OPINIóN
Toma de tierras

Guernica: los fantasmas del ERP y Montoneros vuelven al combate

Por si no tuviera suficientes problemas con el manejo de la pandemia, la drástica caída de la actividad económica y el agravamiento de las condiciones sociales, en especial en el Gran Buenos Aires, ahora el gobernador Axel Kicillof se encuentra desbordado por las organizaciones de izquierda que resisten el desalojo de los terrenos ocupados desde julio en Guernica.

Continúa en Guernica el acuerdo de retiro voluntario. Fotos. Cuarterolo.
Continúa en Guernica el acuerdo de retiro voluntario. | Pablo Cuarterolo

Lo que pasa en Guernica es una tormenta perfecta para Axel Kicillof, el discípulo preferido de la vicepresidenta Cristina Kirchner, líder del peronismo de izquierda, aunque no tanto para el Polo Obrero y las varias siglas que representan a las familias de ciudadanos Sin Tierra que se oponen al desalojo ordenado por la Justicia.

Como en los 70, pero sin, afortunadamente, las armas que todos exhibían —y usaban— en aquellos años, la izquierda cuestiona la poca audacia del peronismo frente a las injusticias del capitalismo. Los tiempos han cambiado, los ideales también; todo se ha vuelto más pobre, comenzando por el país.

"La izquierda cuestiona la poca audiencia del peronismo frente a las injusticias del capitalismo"

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En 1973, el Ejército Revolucionario del Pueblo no abandonó las armas con la llegada de Héctor Cámpora a la presidencia del país; tampoco unos pocos meses después, cuando quién volvió al poder fue nada menos que Juan Domingo Perón. Es que consideraban que el General era muy popular pero no más que un líder burgués, y ellos estaban convencidos de que la revolución socialista, el comunismo, estaba a la vuelta de la esquina; era imparable. Y desconfiaban de Montoneros, que estaba detrás de Cámpora pero era para el ERP un rejunte opaco, permeable a las infiltraciones. Compartían las prevenciones del Che Guevara hacia los grupos armados peronistas: “Están demasiados infiltrados”, le recomendaba a su fiel Ciro Bustos en 1967.

Hoy, la izquierda sigue pensando lo mismo del peronismo: muy popular, sí, pero no es capaz de solucionar los problemas creados por el capitalismo porque, en el fondo, es un invento burgués. A tono con los nuevos tiempos, exigen que no haya desalojo ni represión sino que el gobernador le dé a cada familia su lote y subsidios para que pueda construir una vivienda digna. Y proponen que los barrios cerrados de la zona cedan para eso el 10 por ciento de sus tierras. Saben que ni Kicillof ni La Cámpora están en condiciones de hacer todo eso.

"Exigen que no haya desalojo sino que se le de a cada familia su lote"

Para el gobierno bonaerense, en cambio, son “los grupos más radicalizados”, y le atribuyen una representación menor, de unas 200 de las 1.200 familias que ocuparon esas tierras en julio. Se entusiasman con la cantidad de personas que ya abandonaron la toma a cambios de subsidios y promesas.

Por su lado, los movimientos sociales toman distancia de Kicillof y sus funcionarios. Uno de sus líderes, Juan Grabois, promete “1, 5, 20 Guernicas si no se resuelve el problema del acceso a la tierra”. Es otro hijo de los 70, cuando la promesa no se contaba en Guernicas sino en Vietnams. Las banderas son mucho más módicas, pero siguen siendo enormes para un peronismo que en el plano nacional no puede ni siquiera bajar el dólar blue.

*Periodista, su último libro es Los 70, la década que siempre vuelve.