OPINIóN
Política

El populismo argentino: Juan Perón, Cristina Fernández y Mauricio Macri

Cuesta definir qué es el populismo porque los que incursionan -o incursionaron- esta política la distorsionan, entonces la sociedad se confunde. Mentir no es una cualidad exclusiva del populista o el fascista, pero sí lo es la forma en que utiliza la mentira para crear una razón mítica.

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Juan Perón, Cristina Fernández y Mauricio Macri | Cedoc Perfil

En Argentina, cuesta mucho definir qué es el “populismo” porque los propios que incursionan -o incursionaron- esta política la distorsionan. Por ende, la sociedad confunde “populista” con mentiroso, corrupto y/o demagogo. Mentir no es una cualidad exclusiva del populista o el fascista, pero sí lo es la forma en que utiliza la mentira para desplazar la realidad y crear una razón mítica. 

Según la RAE, populismo es la “tendencia política que pretende atraer a las masas”. Pero hay una definición más completa: el populismo es el mecanismo político donde el líder dice representar la voluntad del pueblo mediante un mito. Esta definición sigue siendo incapaz de describir, en su totalidad, al populismo.

 

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El populismo es hijo del fascismo, y en Argentina se lo pone de principal ejemplo, como populista clásico, a Juan Domingo Perón. Una de las principales diferencias entre fascismo-populismo es en la forma de llevar a cabo una estrategia. El fascista ataca en sus discursos a un enemigo y crea un plan para hacerlo. El populista espera que esto salga desde el “pueblo”. Perón decía que era un “león herbívoro”. La otra diferencia es que el fascista no cree en la democracia y el populista la sintetiza en el sufragio -es el bastión de su legitimidad-.

Tanto los populistas como los fascistas, resumen la política en la conexión entre el líder y el pueblo, siendo ésta una relación donde el conductor representa la “verdad última”, sin tener un hecho empírico que lo demuestre. Para ellos, hay una relación tripartita entre líder-pueblo-nación, donde cada uno termina siendo lo mismo -una especie de Dios, Hijo y Espíritu Santo-. Sostienen que lo saben todo y pues quien diga lo contrario no es más que un traidor mentiroso que ataca al líder, por lo tanto, a la nación y al pueblo.

 

Según la RAE, populismo es la “tendencia política que pretende atraer a las masas”. Pero hay una definición más completa: el populismo es el mecanismo político donde el líder dice representar la voluntad del pueblo mediante un mito. Esta definición sigue siendo incapaz de describir, en su totalidad, al populismo.

 

Prácticamente todos los populistas manifiestan que cuentan con una divinidad que los unge, por ejemplo, Cristina dio un discurso en La Matanza donde expresó sentir a Néstor por medio de una mariposa, Nicolás Maduro hizo lo mismo con el pajarito y Hugo Chávez. Además, los populistas -como lo hicieron los fascistas- intentan ajustar la historia a su antojo, adulterando hechos o creando ciertos eventos incomprobables -Chávez decía que Simón Bolívar estaría a gusto con el socialismo del siglo XXI-.

El handicap que tienen los populistas argentinos es que no deben crear una invención fantástica, pues ya lo ha hecho Juan Perón. Sólo deben autoproclamarse como “peronistas”, esto no quiere decir que muchos antiperonistas no hayan sido populistas o fascistas (Juan Carlos Onganía y su nacionalismo).

¿Cuáles son los principales rasgos que caracterizan a Cristina como “populista”? Me atrevo a resumirlo en los cuatro más importantes: la deformación de los hechos, la victimización, el matrimonio ejemplar y el afán de legitimar todos sus actos por el voto popular. 

La deformación de los hechos. Si uno se atreve a leer el libro “Sinceramente”, Cristina varias veces relata una historia que no concuerda con la de otros. Manifiesta que en sus gobiernos “hubo libertad de expresión como nunca en los 200 años de historia argentina” pero la Sociedad Interamericana de Prensa, en 2011, dijo todo lo contrario luego de una visita. 

 

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El ataque verbal directo a los medios y periodistas, que un funcionario rompa un periódico en público y fomentar, desde el Gobierno, que los medios mienten, o financiar un programa como 6-7-8 (con dinero del Estado), no representa un clima pluralista.

