Falta un busto. En la galería de los Presidentes de la Nación Argentina en la Casa Rosada. Y no es casual, es el de María Isabel Martínez, la Presidenta desde el 1 de julio del 74, día de la muerte de Perón hasta el 24 de marzo del 76; iniciación del macabro Proceso.
Quizás porque los argentinos siempre caemos en la trampa que nunca cae el taoísmo chino. El del Yang y el del Ying, con un punto negro sobre un fondo blanco y un punto blanco sobre un fondo negro y en movimiento perpetuo; ambos símbolos el Yang y el Ying, en esencia lo masculino y lo femenino.
Es interesante al respecto observar que preferimos decir que pasamos de la democracia a la dictadura, pero como bien dice el Budismo, múltiples causas generan un efecto y del período previo al Proceso nadie prefiere hablar. Preferimos entonces pasar sin transición del blanco intenso al negro absoluto.
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Sin embargo, con una panorámica de nuestra Historia: en el siglo XIX tuvimos 60 años de guerras civiles, verdadero récord mundial nunca homologado. Y en el sigloXX, la naciente democracia imperfecta de la Ley Saenz Peña, dado que la única mujer que pudo votar fue la médica Julieta Lanteri, las demás no; con las matanzas de las huelgas patagónica y de la Semana Trágica, perduró hasta septiembre del 30, cuando nuestro entonces poeta mayor, Leopoldo Lugones cantó “La Hora de la Espada”, que con la dictadura de Uriburu, inició la era del fraude patriótico, para impedir la vuelta del radicalismo al poder. Y si bien la revolución del 43 desechó el fraude patriótico, el primer peronismo tuvo restricciones republicanas, que al convalidar la Constitución del 49 la reelección indefinida, comenzaron los golpes contra Perón, el primero en 1951, el segundo, fatídico, 16 de junio del 55 con el bombardeo de la población civil, como en el célebre Guernica, de la Plaza de Mayo y aledaños, con centenares de muertos y heridos y finalmente el golpe del septiembre del 55, con Perón alejándose del poder impidiendo entonces una guerra civil inminente, dado que el Ejército estaba claramente dividido, lo mismo que la aviación. Y luego la proscripción casi interminable del peronismo, desde ese 55 al 73, con los fusilamientos perpetrados por Aramburu y Rojas , la frágil democracia de Frondizi e Illia depuestas por golpes militares, la dictadura de la Revolución Argentina con los fusilamientos de Trelew en 1972, el otra vez frágil gobierno de Cámpora en el 73, y la asunción de Perón con una salud cada vez más quebrantada y con una sucesión insólita, dado que María Isabel Martínez no sólo no tenía experiencia política, María Eva Duarte tampoco la tenía, sino que carecía de toda capacidad de mando, en un régimen presidencialista que hubiera necesitado de alguien de vastos antecedentes y experiencias previas, como podría haber sido Jorge Taiana padre, que era un ejemplo muy cercano al general.
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Al cada vez más deteriorado estadío de salud de Perón, la presencia siniestra de López Rega, un ocultista sanguinario, de fuerte predicamento sobre Isabel y también sobre el propio Perón, cada vez más enfermo y lo más grave de todo esto lo fue, que la insólita proscripción del peronismo lo había fragmentado de tal manera, que el movimiento se hallaba casi totalmente dividido entre una izquierda principista que tenía el sueño irrealizable de un Perón socialista, teniendo en cuenta que el general siempre había manifestado un anticomunismo acérrimo, inclusive el PC argentino, siempre estuvo enfrentado a Perón e increíblemente aplaudió la llegada de Videla al Poder y la otra pata del poder peronista era el poder gremial, por el cual el general se había inclinado en la famosa manifestación del 1º de mayo del 74 en la plaza histórica. Para colmo a días de asumir Perón su tercera presidencia, la izquierda que enarbolaba las armas ante el propio Perón que había sido su símbolo, creyó ganar su guerra particular, matando al ladero obrero del Presidente: José Ignacio Rucci y allí comienza a crecer de una manera incontenible el huevo de la serpiente. Perón muere casi de inmediato y la Triple A, el engendro de Lopez Rega con polícias y parapoliciales. comienza a matar a diestra y siniestra, con el eco de violencia respondida por aquellos que creían poder ganar a la población civil con sus tácticas de guerra de guerrillas, de mayoría urbanas, como Montoneros, FAR, FAP y ERP entre otros.
Lo cierto es que como bien muestra el libro de Sebastián Carassai sobre la gente común en la década de los años de plomo, cuando el mejor enemigo era el enemigo muerto, la mayoría de la población civil, ve con estupor el ensangrentamiento de las calles de nuestras ciudades y pueblos a toda hora, sin que la clase política y los partidos con representación en el Congreso atinen a dar una solución que detenga el crecimiento de este monstruoso engendro.
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Entonces se puede conjeturar que Perón que había recibido el poder del Ejército en su ya lejana primera Presidencia, en los hechos pareciera que con la elección de María Isabel Martínez, el Poder volverá al Ejército casi naturalmente, más aún cuando el líder radical de la época el discurseador Ricardo Balbín, confiesa públicamente no tener soluciones a la crisis sociopolítica y también económica que aquejaba al país, que cae a partir del Rodrigazo.
Inclusive, el que era entonces Presidente Provisional del Senado, Ítalo Luder, a pesar de tener la ley de acefalía a su favor, se niega a tomar el poder, cuando la Presidenta toma una breve licencia, agotada por la crisis, ya inmanejable para ella.
O sea, la suerte está echada y finalmente María Isabel Martínez quedará presa en el Messidor; una deliciosa obra del Teatro Gral. San Martín muestra ese momento casi caricaturesco de nuestra Historia y el 24 de marzo del 76 comienzo un Proceso que será de desorganización nacional, con vaciamento industrial, negociados insólitos como el de la Ítalo Cía. de Electricidad, comprada por el Estado que decía ser privatista, con la desindustrialización masiva, con la primarización de la economía, con el cese de la actividad gremial y política en toda la sociedad, con el comienzo de una deuda externa casi incalculable, estatización de la deuda privada y la dolarización de todo lo económico; con la clandestinidad como esencia prioritaria de este poder casi omnímodo, que a la manera nazi crea campos de concentración, se apropia de vida, bienes, niños y hace desaparecer cuerpos a través del mar y a lo largo y a lo ancho de nuestra tierra, con el agravante final de la tragedia de Malvinas, donde se martirizó a nuestros soldados, imposibilitando la devolución pacífica de nuestras islas.
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O sea que el 24 de marzo del 76 y su largo Proceso es el efecto de múltiples causas de nuestro pasado, pero a su vez es causa múltiple de muchas de nuestras problemáticas tan acuciantes de nuestro presente y quizás como corolario, lo importante sea no olvidar, o sea tener memoria de esta fecha y sus consecuencias, y sobre todas las cosas como dijera la inolvidable Eladia Blázquez, a pesar de todo: Honrar la Vida.