OPINIóN
Naturaleza y estupidez humana

Greta Thunberg y Dalí tienen razón: los relojes se derriten

Julio fue el mes más cálido de la historia planetaria y mientras Europa y África arden, hay ciclones y vientos de4 250 kms por hora en China, Vietnam y Pakistán. No se trata del calentamiento global sino del mundo en franca ebullición

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"Cisnes reflejando elefantes"de Dalí en expo "Dalí-Freud: una obsesión". Museo Belvedere (Viena, Austria). | AFP

Como en las fantásticas pinturas del surrealista Salvador Dalí, los relojes se están comenzando a derretir en el planeta Tierra. Como anunciando la sexta extinción que ocurriría en el cuarto planeta del sistema solar.

Un sistema, en un barrio alejado de la galaxia, como dijera Carl Sagan.

Alguna vez un gran científico que decía creer en el Dios de Spinoza, Albert Einstein, sostuvo desde su experiencia de físico, que no se podían esperar diferentes resultados de similares actividades.

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Y Baruch Spinoza, el pensador de los Países Bajos en el siglo XVII, había adelantado que para él, no había distancia entre Dios y la Naturaleza.

De allí surgió su fenomenal ecuación, quizás la más importante de la historia de la filosofía, que reza simplemente “Dios o sea la Naturaleza”. Y aclara Spinoza que este Ser de infinita Potencia es Todo lo que existe, nada queda fuera de él.

Verano "express" en pleno invierno y con más de 30° en medio país: ¿hasta cuándo hará calor?

En consecuencia la especie humana es parte de la Naturaleza misma y no por cierto, el Rey de la Naturaleza que pueda disponer de ella a su antojo. De allí se deduce fácilmente que la Naturaleza es nuestra Madre, o sea, que nos resultaría muy conveniente mantener las relaciones más cordiales posibles con ella.

Pero el propio Einstein había sostenido que había dos cosas que se podía pensar que eran infinitas, una la propia Naturaleza, otra la estupidez humana. Y ello ocurrió cuando la Academia de Ciencias en la Alemania nazi declaró que la ley de relatividad general y especial, del propio Einstein, era un invento sionista.

Pero nuestra especie, sin embargo ha confundido a nuestra Madre con un recurso, del cual se puede usar y abusar sin ningún control ni ninguna consecuencia.

Pero como en los partidos de fútbol, el problema es que a veces se pierde por detalles que se van acumulando a lo largo del tiempo. Y a veces las pérdidas se pueden tornar irreversibles.

Ola de calor e incendios en Italia y Grecia: hay víctimas mortales y un avión se estrelló tratando de extinguir el fuego

Una imagen vale por 1000 palabras; el 22 de julio circuló una fotografía de una camioneta calcinada y un árbol con sus ramas quemadas en las afueras de Atenas, la capital de Grecia que estuvo rodeada de fuego, lo mismo que las islas griegas y donde inclusive, esa fuente histórica que es el Partenón estuvo en peligro de perecer por el poder del fuego.

Fuego que se propaga a lo largo y a lo ancho del planeta. Desde España a Australia y desde China a Canadá, que con sus múltiples incendios, mostró la impotencia humana para combatirlos, llegando a poner en tinieblas, por el humo resultante, a la mítica New York.

Es un eufemismo tonto lo de cambio climático. Se trata del calentamiento global. El secretario General de Naciones Unidos acaba de agregar “ni siquiera se trata del calentamiento global, se trata de un mundo en franca ebullición”.

El lunes 3 de julio fue el día más caluroso de la historia en todo el mundo

En el Valle de la Muerte en California se registraron 54º centígrados. Europa tiene este verano temperaturas por encima de los 40º. En Frankfurt, una zona habitualmente fría del Norte de Alemania, donde no existen los aires acondicionados, se registraron 36º. Una temperatura record en dichas latitudes.

A su vez la ionización de la atmósfera, por el consumo humano de hidrocarburos que producen el efecto invernadero, con supresión de la capa de ozono, puede mostrar también a  nivel sudamericano la sequía más importante de nuestra historia, que ha dejado casi sin agua potable a la capital de la Banda Oriental del Río de la Plata, o sea a la vecina ciudad de Montevideo.

No es de extrañar esto dado que los humanos siguen destruyendo sin cesar al llamado pulmón del planeta Tierra, o sea al Amazonas y en nuestro propio país la tala de selvas y bosques se ha hecho incesante, tanto que la organización no gubernamental Greenpeace está recolectando firmas, para tratar de establecer, como delito penal, la desaparición de nuestros bosques nativos.

La especie humana aparece como la gran depredadora del medio ambiente que la cobija. Las conversaciones de la clase dirigente responsable de la contaminación y enrarecimiento atmosférico terrestre son insuficientes y puramente teóricas.

Los ministros del G20 se acaban de reunir, sin ningún resultado positivo para la salud humana, mientras julio del 2023 aparece como el mes más cálido de la historia planetaria y siguen ardiendo Europa y África; mostrando Asia a través de los ciclones en China, Vietnam y Pakistán, con vientos de 250 kms. por hora y las inundaciones consiguientes, los extremos a los que arriba el calentamiento global. 

Aquí y ahora, la raza humana debe recordar a otro gran pensador, cuyas investigaciones estuvieron alumbradas por la atmósfera spinoziana; el psicoanalista vienés Sigmund Freud, que nos aclaró que el mecanismo de negación de lo que percibimos y sentimos, es una de las características de los que en la Antigua Grecia se denominaron, con franco optimismo, animales racionales. 

Y el propio Freud en una respuesta histórica justamente a Albert Einstein, le afirma que en los seres humanos están permanentemente compitiendo las pulsiones de vida que Spinoza, denominara "pasiones alegres", con las pulsiones de muerte, que el maestro de los Países Bajos llamara "pasiones tristes".

Del resultado de esa lucha que se libra en el corazón y la mente de todos nosotros, en momentos que el 1º de agosto se celebra el Día de la Madre Tierra, depende que las energías puestas en el camino de la guerra y de las armas se trasvasen a las energías renovables y cambien la ecuación, de manera que no nos incendiemos, antes que los relojes terminen derritiéndose.


*Dr. En Medicina y Cs Sc UBA, Lic. en Ciencia Politica, ex Investigador en CNEA, docente Autorizado UBA