y por último el presidente del Partido Laborista Argentina, Gustavo Rossi, quien salió a criticarlo con dureza al afirmar que: “La quita de subsidios al transporte impacta directamente en el ciudadano de a pie. Lo llamamos a la sensatez del justo medio y la mesura lógica de un mandatario”. Declaraciones que elevaron el tono de la discusión y generaron alarmas en el gobierno.

Ahora bien, realmente el modus operandi del presidente es el que le va a permitir gobernar a largo plazo, por medio del ataque y el destrato o el caso Córdoba, la provincia donde más cayó su imagen positiva (6%) en los últimos meses, es el primero de muchos frentes políticos que comenzarán a responder a las críticas del presidente generando oposiciones fuertes que consecuentemente le provoquen una pérdida paulatina de su imagen positiva ante la sociedad

Se expone al desgaste de una agenda distractora (peleándose con la política y sus actores) y ante la incapacidad de brindar resultados positivos a corto plazo para la población.

*Consultor y analista Político