OPINIóN
Análisis

La paradoja de tolerar a los intolerantes

Varias personalidades llamaron a evitar el triunfo de La Libertad Avanza, pero así seríamos intolerantes con los intolerantes. Por otra parte, los intelectuales tienen escasa influencia sobre los votantes; la victimización reforzaría incluso el vínculo de los libertarios con su electorado.

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Metáfora-motosierra. Javier Milei en caravanas portando una motosierra como ícono de su plan de gobierno. | Captura

Hace unos días un grupo de intelectuales y personalidades públicas publicó un manifiesto titulado “Compromiso electoral: ante las amenazas de la democracia”. Algunos de ellos, personas con quienes tomé clases extraordinarias y he compartido aulas. Por lo tanto, valoro mucho la capacidad y honestidad intelectual de muchos de los firmantes.

El eje del documento apunta a promover algo así como un “cerco democrático” contra una fuerza política antidemocrática que cuenta con posibilidades concretas de ganar las elecciones presidenciales de 2023.  El texto impulsa una movilización electoral que evite el triunfo de La Libertad Avanza que postula a Javier Milei y a Victoria Villarruel.

Uno podría cuestionar la actitud del proyecto desde dos planos: uno, el teórico; el otro, el práctico. El primero, supone indagar sobre la consistencia de la argumentación que sustenta el documento. El segundo, su utilidad práctica. 

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La aceptación o no de una fuerza política que supondría una afectación a la supervivencia del sistema democrático y del Estado de Derecho ha sido siempre una cuestión difícil de abordar. El problema se funda en dónde se traza la línea que divide a los democráticos de los no democráticos.

Asimismo, si uno pretende trazar esa línea, en qué medida se es democrático si se trata a otros de no democráticos. Más aún en el caso de que no hay impugnación previa a las elecciones por parte del sistema (por caso, que el Poder Judicial prohíba una lista porque la plataforma electoral sostiene principios que cuestionan de base al sistema democrático).

Estamos ante la paradoja de Karl Popper, físico y epistemólogo austríaco: hasta dónde una sociedad debe ser tolerante con los intolerantes. Si somos intolerantes con los intolerantes, no seríamos tolerantes hacia lo diferente. 

Cuando sea muy tarde

Como es una situación sin salida lógica Popper la resuelve a través de una decisión: lo importante es preservar el sistema democrático basado en la tolerancia y por lo tanto hay que marginar a los intolerantes. En nuestro caso, al no haber precedente judicial que califique a LLA de antidemocrático habría que apelar a la discrecional decisión popperiana.

Desde el punto de vista práctico tenemos precedentes históricos y cercanos en el tiempo para evaluar si es conveniente para la continuidad del sistema que un grupo de figuras públicas se manifieste contra un grupo o candidato. 

La Argentina es una sociedad históricamente igualitarista. Esto lo destaca tanto Juan Agustín García, con su rescate de la frase “naides es más que naides” que deambula por las Pampas, como Charles Darwin, quien se sorprende ante el igualitarismo de la vida pampeana en la primera mitad del siglo XIX. 

Los intelectuales argentinos hoy tienen escasísima influencia sobre los votantes. El platonismo no tiene mucha propagación por fuera de ciertos círculos estrechos.

A esta realidad local podemos sumar la experiencia de la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos en 2016. Milei, al igual que Trump, se presenta como el líder popular que se enfrenta al poder establecido. El establishment de políticos, empresarios, medios, intelectuales, esto es la “casta”, es el generador de los males del pueblo. 

Los intelectuales y medios norteamericanos se pronunciaron masivamente contra la candidatura de Trump en 2016. Como ejemplo puede destacarse el documento titulado Originalists Against Trump en el cual profesores de derecho de tendencia conservadora denuncian al candidato republicano por ser hostil hacia los principios básicos de la constitución del país.

 

La paradoja de tolerar a los intolerantes

Si tomamos los diarios de Estados Unidos, la abrumadora mayoría optó por apoyar a Hillary Clinton en vez de a Trump. De modo inusitado, diarios que se alinearon históricamente a candidatos republicanos apoyaron a Clinton o se mantuvieron neutrales. El resultado ya lo sabemos: Trump fue electo presidente por el colegio electoral. 

Si la inteligencia se pronuncia contra quien se autopresenta como el representante legítimo del pueblo muy probablemente favorezca la postura inicial de quien supuestamente se pretende marginar. 

Este tipo de documentos generan la profecía autorrealizadora del marginado: es esperable y natural que la “casta” intelectual lo condene. Desde la victimización reforzaría así el vínculo con su electorado. Potencialmente puede generar nuevas adhesiones a su candidatura.

Gran parte de los intelectuales y docentes universitarios conocen estos efectos. ¿Por qué publican estos documentos? Quizás haya una pretensión estética: queda bien hacerlo. Quizás sea una herramienta para reforzar su esprit de corps, su pertenencia a un grupo. Teórica y prácticamente bien podría ser como escupir contra el viento.

*Dr. en Sociología (UCA). Docente UCA, UNTREF, UCES