No es el único caso en donde deforma la realidad, también lo hace con el pasado cuando dice que Perón fue perseguido por corrupto cuando él mismo, en su gobierno, implementó una “lucha contra la corrupción”.

La victimización. Cristina se autoproclama como una revolucionaria bien vestida, algo que a la clase alta le irrita. Ella forma parte de “la clase alta” y lo admite cuando relata que no llegaron pobres al gobierno con Néstor, lo eran desde antes. 

Los Kirchner ya eran ricos y contaban con una suma de poder al desembarcar en Olivos, pero por representar los intereses del “pueblo” fueron (y son) perseguidos y hostigados constantemente, sobre todo por el Poder Judicial. 

 

¿Cuáles son los principales rasgos que caracterizan a Cristina como “populista”? Me atrevo a resumirlo en los cuatro más importantes: la deformación de los hechos, la victimización, el matrimonio ejemplar y el afán de legitimar todos sus actos por el voto popular. 

 

El matrimonio ejemplar. Si bien manifiesta que el sistema patriarcal (aquí engloba a medios, opositores y jueces) la ha fustigado, no se cansa de describir a su relación matrimonial como ejemplo y de exaltar a Néstor como un ser divino con algunos errores pero que, al fin y al cabo, siempre tenía la razón (excepto dos veces que la tuvo ella -según su relato-).

Ella se siente más cerca de Evita y lo ve a Néstor como el líder, es decir, como a Perón. En su retórica oculta un sistema patriarcal donde el matrimonio “Néstor-Cristina” funcionaba como una fórmula perfecta para la conducción de la Nación, o Patria como le gusta decir a ella.

Los votos de la mayoría. La actual vicepresidenta se ha cansado de remarcar que fue electa por la mayoría de los votos en diferentes ocasiones. Simplifica la democracia al sufragio y si no hay voto, no hay legitimidad, ni democracia. Por ende, señala que los jueces no son electos por sufragio universal, es decir, no es un proceso democrático. “Democratizar la Justicia” es igual a “elegir, mediante voto, a nuestros jueces”, lograr esto permitirá que el candidato a juez que lleve a cabo la mejor campaña será elegido. ¿Quién financiará estas campañas si no son los partidos políticos? y ¿quién tiene las mejores herramientas de propaganda? El oficialismo.

Cristina Fernández no tuvo necesidad de fabricar un mito, pero sí deformó la definición de populista. Ella se proclama “populista” porque dice representar al pueblo como Chávez y su difunto marido Néstor.

 

El fascista ataca en sus discursos a un enemigo y crea un plan para hacerlo. El populista espera que esto salga desde el “pueblo”.

 

Mauricio Macri, toma la definición de Cristina y -palabras más, palabras menos- dice que el “populismo” es una mentira destinada al fracaso, a la crisis. Es cierto, porque el populismo -como el fascismo- es autodestructivo, pero nunca se lo ha escuchado a Macri tildar de populista a Jair Bolsonaro o Donald Trump.

Mauricio Macri sintetizó que se acabará el populismo en Argentina. ¿Pero qué fue el último tiempo de gobierno de Macri? ¿No fue un acercamiento al populismo? Macri se victimiza, tanto como lo hizo Cristina en el poder y fuera de él, expresa sentirse perseguido por la Justicia y que la Vicepresidenta lo quiere preso

Macri distorsiona los hechos de su pasado para justificarse. Ensambla a su matrimonio como favorito y celestial -Cristina, en su libro, se pregunta por qué los medios no hablan de los múltiples matrimonios de Mauricio, un poco de micromachismo-. Y lo peor de lo peor, tomó la misma estrategia kirchnerista de dividir a un país en dos y sembrar la paranoia que Argentina va camino a Venezuela. Tal como hizo su predecesora.

¿Esto lo define como populista? Quizás no, pero la declaración de que “Perón si estuviera vivo, se anotaría en Juntos por el Cambio” plantea varios interrogantes. ¿Qué quiere decir con eso? Primero, no creo que Juan Perón acepte no ser figura principal. Segundo, ¿Macri apuesta a un “cambio” a la época de Perón?

 

Mauricio Macri

 

La Argentina es un caldo de cultivo para políticos populistas porque nunca se ha podido frenar con la estructura que el mismo populismo logró instaurar. El peligro del populismo no es más que la autodestrucción que lo caracteriza.


* Agustín N. Garetto. Periodista. IG: aggaretto.