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Macri quiere ser Cristina

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Grieta. La mirada no correspondida de ambos dirigentes. | NA

Era inevitable. El apuro de Mauricio Macri por bajarse de la candidatura a su segundo tiempo presidencial precipitó que más rápido que tarde su lapicera se quedara sin tinta. No hay de su parte aceptación ni resignación. Y se rebela.

Lo dejó explícito en público esta semana, cuando ante varios micrófonos, a propósito de una conferencia agrícola, planteó que “el rol del próximo gobierno es para mí hacer una reforma profunda, rápidamente; antes de fin de año tenemos que tener un nuevo Presupuesto, reglas claras, un solo dólar”.

Para que se entienda: el expresidente le reclama a la administración venidera, que a su criterio sería de Juntos por el Cambio, que de inmediato encare grandes reformas y, sobre todo, que elimine la brecha del dólar vía gran devaluación. Algo parecido a esto último lo puso en práctica en el inicio de su mandato, con la ayuda de su entonces ministro Alfonso Prat-Gay, y los resultados fueron bastante desalentadores en términos inflacionarios, aunque lo peor vendría después.

Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, los actuales precandidatos presidenciales del PRO y de JxC, no dejan de recibir mensajes de este tenor por parte del exmandatario. Consideran que los busca condicionar y, en oportunidades, a provocar. Semanas antes ya el jefe del Gobierno porteño le había devuelto gentilezas al sostener que quien prometa eliminar la inflación o el cepo o la brecha cambiaria de un día para el otro “es un chanta”. Macri también tomó nota.

Soltar a Cristina

El expresidente coloca a Rodríguez Larreta como el principal impulsor de que su figura quede a un costado. Por eso hace y hará todo lo que esté a su alcance para intentar evitar que su sucesor en la Ciudad sea el candidato de la coalición opositora.

Con ese objetivo, activó varias movidas. La principal es tratar de aportarle empuje político y financiero a Bullrich. Macri no habría sido ajeno a que su exministra de Seguridad eligiera a Néstor Grindetti como su candidato a gobernador bonaerense. El intendente de Lanús no sólo trabaja con Macri desde los tiempos de Socma y fue su jefe porteño de Hacienda: fue el único que durante el verano lanzó cartelería en el Conurbano al lado del fundador del PRO.

Con la idea de horadar a Larreta y apuntalar a Bullrich, Macri ahora cambió de opinión y prefiere que haya competencia interna dentro de JxC en todas las categorías bonaerenses, intendencias incluidas. “Quiere obligar a los candidatos a que se jueguen por Patricia y no se dejen tentar por Horacio”, argumenta un dirigente que lo frecuenta más de lo que se dice. La misma lógica aplica para propiciar la ruptura en Republicanos Unidos y que Ricardo López Murphy se haya alineado sin fisuras con Bullrich.

Con la misma intención, también pasa la ambulancia para que ninguno de los heridos por la selección de Bullrich o por viejas rencillas se tiente a sacar los pies del plato e irse con Larreta o con Milei. En el primer caso hay que incluir a Luis Juez y Cristian Ritondo. En el segundo, a Joaquín de la Torre y Javier Iguacel. Hay más ejemplos y podrían sumarse nuevos.

Los dedos de Cristina

Si bien recibió con cierto alivio la unción de su primo Jorge como el candidato del PRO para la PASO de JxC en CABA, en privado presentó sus objeciones. Una, para qué Larreta desgastó la figura del ahora exintendente de Vicente López, que podría afectarlo electoralmente en agosto. Íntimamente ensaya una respuesta: “Para joderme”, dicen que le escucharon.

Su segunda inquietud al respecto es que la decisión no obtura la sospecha macrista de que hay sectores del aparato oficialista porteño que igual jugarán para que Martín Lousteau sea electo como candidato. Con un guiño de Larreta, claro. No hay pruebas pero tampoco dudas cerca del expresidente.

Al igual que Cristina Fernández de Kirchner, Macri cree que hay que llenar las listas legislativas de gente fiel. Ella lo piensa desde la resistencia en Diputados y Senado ante una derrota. Él, para que las reformas que hay que ejecutar cuenten con aval legislativo. Por eso está en consulta permanente con dirigentes que ponen nombres confiables y sacan los dudosos.

Una vez más, pese a lo que dicen y muestran, Cristina y Macri no lucen al final tan diferentes.