OPINIóN
Espejito mentiroso

Inflación, hipocresía y consumo: el voto cuota de Milei

El Plan de Convertibilidad del menemismo significó la “muerte” temporaria de la inflación, el tipo de cambio barato, la venta de activos estatales y el regreso del crédito. Pero también, la degradación de los bienes y servicios públicos, la desocupación y la desigualdad social. “La historia no se repite, continúa”

Blancanieves de Disney
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La estructura de la estrategia electoral con la que Carlos Menem alcanzó su reelección en 1995 sale a la cancha 30 años después. Sin embargo, las notables diferencias con aquella experiencia relativizan su comparación y resultado. ¿La historia se repite?

Por estos días es frecuente escuchar entre los analistas políticos que, en líneas generales, el gobierno de los hermanos Milei repite las condiciones económicas que hace 30 años fueron utilizadas como la columna vertebral de la exitosa estrategia que le permitió a Carlos Menem acceder a su reelección, a pesar de que la destrucción del aparato productivo y el trabajo nacional ya comenzaban a hacer estragos entre los sectores populares de aquel momento.

Resulta tentador suscribir a ese análisis para explicar y predecir un probable triunfo oficialista en las elecciones de medio término, pero si raspamos un poco sobre la superficie de la realidad social que se nos presenta hoy, nos daremos cuenta de que, en lo profundo, las cosas son bien diferentes.

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Menem ya lo hizo; ¿qué hará Milei?

El Plan de Convertibilidad del menemismo no sólo significó la muerte de la inflación: el tipo de cambio barato y estable, sostenido por la venta de activos estatales y un sideral endeudamiento externo, sumados a la apertura casi total de las importaciones y las desregulaciones financieras que faltaban, permitieron el ingreso de capitales y el regreso del crédito público y privado, lo cual produjo, sobre todo al principio, una autentica expansión explosiva del consumo para los sectores medios y altos. Los sectores de ingresos bajos, no obstante, no quedaron al margen de ese boom del inicio del plan y en efecto, en comparación con la experiencia inmediata anterior, la hiperinflación alfonsinista, se encontraban mucho mejor.

Para 1995, sin embargo, los efectos negativos del modelo eran evidentes: caída de la actividad económica general, descomposición de la estructura productiva, degradación de los bienes y servicios públicos, altos índices de desocupación y un descomunal aumento de la desigualdad y la exclusión social. A pesar de ello, Carlos Menem se impuso con más del 50% de los votos.

El después de Milei

En este espejo intenta mirarse el actual gobierno y esa imagen le proyectan algunos consultores. Pero si el espejo dijera la verdad por más dura que sea, como lo hace el espejo mágico de Blancanieves, le diría que el control de la inflación y la política de dólar barato y estable, aunque constituyen un capital político en sí mismos que rendirá sus frutos, no se tradujeron en una expansión explosiva del consumo en casi ningún sector social con representatividad significativa, todo lo contrario: los sectores medios y altos no han recuperado todavía los niveles de consumo del primer trimestre de 2023 y los sectores bajos siguen retrocediendo en casi todos los rubros, inclusive los de la canasta básica de alimentos y bienes de consumo masivo.

Las últimas mediciones serias sobre este tipo particular de consumo, las de la Cámara Argentina de Comercio, son representativas al respecto y exhibidas de forma hipócrita como una recuperación del 0,1% respecto de 2024, el punto más bajo en muchos años, es decir, una recuperación que no es tal y que no puede verificarse en la realidad.

Los sectores medios y altos no han recuperado todavía los niveles de consumo del primer trimestre de 2023 y los sectores bajos siguen retrocediendo en casi todos los rubros"

El relato según el cual estamos en una bonanza económica, un veranito preelectoral similar al de los inicios de la convertibilidad solo se sostiene con eso, grandes dosis de hipocresía, de eso son las cuotas ahora. Y de un consumo segmentado que en el mejor de los casos comienza a reaccionar de forma raleada y débil exclusivamente en los sectores más elevados de la pirámide social.

Pecando de reduccionistas podemos decir que los efectos positivos que el Plan de Convertibilidad tuvo en sus inicios, no se han replicado de forma decisiva hasta el momento, como si lo harán los negativos, con toda seguridad y por casi las mismas razones.

Lo que permite predecir un buen desempeño del oficialismo en las próximas elecciones legislativas no es entonces esta analogía sociológicamente disparatada sino la alta imagen positiva que aún conserva el presidente, superior al 40%.

Este es el verdadero fenómeno que merece la atención de analistas y consultores.

El oscuro telón de fondo sobre el que brilla esa imagen, a saber: la desafección política más profunda de la historia democrática reciente, la fragmentación social y la diáspora de la oposición, merecen una columna aparte.

Por lo visto, la historia no se repite, continúa.

*Sociólogo / Consultor