OPINIóN

El poder político en Argentina: ¿por qué Uno no reina sobre el Todo?

Un político puede comenzar desde el territorio -un municipio, una gobernación-; o también aliándose con partidos que ya cuentan con base territorial; o hacer ambas cosas. Un suicidio político es creer que sólo con ganar la Presidencia se harán grandes cambios.

Duhalde, Adolfo Rodríguez Saa, Morales y Larreta 20230612
Duhalde, Adolfo Rodríguez Saa, Morales y Larreta. | Collage NA

Me propongo derribar la idea del Uno. Esa concepción que hay en la cabeza de algunos políticos y ciudadanos que Uno reina sobre el Todo o, en la jerga populista, el Uno representante del Pueblo

Para spoilear al lector, en Argentina, Uno no tiene el poder supremo, a lo sumo lo tendrán varios Uno(s) y cuando el viento sopla para el mismo lado estos tienden al mismo camino: básicamente cuando hay plata para repartir, no hay populismo sin dinero.

En Argentina, por medio de su diseño institucional y los “usos y costumbres”, el Presidente es quien tiene el poder político más relevante y los gobernadores son los que le siguen. Hay una relación, a veces simbiótica, otras no, entre estos dos. Algunos candidatos pasan por alto esto y se enteran de ello faltando meses para las elecciones.

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En varios aspectos podemos ver cómo opera esta relación, pero por cuestión de tiempos, delimitaré el tema a la coparticipación y los ATN (Aportes del Tesoro Nacional). La primera es una ley que distribuye los tributos recaudados a las provincias según el porcentaje asignado. 

Los ATN son un porcentaje, aproximadamente el 2%, de los tributos recaudados que el Poder Ejecutivo Nacional (PEN), a través del Ministerio del Interior -el Ministerio de la Rosca Política-, puede distribuir discrecionalmente, es decir, a su antojo.

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A su vez, los gobernadores cuentan con soldados, adláteres, que son sus diputados y senadores. La selección de estos siempre estuvo en manos de los gobernadores. Los legisladores, representantes de la ciudadanía o de las provincias -según la Cámara-, responden al partido político (disciplina partidaria) y/o al gobernador, y en algunos casos a sus representantes.

A partir de lo anterior, el PEN conseguirá que sus propuestas legislativas se aprueben, si y sólo si, los legisladores de ambas Cámaras se lo permiten. Para que esto ocurra tendrá que aventurarse en el mundo de la rosca, así se explica cómo el macrismo consiguió la aprobación de leyes sin ser mayoría en ambas Cámaras. Al fin y al cabo, no es tan fácil cambiar el mundo.

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Acá hay varias estrategias a la hora de iniciarse como político. Se puede comenzar desde el territorio, logrando un municipio, una gobernación e ir ganando otras; aliarse con partidos que ya cuentan con base territorial o hacer ambas. Lo que es un suicidio, en términos políticos, es creer que sólo con ganar la Presidencia harás grandes cambios. 

Sí tendrás la posibilidad de poner tu agenda, pero estará sujeta a la relación que tengas con los gobernadores porque no tendrás un relevante peso propio en el Congreso.

Debo recalcar que no se debe tomar esto como si los gobernadores fueran señores feudales, también ellos necesitan de la Nación y tampoco pueden desentenderse tanto de los ánimos de su electorado. Por lo tanto, el Presidente, como los gobernadores tienen tanto para ganar, como para perder.

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No es Argentina un escenario para los outsiders, como le gusta decir a la opinión pública. Cuando un candidato emerge de una situación emergente como la actual, lo que más le conviene es ser una oposición relevante e intentar poner su agenda, con la estrategia en mente de ganar territorialidad en futuras elecciones. 

Lejos le conviene ser oficialismo sin gobernadores adeptos o sin un partido con peso relevante en ambas Cámaras porque la negociación (la rosca) le resultará excesivamente cara -en términos políticos y económicos-, su agenda siempre estará restringida, y el clima político tenderá a la ingobernabilidad, entre otros escenarios.

Si a usted le gusta la política o está al tanto de los acontecimientos seguramente habrá relacionado lo anterior con un candidato a Presidente. 

Pues está en lo correcto, pero en realidad no estoy haciendo de asesor político, sino intento explicarle que no todo en la política es como se dice en la opinión pública. La política será fea, injusta, deshonesta, pero tiene reglas propias.