En estas épocas del mundial, como padres y docentes a veces nos preguntamos: ¿Los pibes van o no a la escuela los días que juega Argentina? ¿En la secundaria se cierran las notas antes de que inicie el mundial? ¿Se está aprendiendo algo importante en estos días?
Aprovechando el evento deportivo, recientemente la plataforma Argentinos por la educación lanzó el Mundial Educativo con una comparación del desempeño de los 32 países que están en la terna. Según el estudio, Corea del Sur es la campeona del mundo en el aprendizaje de Matemática, seguida por Japón, y en la otra punta de la tabla se encuentra Ghana donde el 30% de los niños no asiste a la escuela primaria.
Las matemáticas están en todas partes y se aplican en todo lo que hacemos
Por su lado, en Argentina, en el grupo C, está detrás de Polonia que es el país con mejores resultados en pruebas estandarizadas, y de Arabia Saudita es el que más invierte en educación del grupo. En este mundial probablemente Argentina no pasa de la fase de grupos y mucho menos sería favorita, pero aún así parece que a los argentinos nos interesa más traer esa copa de Qatar que ganar este otro mundial.
Por otro lado, otros estudios realizados por la misma plataforma indican cómo, luego de la pandemia, los resultados de las pruebas aprender 2021 muestran que todas las provincias empeoraron en el nivel satisfactorio en lengua de 6to de primaria (con una media nacional que bajó del 75% al 55%) y sólo el 16% por ciento de los chicos argentinos terminan la secundaria en tiempo y forma y con los aprendizajes necesarios.
Frente a este panorama como educadores y ciudadanos preocupados por las futuras generaciones debemos preguntarnos qué valor le estamos dando a la educación como sociedad y qué se está enseñando en nuestras escuelas. ¿Los currículos que están en vigencia resultan relevantes para la situación mundial que vivimos en medio de una crisis ambiental mundial? ¿Los chicos sienten que la escuela les brinda oportunidades? ¿Encuentran en nuestras aulas respuestas a las grandes preguntas de la actualidad?
La mejor escuela de CABA
Hace poco hubo otro mundial y en ese sí clasificamos. Bajo el certamen de World’s Best School, que reconoce a “la mejor escuela del mundo” la escuela técnica Paula Albarracín de CABA quedó seleccionada como una de las 10 finalistas mundiales, clasificando bajo la categoría ambiental.
El proyecto que la llevó a tal reconocimiento se trató de “Acuaponia, sustentando la memoria”. En él los chicos de 1er y 2do año de la secundaria llevaron adelante un emprendimiento que vincula sustentabilidad con historia reciente, ya que este colegio se encuentra a muy pocas cuadras del ex centro clandestino de detención de personas durante la última dictadura “el Olimpo”.
Orgullo nacional: una escuela argentina quedó entre las 10 mejores del mundo
La iniciativa, que vincula fuertemente a las modalidades sociales y naturales, genera cultivos bajo la técnica de agroponia y acuaponia para entre otras cosas, intervenir y resignificar este espacio tan oscuro históricamente de la ciudad de Buenos Aires. Además de esto se generan otros nutrientes para otras 50 escuelas de la ciudad, generando un circuito multiplicador del proyecto, sin olvidar que esta escuela trabajó hace años bajo la línea de Escuelas Verdes (una iniciativa para incluir la educación sustentable en la escuelas de CABA).
Experiencias como esta nos demuestran que existen iniciativas que marcan la diferencia, no sólo que nos representan bien allá afuera, sino que además están generando cambios en los estudiantes impactando en su contexto y en sus proyectos de vida. Por un lado se puede ver a una institución donde sus directivos y docentes están comprometidos con sus chicos.
Luego una comunidad educativa que quiere transformar con conciencia histórica el barrio. Por otro lado una organización institucional (Escuelas Verdes) que avala y finalmente un fuerte compromiso con la sostenibilidad alineada con los temas ambientales candentes a nivel local y mundial.
No muy lejos de la sede actual de la copa del mundo, hace pocos días concluyó otro evento de importancia mundial, la conferencia sobre el cambio climático COP 27 de la ONU en Egipto. En él, líderes internacionales trataron temas acerca de la mitigación, adaptación y regeneración frente a las consecuencias del calentamiento global en todo el mundo. Uno de los puntos más destacados fue la creación de un nuevo fondo de “pérdidas y daños” para los países vulnerables. Pero sin desmerecer la importancia de estas medidas, parecen ser más paliativas que generadoras de cambios profundos en los hábitos de las personas.
