Pese a una fuerte desaceleración de la emisión monetaria y la existencia de un superávit fiscal, los argentinos, en la actualidad, estamos transitando una situación de muy alta inflación. Según se estableció en la última medición del Índice de Precios del Consumidor realizada por el INDEC, en el primer mes del año se verificó una inflación del 20,6%. Es aquí donde surge entonces la pregunta: ¿Cuáles son las causas reales de la actual inflación? Como suele ocurrir en la mayoría de los procesos inflacionarios, existen varias.
La principal causa de la actual inflación se origina en el cambio de precios relativos que el nuevo Gobierno ha impulsado a partir de su asunción. En primer lugar, la devaluación que, como todos ya sabemos, estuvo destinada a producir un cambio en los precios relativos entre los bienes transables –aquellos susceptibles de ser comercializados internacionalmente– y los no transables, con el propósito de incrementar los precios de los bienes transables por sobre los de los no transables.
El resultado esperado es un aumento de las exportaciones y una contracción de las importaciones, mejorando así la balanza comercial.
Otro elemento que se hizo sentir con mayor envergadura a partir de marzo es el aumento en las tarifas de los servicios públicos. El objetivo es reducir los subsidios a la energía y el transporte y, por consiguiente, el déficit fiscal, pero tendrá un impacto sobre los costos y precios de gran parte de los productos.
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Debido a que los precios nominales son inflexibles a la baja, la única forma de cambiar los precios relativos es a través del aumento de aquellos que se pretende adelantar respecto del resto. En este caso, los de los bienes transables y de los servicios públicos. Se trata de la llamada inflación no monetaria, cuya teoría se debe a economistas latinoamericanos, particularmente al argentino Julio Olivera.
Un segundo componente de los aumentos de precios es la inflación inercial. En países con una prolongada experiencia inflacionaria, las expectativas de inflación dependen de la inflación pasada. Aún cuando se remuevan los elementos originarios del proceso inflacionario, éste va a subsistir porque los empresarios seguirán remarcando los precios y los sindicatos demandando aumentos salariales en base a la inflación anterior. La inflación pasada determina la inflación futura. La inercia inflacionaria se convierte así en una causa autónoma de inflación.
Finalmente, subsiste una inflación monetaria residual debido a que el Banco Central sigue emitiendo, aunque a un ritmo más lento. En efecto, en enero la base monetaria creció en un billón de pesos equivalentes a un incremento del 11,1%, o sea la mitad de la inflación mensual.
Desde el gobierno explican que esta situación se extenderá hasta que se terminen de ajustar los precios relativos de la economía y alcancen el nuevo equilibrio que la política económica desea lograr… Ahora bien, ¿qué dice la sociedad?
