Las advertencias de Joe Biden a sus pares americanos, durante un almuerzo reservado en lo que fue el último encuentro de la Cumbre, acerca de una “Tercera Guerra Mundial”, dejó muchas preocupaciones y dudas respecto de lo que vendrá. Allá estaban presentes Alberto Fernández, Jair Bolsonaro, Gabriel Boric y Justin Trudeau, entre otros presidentes. El actual inquilino de la Casa Blanca expresó que cuenta con “información clasificada que no puedo contar”, pero que le hace suponer que “el riesgo de una Tercera Guerra Mundial es muy grande”. Y que “ninguno de los acá presentes se puede imaginar las consecuencias de dicha guerra”. A su vez, se mostró muy crítico respecto de su par ruso, Vladimir Putin: “Estamos en un mundo muy lastimado. Tengo una mirada muy pesimista de Putin. Yo lo conozco mucho. Sé que no puedo esperar mucho de él. Tengo pocas expectativas”.
En un registro similar, el papa Francisco fue un paso más allá y afirmó que la Tercera Guerra Mundial ya “se ha declarado”. Hace tiempo que el Sumo Pontífice asegura que el mundo atraviesa una “Tercera Guerra Mundial de a pedazos”. Francisco siempre se refirió a conflictos en distintos países, en apariencia aislados, pero con un telón de fondo común. Una partida de ajedrez grupal que enfrenta a las principales potencias, y a jugadores secundarios, con los Estados restantes utilizados como campo de operaciones. Por lo menos cuatro países de África se encuentran bajo conflictos armados desde hace tiempo: Libia, República Centroafricana, Sudan del Sur y Malí. Francisco también se refirió a otros cruentos escenarios como los casos de Ruanda, Yemen, o Myanmar.
De manera desafiante, Putin dijo hace algunos días ante un grupo de jóvenes empresarios rusos que “Pedro el Grande libró la Gran Guerra del Norte durante 21 años. Parecería que estaba en guerra con Suecia, que les quitó algo. No les quitó nada, le devolvió [parte de Suecia a Rusia]”. Trazando, de esta manera, comparaciones entre su figura y la del histórico zar. Con este ejemplo, el presidente ruso pretende mostrar que está dispuesto a aguantar todo lo que sea necesario. Ya son pocos los esperanzados en que la guerra sea corta. La posibilidad de que Putin intente extenderse hacia el oeste o los países bálticos, entonces, no suena tan descabellada. Incluso, el pasado miércoles un legislador ruso presentó un proyecto en la Duma para que el Kremlin deje de reconocer la independencia de Lituania, considerando que su separación de la URSS fue “ilegal”.
Las advertencias de Biden sobre una Tercera Guerra dejó muchas preocupaciones
Biden afirmó, al comienzo de la operación militar especial rusa en Ucrania, que la Tercera Guerra Mundial no empezaría allí. Que ahora haya cambiado, en apariencia, el discurso, no necesariamente contradice esa afirmación. Hace ya varias semanas que la inteligencia estadounidense agita el fantasma de una invasión militar china a Taiwán, lo que, sin dudas, podría desencadenar un conflicto sin precedentes. Pocos elementos hay, por ahora, en el terreno de lo fáctico, que permitan asegurar semejante acción por parte de Beijing. No obstante, los ejercicios militares en ambas partes continúan desarrollándose.
El mundo de hoy es completamente diferente al que existía en 1914 o 1939, previo al inicio de las dos guerras mundiales. El derecho internacional, si bien muchas veces funcional a los países centrales, tiene una capacidad de contención con la que sólo podía soñar previo a la conformación de la Organización de Naciones Unidas. Sin embargo, su accionar se demostró inútil, o, cuanto menos, insuficiente, a la hora de evitar la invasión rusa a Ucrania. A pesar de ello, el mundo se encuentra hoy mucho más convulsionado que durante 1914, cuando los diplomáticos experimentados afirmaban que nunca se habían visto “aguas tan calmas en la política internacional”. En esta era de lo imprevisible que nos toca vivir, la tormenta se desató hace tiempo, el tiempo dirá hasta dónde llegan sus coletazos. Por lo pronto, el tablero parece moverse cada día un poco más. Y como cualquier jugador de ajedrez sabe muy bien, las primeras bajas siempre son los peones.
*Becario doctoral Conicet.