Así es la primera escuela que fundó Sarmiento a los 15 años
Si lo que nos llevó a este nivel de contaminación ambiental fue el la idea de desarrollo, de consumo y de uso de los “recursos naturales” arraigados en las mentes de las personas, es ahí mismo donde se debe trabajar para generar cambios en el modo de pensar, que en definitiva den como fruto nuevos hábitos. Es ahí donde la educación tiene un rol clave para trabajar en la formación de las personas .
La educación para la sostenibilidad es una oportunidad para la transformación y la mejora educativa. Permite que el proyecto escolar de la escuela gane relevancia y tiene un gran poder captador de entusiasmos tanto de adultos como de chicos. Llama a involucrar a la comunidad educativa pero no desde una “bajada de línea” de alguna oficina escondida de un ministerio, sino desde lo que cada uno puede aportar y colaborar. Convoca a la participación más horizontal que vertical (pero no sin estructura) de estudiantes de distintas edades pero que compartan las mismas preocupaciones.
Para incluir la sostenibilidad no alcanza con organizar un proyecto aislado y participar una vez al año en una feria de ciencias (aunque puede empezar así). El desafío es hacer una propuesta interdisciplinaria, dentro de una estructura escolar que se rige bajo la gramática escolar tradicional. Es decir superar la división del saber en cajas disciplinarias con currículums, formación docentes y hasta modos de comunicar distintos. Abordar la sostenibilidad en la escuela nos desafía a vincular los espacios, generar puentes, estrechar lazos, unificar “materias” pero sin hacer reduccionismos, otorgar miradas desde la complejidad y buscar el arraigo local y participativo. Volvamos al ejemplo la escuela Paula Albarracín donde se demuestra que se puede trabajar a la par desde dos especialidades diferentes del nivel secundario como son sociales y naturales para potenciarse y enriquecerse mutuamente.
Incluir la sustenibilidad
Para sintetizar estas breves ideas, sugiero algunos pasos para poder incluir la sustenibilidad en una escuela de manera concreta. En primer lugar es necesario indagar en las inquietudes y conocimientos acerca de sustenibilidad en la comunidad educativa, probablemente haya estudiantes y docentes que individualmente estén de alguna manera involucrados o ya participen en alguna organización que se ocupa de la cuestión ambiental.
Luego convocar un “comité” que incluya representantes de los estudiantes, las distintas modalidades, los profesores y maestros y aún las familias para seleccionar y elegir proyectos. En este punto el rol de los docentes es vital para que, en base a su pericia, puedan movilizar proyectos que se puedan vincular con las propuestas curriculares vigentes, de modo que no queden en ideas aislados, a esto se lo llama ambientalización curricular.
En tercer lugar darle inicio y continuidad a 2 o 3 proyectos máximo, identificando roles, objetivos y equipos de difusión de las ideas. Es muy importante que sean realistas y contextualizadas a las posibilidades de la comunidad, ya que como pasa muchas veces, lo perfecto termina siendo enemigo de lo posible. Por último, es clave contar con un programa de evaluación de impacto, medición de resultados y testeo de posibles mejoras. Sin duda se trata de un proceso iterativo, donde cada desafío, cada acierto y “error” en realidad es parte del mismo aprendizaje. El éxito se alcanzará cuando la gestión de los proyectos no depende de ciertas personalidades, sino que se trasforma en un mecanismo que funciona en un lapso de tiempo extendido, por lo tanto 1 año sólo, no alcanzaría para hacer una evaluación enriquecedora.
Sin duda la educación para la sustenibilidad ofrece un nuevo estímulo para dinamizar y transformar la escuela. Y aunque exista una ley desde año pasado que la enmarque (la 27621), requiere más que nada de un personal docente que la abrace y valore esta oportunidad.
Hay temas que sí pueden ser ocasionales, de “moda”, que ocurren cada 4 años y que está bien que nos movilice por un mes, pero hay otros que son urgentes, relevantes y hay que atender. La escuela es un lugar clave para abordarlos.
*Mateo Jorquera. Profesor de Historia (UNTREF). Maestrando en Educación (UDESA).