OPINIóN
De espaldas al Congreso

Frente a la debilidad, un nuevo tipo de liderazgo

La facultad del presidente argentino de gobernar con decretos de necesidad y urgencia se ve condicionada por el apoyo del Congreso. El abuso de esta herramienta podría desembocar en una crisis con el Congreso, algo que Milei debería evitar a toda costa.

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El presidente Javier Milei. | NA (archivo)

La Argentina ha iniciado una nueva etapa, marcada por un proceso político sin precedentes que conlleva una significativa dosis de incertidumbre hacia el futuro. Este hito no solo se caracteriza por la llegada a la presidencia de un candidato completamente ajeno al ámbito político. La novedad de este proceso político se ve reflejada también en las debilidades evidenciadas por el nuevo gobierno.

La llegada de Javier Milei desde los márgenes de la política resulta en un nivel significativo de improvisación. El proceso de acostumbramiento y aprendizaje a las dinámicas y requisitos del cargo se ve exacerbado por la falta de experiencia. En el caso del nuevo gobierno, esta inexperiencia se vio evidenciada en la carencia de nombramientos clave en las estructuras estatales durante los primeros días de gobierno y la indecisión en el anuncio del primer paquete de medidas económicas.

Sin embargo, la principal vulnerabilidad radica en el ámbito institucional, ya que el oficialismo cuenta con escasos números en ambas Cámaras del Parlamento. A pesar de las referencias a la Argentina como un sistema político "hiperpresidencial", la realidad muestra que los presidentes se han enfrentado a obstáculos significativos cuando han tenido que lidiar con Congresos rebeldes, desde Raúl Alfonsín hasta Mauricio Macri.

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La capacidad del presidente argentino para emitir decretos de necesidad y urgencia se ve condicionada por el apoyo del Congreso; la resistencia parlamentaria a estos instrumentos puede frenar estas políticas con relativa facilidad. El abuso de esta herramienta, además, posiblemente desemboque en una crisis con el Congreso, algo que Milei debería evitar a toda costa.

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Esta situación se complica aún más debido a una agenda ambiciosa de reformas, justificada por la delicada situación económica después de años de políticas ineficaces y la incapacidad del sistema político para implementar un programa de estabilización. La administración entrante propone un programa de reforma estructural radical.

Esta combinación presenta un desafío significativo: un programa ambicioso respaldado por una minoría legislativa. La ambición sin las herramientas adecuadas conlleva riesgos considerables, ya que la experiencia reciente en América Latina sugiere que presidentes minoritarios enfrentan dificultades para completar su mandato en tiempos de recesión económica, especialmente cuando se enfrentan a un Congreso hostil y a amplias movilizaciones populares en su contra.

Ante esta situación, surge la pregunta crucial: ¿Puede Milei superar estos desafíos en un contexto de poderes legislativos limitados? La literatura sobre liderazgo presidencial sugiere que Milei cuenta con dos herramientas potenciales.

La primera implica aprovechar el capital político inicial que le proporciona el respaldo ciudadano para una negociación persuasiva con el Congreso y los gobernadores. Su capacidad de convencer a otros actores políticos será fundamental mientras disfrute de una luna de miel con los ciudadanos y haga valer sus quince millones de votos.

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Sin embargo, este capital político es volátil y tenderá a disminuir, especialmente cuando se hagan evidentes los costos sociales del ajuste. Además, parte de sus votantes son prestados, provenientes de aquellos que simplemente deseaban evitar que Sergio Massa ganara. La clave parece ser cuánto durará la tolerancia social al malestar antes de que el programa económico ofrezca alguna mejora palpable.

La segunda herramienta a disposición de Milei, entonces, es establecer un vínculo directo con la ciudadanía, apelando directamente a los votantes para presionar al Congreso a aprobar la legislación deseada y que a la vez le sirva para mantener vivo ese capital político en tiempos de ajuste. Cuando Milei ignoró la Asamblea Legislativa y pronunció su discurso inaugural en las escalinatas del Palacio fue un anticipo de lo que se viene.

Esto puede darse por muchas razones. En primer lugar, la fragmentación legislativa hace que la negociación sea menos atractiva y más difícil, llevando al ejecutivo a preferir las apelaciones públicas masivas. Además, la condición de "outsider" de Milei hace que la estrategia "pública" sea más atractiva que la "institucional", ya que es un independiente con pocas lealtades grupales o institucionales, y no está tan interesado en las ventajas a largo plazo de la negociación. Las redes sociales, por otro lado, proporcionan el vehículo ideal para esta estrategia.

No obstante, este enfoque no está exento de limitaciones. Las apelaciones masivas tienden a centrarse en superficialidades, deteriorando el debate público. La estrategia de mostrar posturas firmes y agresivas puede endurecer las posiciones y socavar la legitimidad de otros actores políticos, especialmente en el Congreso. Además, expone al presidente si su estrategia falla o si se abusa de la herramienta, agotando al público.

En resumen, es probable que estemos frente al inicio de una nueva dinámica política en la que el presidente buscará fortalecer su posición ante la ciudadanía para mitigar la notoria debilidad política que caracteriza el inicio de este ciclo gubernamental.

*Director de la carrera de ciencia política, Universidad Torcuato Di Tella.