OPINIóN
opinión

El tiempo de los vicepresidentes

20220716_colombia_francia_marquez_afp_g
Colombia. La vice electa, Francia Márquez, jugará un papel importante. | afp

“Es la más insignificante de las funciones que el hombre ha podido concebir”, dijo respecto de la vicepresidencia John Adams, justamente primer vicepresidente y segundo presidente de Estados Unidos. Como institución, tiene su origen en la Constitución estadounidense para garantizar la sucesión automática del mandatario. Como otros mecanismos, fue incorporado por la gran mayoría de las Constituciones latinoamericanas. Durante décadas, los vicepresidentes en América pasaron sin pena ni gloria y su nombre no era recordado, salvo que la salida del presidente actuante los catapultara al centro de la escena. Sin embargo, la figura cobró cada vez más relevancia y hoy se constituye como un actor definitorio de muchos de los procesos políticos en la región. 

Los historiadores ubican un punto de inflexión en la presidencia de Jimmy Carter, en la década del 70. Walter Mondale, su vicepresidente, ocupó el rol de consejero del presidente y, tras el paso de este por la vicepresidencia, la institución se modificó: fue dotada de recursos, de prestigio, y quienes lo sucedieron participaron en mayor o menor medida en la toma de decisiones como asesores presidenciales. Se destaca el caso del vicepresidente Dick Cheney, quien no solo actuó como consejero de Bush, sino que asumió directamente la responsabilidad de varias de las políticas llevadas adelante. (Nota para los cinéfilos: sobre la vida y vicepresidencia de Cheney existe una gran película protagonizada por Christian Bale titulada El vicepresidente: más allá del poder).

El hito Mondale de hace ya cincuenta años, hoy se hace cada vez más visible. En Ecuador, Lenin Moreno construyó poder desde su rol como segundo de Correa y alcanzó luego la presidencia desafiando a este. En Argentina, Cristina Fernández de Kirchner no solo fue la vicepresidenta que eligió al presidente, sino que hoy se constituye como una pieza fundamental de la coalición (en crisis) de gobierno y hace que muchos piensen en una posible candidatura en 2023. En este contexto, la elección de Francia Márquez como vicepresidenta de Colombia, en el marco de un gobierno que se espera encare reformas profundas en el país caribeño, se vuelve fundamental. 

Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Francia Márquez se destaca por ser una líder social ambientalista, pero su historia está marcada por su nacimiento en Cauca, uno de los departamentos que más han sufrido la lucha armada. En pocos días, la zona presenció múltiples asesinatos a líderes políticos como Juan Orlando Moreano, Wilmer Valencia, Luis Miguel Gómez Sánchez y Camilo Puní Bomba. Ella misma es sobreviviente de un atentado a su vida, en 2019, en represalia por su defensa del agua y denuncia de la contaminación minera. En el plano político, se candidateó a la vicepresidencia acompañando en la fórmula a Gustavo Petro tras haber perdido contra él las interconsultas de marzo.

Con toda esta trayectoria, Francia se convierte en una personificación del proyecto que promete la fórmula electa: un storytelling con coherencia y un buen uso del storydoing (narrar con hechos) que se hizo viral con ella saludando a cada trabajadora de la casa vicepresidencial, en contraposición a la vicepresidenta saliente, que las ignoraba. Desde lo discursivo, su posicionamiento a la izquierda permitió encuadrar la campaña en un marco temporal: llamó a votar por un cambio y habló de “una nueva historia” para defender a los “nadie”. 

El candidato oficialista no alcanzó la instancia de ballottage. Las dos fórmulas que sí lo hicieron representaban, desde distintos enfoques, un pedido de modificaciones drásticas para Colombia. Frente a una demanda cambista de la sociedad colombiana, la estrategia resultó efectiva. 

Ya como vicepresidenta electa, la expectativa está puesta en el rol que asumirá. La Constitución colombiana, a diferencia de otras latinoamericanas como la Argentina, prevé la posibilidad que la vicepresidencia asuma tareas propias del Poder Ejecutivo. El artículo 202 de la Constitución de 1991 establece que “el presidente de la República podrá confiar al vicepresidente misiones o encargos especiales y designarlo en cualquier cargo de la rama ejecutiva”.  De hecho, el vicepresidente de Juan Manuel Santos, Germán Vargas Lleras, estuvo a cargo de temas de infraestructura, vivienda y agua, y la vicepresidenta saliente, Martha Lucía Ramírez, fue nombrada ministra de Relaciones Exteriores por el actual presidente Duque. 

¿Será Márquez una figura importante dentro del esquema de poder del presidente Petro? Todo parece apuntar hacia esa dirección. Márquez estará al frente del Ministerio para la Igualdad, el cual sería responsable de movilizar muchas de las demandas de las que se nutrió la campaña. En definitiva, estará en juego si las demandas serán realmente canalizadas. Como Moondale y Cheney en Estados Unidos, y sus predecesores inmediatos en Colombia, se espera que Márquez tenga un rol más que importante en la toma de decisiones del Ejecutivo. La hora de la vicepresidencia llegó a América Latina. ¿Petro correrá la misma suerte que Rafael Correa y Alberto Fernández?

*/** Subdirectora y consultor estratégico de la Consultora Borgen.