A pocos días del cierre para inscribir alianzas electorales y a dos semanas del de las listas para las candidaturas nacionales, gran parte de la dirigencia política entrega su clásico show de amagues, de amenazas, para posicionarse lo mejor posible ante el inicio formal de la campaña.
El acto más resonante al respecto fue el intento de un sector de JxC de sumar a la competencia interna al peronismo federal. Se sabe: Horacio Rodríguez Larreta, Gerardo Morales, Elisa Carrió y Miguel Pichetto trataron de ampliar el espacio, como les gusta decir, con Juan Schiaretti, Florencio Randazzo y Diego Bossio, entre otros.
Patricia Bullrich y Mauricio Macri pusieron el grito en el cielo y aplicaron el freno de mano. “Si sumamos a quienes fueron funcionales al kirchnerismo, nos rompemos”, dijeron conceptualmente. A ellos se sumó con su enjundia tradicional Luis Juez, el candidato de JxC que en tres semanas pretende terminar con casi cinco lustros de hegemonía peronista en Córdoba, el redil de Schiaretti.
Larreta & Cía. agitan desde siempre la bandera de que hay que crear un nuevo consenso mayoritario para encarar desde el 10 de diciembre reformas que no tengan vuelta atrás. En esa nueva mayoría solo no estaría incluido el kirchnerismo.
Así fue construyendo el jefe de Gobierno porteño su poder en la Ciudad, incorporando hasta a rivales que lo pusieron en riesgo, como Martín Lousteau. Con esa misma lógica, Larreta piensa desde hace tiempo en Schiaretti, pero siempre para tenerlo en cuenta en una suerte de gabinete de unidad nacional.
La novedad de anexar al gobernador cordobés puede que se explique desde acuerdos institucionales, como dice el larretismo. O puede que obedezca a que Larreta necesita un golpe de efecto que lo relance en las encuestas, como asegura Bullrich.
Más allá de las motivaciones, en este acercamiento, fue clave el lleva-trae de un curioso personaje que prefiere no exponer en público su nombre, aunque sí que se le atribuya poder. Guillermo Seita es el consultor que comparten desde hace años Larreta y Schiaretti (y varios más). Con una docena de empresas vinculadas a las encuestas (Management & Fit) y los medios, Seita hace de puente reservado y por eso el propio Juez lo escrachó. De sus gestiones reservadas sin gratuidad no escapa Wado de Pedro.
A veces las negociaciones que patrocina Seita no salen bien, claro. Pareciera que este nuevo intento de catapultar a Schiaretti a la escena nacional entró en una etapa de frío, de acuerdo a lo que admite gente muy cercana a Larreta. No sería la primera vez que falla: fue en el living de Seita donde se armó en los albores de 2019 la foto en la que Schiaretti, Pichetto, Urtubey y Massa creían parir el peronismo poskirchnerista. Luego pasaron cosas.
Como un déjà vu, el mismo Massa vuelve ahora a tensionar la cuerda y a utilizar lenguas ajenas de confianza, esta vez para advertir que puede dejar el FdT. Un detalle no menor es que se trata, además del líder del Frente Renovador, del ministro de Economía. En el escenario económico actual y de vulnerabilidad que tiene el Gobierno (con un Presidente maniquí), convendría evitar que se tire demasiado del hilo. Acaso Massa juegue peligrosamente con ello para procurar salirse con la suya.
En el mismo acting, y como contrapartida, Daniel Scioli reafirma ante propios (como empresarios que ya le prometieron su respaldo) y extraños que no se bajará de la pelea presidencial, como quieren Massa, los gobernadores y un poco menos Cristina Fernández de Kirchner. Ella prefiere de candidato a Wado, lo hemos dicho aquí, pero fuentes cercanas a la vicepresidenta sostienen que tal vez convenga una competencia para darle más volumen nacional al joven ministro del Interior, que está envalentonado. Ello no necesariamente implica listas separadas en todos los distritos, que es lo que desespera a los peronismos provinciales.
De esta forma la política dirime sus luchas internas, haciéndonos creer que pelean de verdad, pero en realidad es de mentirita. Casi como un homenaje a los Titanes en el ring de Martín Karadagian, que maravillaban a través del catch con golpes y tomas tremendas cuya magia era que parecían reales y no lo eran.
Convendría prestarle atención en ese mismo juego a Javier Milei, que disfrazado de Caballero Rojo (o verde dolarizador) también armó su ring de personajes, rodeado por varios como La Momia, con previsible pasado de casta. Apenas hay que sacarles la venda.